viernes, 12 de abril de 2013

Expulsados del templo... por los mercaderes


La expulsión este jueves de la tribuna de invitados del Congreso de los Diputados, de los afectados por "el gran timo" de las preferentes viene a sumarse al episodio de hace unos días cuando echaron del mismo modo a representantes de la plataforma "afectados por la hipoteca". En ambos  casos me ha llamado la atención la contundencia y la irascibilidad del presidente de la Cámara a la hora de ordenar el desalojo de la tribuna

- Expúlsenlos

Y ujieres y esbirros varios se apresuraron a ejecutar la orden.

Con Jesús Posada me ocurre como con Gallardón: parecían otra cosa hasta que se han soltado el pelo y han decidido salir del armario. Admito que Posada me tenía bien engañado. En los tiempos en que fue  ministro de Agricultura con Aznar yo le recuerdo un talante mucho más mesurado. Pero como baranda del Parlamento de la nación, al paso que va, acabará superando con creces las gestas de sus predecesores, que al menos algunos de ellos, de vez en cuando, nos hacían reír.

Este jueves Posada se ha puesto las botas echando gente. Se ve que le ha cogido el gusto y por el mismo precio ha añadido a su currículum la expulsión de tres diputados de ERC: Tardá, Bosch y Jordà, por expresarse en su lengua materna desde la tribuna de oradores.

- Le llamo al orden, no tiene usted la palabra, dijo por tres veces antes que cantara el gallo

Al Congreso de los Diputados le hace falta un buen meneo pero ya. Sentarse allí en un escaño y tirarse cuatro años votando lo que te mandan, vituperando al contrario cuando toca e invocando el reglamento para justificar desesperantes lentitudes y palmarias ineficacias no creo que pueda ser el plan por mucho tiempo más.

¿Nos representan o nos representan? Esa es la cuestión. Legalmente nos representan, de eso no hay duda. Pero me temo que somos muchos los que estamos ya bastante hartos de que, amparados en la legalidad, se perpetren tantas tropelías, tantas injusticias en el "templo de la democracia".

Cuentan que allá por Galilea hubo hace dos mil años un tal Jesús que un buen día en Jerusalén se cabreó con los mercaderes que, según él, estaban profanando el templo con sus trapicheos y la emprendió a latigazos con ellos.

Dos siglos después en España un tocayo suyo, de apellido Posada, emparentado con provectas y espabiladas familias de mercaderes españolas que se lo han llevado crudo durante años, invierte la tendencia  y  se dedica a expulsar del templo a quienes son capaces de ponerles un espejo delante y les enseñan sus miserias, sus miserias de representantes de los intereses de los mercaderes antes que de los del pueblo llano a quienes estos roban y estafan con la mayor de las impunidades.

Armados de legislación y policía sus señorías, con su señorito Posada al frente, cada vez están menos cargados de razón. Les molesta que los importunen, les contraría que les digan las verdades a la cara, adoran las declaraciones enlatadas, que les ponderen lo guapos que son y, cuando eso no sucede, evitan las ruedas de prensa, hablan de que hay que poner límites a la información y establecen perímetros de seguridad a gritos públicos de socorro, que es lo que son los escraches y no acoso como la derecha se empeña machaconamente en llamarlos.

Los mercaderes en Jerusalén funcionaban como okupas y ahí estuvo su fallo. Así que sus descendientes aprendieron bien la lección  y ahora se han convertido en los amos de todos los chiringuitos donde se gestiona poder. Son los amos de las iglesias, los bancos, las grandes industrias, las empresas influentes, lobbies varios... y mangonean a sus anchas en los parlamentos, desde donde protegen a los desalmados que esquilman bancos y desahucian desheredados. En esta legislatura en España esgrimen como coartada que cuentan con una mayoría que les permite, por ejemplo, ordenar sin pudor alguno que les quiten de la vista a los indignados que les vituperan desde la tribuna de invitados

- Expúlsenlos

Mira que Trillo y Bono eran estomagantes. Pero de vez en cuando, por lo menos, nos hacían reír.

J.T.

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