lunes, 21 de junio de 2010

Apuntes de periodismo, 9. Acreditaciones




Diez o doce días antes te piden una foto, el número de deneí, la fecha de expedición, tu especialidad profesional, la matrícula del coche...

El día de la convocatoria te citan dos horas antes y tras interminables colas te expiden, por fin, "la acreditación". Te pasan el escáner, te vacían los bolsillos.... y dependiendo de la "categoría" del evento te obligan a dejar todo el material de trabajo en una esquina para que especializadísimos perros den el visto bueno a los objetivos, ordenadores, trípodes, pendrives, discos duros y demás ralea que llevas para hacer tu trabajo.

Una vez superado el "trámite" pasas de sospechoso a inofensivo. Y es justo a partir de ese momento cuando el ministro de turno, la estrella de cine o el presidente de gobierno a cuyo lado te dejan ya estar -dentro de un orden- han de convertirse para ti en alguien de quien no te tienes que fiar.

Si antes no se fiaban ellos de ti, lo lógico es que ahora seas tú quien no debes creerte nada de lo que dicen: te van a vender una moto, seguro. Te van a soltar, desde el púlpito de turno, cuatro lugares comunes que tú seguro que podías perfectamente haber previsto de antemano sin necesidad de acudir al acto. Te van a utilizar como altavoz de sus filípicas, de frases minuciosamente preparadas con sus asesores para conseguir el efecto que desean.

Te han vejado, se han quedado con tu cara, han utilizado tu tiempo y el dinero de tu empresa para que actúes de portavoz de sus consignas u ocurrencias y estás haciendo de todo menos periodismo.

Todo empezó cuando te obligaron a acreditarte

J.T.

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