lunes, 2 de junio de 2014

IU en su primera semana de confusión


Le faltó tiempo a Cayo Lara el pasado mes de enero para darle calabazas a Pablo Iglesias quien, el mismo día en que nació Podemos, propuso como opción tender puentes y concurrir a unas primarias abiertas para presentar candidatos a las elecciones europeas. El destemplado y sonoro portazo me inspiró para colocar en mi cuenta de twitter estas dos frases:

- "Primarias, caca" (Cayo Lara)"
- "El chiringuito es míiiio (Cayo Lara)"

En qué hora se me ocurriría. Como si hubiera acabado de matar a Manolete, mi time line no tardó en atestarse de todo tipo de reconvenciones y vituperios "¡Qué bien sirves a tu amo!", me decía uno; "Parece mentira -me decía otro- que favorezcas a la derecha de esa manera". En tromba, sin piedad, a saco, a por mí, para que me lo pensara mejor la próxima ocasión, qué me había creído.

Una vez más quedaba tristemente patente que el ejercicio de la opinión libre, cuando desemboca en una crítica a la izquierda, te coloca inmediatamente frente al carácter sectario de la formación aludida que, en lugar de emplear su tiempo en preocuparse por resolver los problemas de los ciudadanos, lo dedica a vigilar todo lo que se dice de la organización para que nada se le vaya de las manos ni escape a su control.

Control, control, control. Lo decía el otro día y lo repito ahora. La obsesión por el control que tienen los aparatos de las organizaciones políticas (en el psoe es igual o peor) la afición al secretismo, la resistencia a ser ágiles en la gestión en lugar de marear la perdiz de despacho en despacho, de reunión en reunión; el "espérate, que tenemos que elaborar un documento", la lentitud en tomar decisiones, el empleo de una jerga anticuada, indescifrrable y alejada del lenguaje de la calle... son razones que explican la dificultad que tienen formaciones como Izquierda Unida para conectar con una ciudadanía que quiere políticos que le resuelvan sus problemas y se dejen de rollos macabeos. Pero que si quieres arroz: no hay manera. Es más urgente maquinar para ganar una votación de lo que sea, despedazándose vivos, por supuesto, que abrir la ventana y poner la oreja para ver qué les está pasando a los ciudadanos que los eligieron. Así les va.

Si el tsunami del 25M ha dejado al psoe con cara de pasmo, a Izquierda Unida la ha sumido en tal confusión que aún no se explican cómo, si el bipartidismo ha perdido cinco millones de votos, ellos han salido tan escasamente beneficiados de ello. Les faltó tiempo la misma noche electoral para, nada más salir a la palestra, admitir que "hay que abrirse al "poder de la gente corriente" Ahora, ¿no, colegas? Pelín tarde, ¿no os parece? Aunque tampoco se sabe. A lo mejor lo que ha pasado es lo mejor que podía pasar de cara al futuro.

Porque ¿podría llegar a plantearse algún tipo de confluencia entre IU y Podemos de cara a las siguientes elecciones? ¿Qué hace falta para que eso suceda? Lo primero, que IU suelte lastre. Algo que parece complicado si nos atenemos a lo que el profesor Juan Carlos Monedero le ha explicado en "Público" a mi amigo Marià de Delàs: "Hay un sector de IU -afirma Monedero- que se ha hecho régimen. Fui asesor de Llamazares (cuando éste era coordinador general), continúa, y me fui cuando me cansé de que el ochenta por ciento de mis energías se consumieran en peleas internas"

La clave quizás esté en los jóvenes: Se abre un potencial enorme, explicaba Alberto Garzón, diputado de IU por Málaga en el Congreso de los Diputados, durante una entrevista en la Sexta Noche el sábado pasado. Pero hace falta, continuaba, audacia, inteligencia y rapidez porque existe emergencia social". Llegó a decir Garzón que el núcleo de los programas de IU y Podemos son "completamente idénticos", y matizó lo del relevo generacional: "A pesar de la diferencia de edad, dijo, yo me siento muy cercano a Anguita o a Beigas, por ejemplo". El mediodía de este domingo, el joven diputado malagueño remataba la faena en las redes sociales con un tuit que transcribo literalmente: "Pienso que el tiempo político nos exige la creación de liderazgos colectivos y la superación de la estrecha visión del liderazgo individual". Clarito parece, ¿no?

Pero ¿quién le coloca el cascabel al gato? Como también dice Monedero, "no podemos organizar una estructura que sea rehén de ninguna burocracia" ¡Uf! ¡Qué bonito suena! Quizás podría ser un buen comienzo que abandonaran comportamientos sectarios y dejaran de salir en tromba para atacar, por ejemplo, a cualquier humilde plumilla que, como yo, "ose" gastarle un par de bromas en twitter a su amado líder.

¿Quién desatascará el inmovilismo del aparato de IU? El desatacasdor que lo desatasque, buen desatascador será.

J.T.

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