lunes, 11 de marzo de 2013

Todo por el líder

Óscar López. todo por Rubalcaba

María Dolores de Cospedal, todo por Rajoy

Óscar López, número tres del PSOE, ha escenificado este lunes una patética pantomima para asumir el impresentable episodio de la moción de censura de Ponferrada y lo ha hecho amagando con marcharse para que la cúpula de su organización le dijera no hombre, no, quédate que te queremos, lo que es una manera de decir gracias por poner el careto, querido, que la hemos cagao bien cagá y a ver cómo salimos de ésta.

Ser segundo de a bordo en una organización de enjundia, o tercero en este caso, es lo que tiene: que has de tener el careto siempre expuesto. Expuesto a que te lo partan. Por la causa, por la organización, por la supervivencia, por el mantenimiento del tinglado, por el preclaro líder... Preclaros líderes valientes ellos aunque como Mariano Rajoy de nuevo este lunes, manifiesten cierta querencia a escaparse por los garajes.

Preclaros líderes que, cuando sus segundos llevan ya días metiendo la pata, salen en su defensa como ha hecho este lunes el pepero jefe con María Dolores de Cospedal ponderando su fidelidad, su lealtad, su sacrificio, su entrega y su disposición para no decirle nunca que no. Otorgándole su respaldo aunque aunque ella se trastabille en infumables comparecencias para defender lo indefendible y tenga que hacer una y otra vez encaje de bolillos para evitar pronunciar el apellido de "el-que- no-se-puede-nombrar".

Esto de ser segundo, o tercero, en la pirámide de poder la verdad es que no está suficientemente pagado. Cuando aceptas el puesto sabes que te toca comerte todos los marrones, lidiar siempre con las más feas, asumir las cagadas, hacer en definitiva de mamporrero para que el preclaro líder permanezca lo más impoluto posible. Que se lo digan si no, y hoy no vamos a salir de España, a Barrionuevo, a Álvarez Cascos o al mismísimo Alfonso Guerra a quien su amigo González, colega de toda la vida, dejó tirado cuando siendo su vicepresidente se vio obligado a dimitir en 1990 por un asunto de su hermano Juan a pesar de que el ínclito líder había proclamado a los cuatro vientos que si su amigo se iba se marcharía él también. "Dos por el precio de uno", había dicho Felipe. Já.

A veces esa capacidad de aguante de los segundos de a bordo, esa paciencia para soportar carros y carretas llega a tener su premio. Como en el caso de Nicolás Maduro, flamante presidente provisional de Venezuela, que yo ponderaba en mi post de ese domingo. En otras ocasiones, que suelen ser la mayoría, lo que le ocurre a estos sufridores en la sombra es que se les queda una cara de pringaos descomunal cuando comprueban que ni los cadáveres que han ido dejando por el camino ni los dolores de espalda que sufren por tanto doblar el espinazo les acaban sirviendo para nada.

J.T.

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