Se llaman Pascual Claramonte (jefe de Redacción en COPE Comunidad Valenciana), Patricia Salvador (redactora freelance y creadora de contenido que ha pasado por EFE, varios medios internacionales y actualmente trabaja para Spanish Revolution), Natalia Alaminos (redactora web y experta SEO en À Punt) y Gonzalo Bosch (redactor de la sección Local de Las Provincias).
Tener la oportunidad de contar día a día un asunto de aquel calibre, con historias a cual más potente en cada esquina, fue una experiencia que, vista con la perspectiva del año transcurrido, agradecen haber vivido porque se sintieron más útiles que nunca y pudieron comprobar la trascendencia que puede llegar a tener su trabajo. Un trabajo que en principio parece sencillo: id allá, mirad, preguntad, escuchad, tomad notas de todo y a continuación escribidlo, contadlo lo mejor que sepáis. Estas fueron, en resumen, las instrucciones que recibieron de sus jefes, y eso hicieron. Sin dejarse contaminar por la crispación madrileña, ni por los listillos de turno que aterrizaban en Paiporta, Catarroja o Picanya para envenenar el ambiente y desviar el foco.
Ellos se ciñeron a las instrucciones de sus jefes y ahí están sus crónicas, sus notas, sus impresiones, los testimonios de las personas a las que entrevistaban y que le contaban su dolor al desnudo, impotentes y desconsolados. Fueron unas crónicas colosales de periodismo en estado puro que ahí están en las hemerotecas, para quienes las quieran consultar: en el diario Levante, en Las Provincias… en los digitales valencianos, nada que ver con la instrumentalización torticera de la mayor parte de los medios nacionales, con programas televisivos que violentaron el luto micrófono en mano haciendo preguntas amarillas sin consideración alguna por el dolor y la tragedia de quienesse habñian quedado sin nada y en muchos casos habían perdido incluso a uno o varios de sus seres queridos.
Estos días, pasado ya todo un año, cuando por fin están pudiendo volver a sus casa muchos de ellos, cuando aún se continúan reconstruyendo los puentes en el barranco del Poyo, estos cuatro periodistas recuerdan cómo “cubrir la dana ha sido lo más importante a nivel periodístico que han hecho hasta la fecha. Bosch recuerda la visita a Paiporta de Mazón, el Rey y Sánchez; a Pascual, la dana le coincidió con su nombramiento como jefe de redacción, Natalia lo vivió de manera intensa y Patricia cuenta cómo se le quedó grabado "el olor" de las calles de los pueblos afectados.
Y los bulos. ¡Cuántos bulos corrieron durante aquellos días, cuántos vídeos de otras inundaciones, de otras tragedias remotas que se hacían pasar por lo que estaba ocurriendo en Valencia. Aquella vergüenza del parking de Bonaire donde, durante semanas, mucha gente pensó que allí abajo había cientos de cadáveres. Gonzalo cuenta que, muchos de aquellos días, su trabajo se basó no solo en escribir, sino también en bucear y bucear para desmentir tanta desinformación.
“La dana, remata Luis Urios, fue el mayor reto de sus carreras, y todavía ahora la recuerdan con gestos torcidos. Sin embargo, sacan pecho, porque, en contra del discurso que hoy en día impera, el periodismo local se mostró como algo necesario e indispensable para arrojar luz sobre aquella tragedia”.
J.T.








