jueves, 28 de marzo de 2013

Pilatos no quería problemas


El Nazareno era un tozudo y Pilatos un superviviente.

La historia lleva dos mil años vigente y la mayor parte de la humanidad se la sabe de memoria desde chiquitita. Pues bien, aún así, nos comportamos como si no hubiéramos aprendido nada.

 Pilatos ejercía un poder delegado, a miles de kilómetros de Roma, sobre unos ciudadanos que él debía pensar que estaban pirados pero con los que no quería tener problemas.

- Que dice que es hijo de Dios, el muy sacrílego. Danos tu permiso para cargárnoslo

- Serenidad, chicos, serenidad. Que tengo aquí un preso llamado Barrabás además de al vuestro. Venga. A ver. Elegid uno para librarse de la muerte.

- A Barrabás

Ahí fue cuando Pilatos se lavó las manos y la conciencia, decidió que había hecho lo que había podido para quitarse el marrón de encima y, sintiéndolo mucho, mandó al nazareno camino del monte Calvario para que lo crucificaran.

Cuando alguien ejerce el poder por delegación es mucho más peligroso que el que tiene el poder mismo. Hay muchos Pilatos repartidos por el mundo que lo único que quieren es que nada perturbe la comodidad de su sillón de provincias. Problemas, los imprescindibles, es decir, ninguno. Y si le traen alguien a quien aplicarle la ley porque es un cabezón que no se quiere bajar del burro, pues él se lo ha buscado. Que no se hubiera puesto tan chulo.

J.T.