martes, 28 de octubre de 2025

La dana y la importancia del periodismo de proximidad


De izquierda a derecha Gonzalo Bosch, Patricia Salvador, Pascual Claramunt y Natalia Alaminos


En aquellos días horribles de finales de octubre del año pasado, el periodismo de proximidad demostró más que nunca su utilidad porque reflejó la realidad valenciana mucho mejor que los medios nacionales. Lo cuenta Luis Urios en un reportaje que publica este martes el diario "Las Provincias”. Cuatro jóvenes profesionales valencianos conversan sobre las grandezas y las miserias del oficio y todos coinciden: la cobertura informativa de la dana ha sido, hasta hoy, la experiencia profesional más intensa que han vivido en sus vidas. 


Se llaman Pascual Claramonte (jefe de Redacción en COPE Comunidad Valenciana), Patricia Salvador (redactora freelance y creadora de contenido que ha pasado por EFE, varios medios internacionales y actualmente trabaja para Spanish Revolution), Natalia Alaminos (redactora web y experta SEO en À Punt) y Gonzalo Bosch (redactor de la sección Local de Las Provincias). 


Tener la oportunidad de contar día a día un asunto de aquel calibre, con historias a cual más potente en cada esquina, fue una experiencia que, vista con la perspectiva del año transcurrido, agradecen haber vivido porque se sintieron más útiles que nunca y pudieron comprobar la trascendencia que puede llegar a tener su trabajo. Un trabajo que en principio parece sencillo: id allá, mirad, preguntad, escuchad, tomad notas de todo y a continuación escribidlo, contadlo lo mejor que sepáis. Estas fueron, en resumen, las instrucciones que recibieron de sus jefes, y eso hicieron. Sin dejarse contaminar por la crispación madrileña, ni por los listillos de turno que aterrizaban en Paiporta, Catarroja o Picanya para envenenar el ambiente y desviar el foco. 


Ellos se ciñeron a las instrucciones de sus jefes y ahí están sus crónicas, sus notas, sus impresiones, los testimonios de las personas a las que entrevistaban y que le contaban su dolor al desnudo, impotentes y desconsolados. Fueron unas crónicas colosales de periodismo en estado puro que ahí están en las hemerotecas, para quienes las quieran consultar: en el diario Levante, en Las Provincias… en los digitales valencianos, nada que ver con la instrumentalización torticera de la mayor parte de los medios nacionales, con programas televisivos que violentaron el luto micrófono en mano haciendo preguntas amarillas sin consideración alguna por el dolor y la tragedia de quienesse habñian quedado sin nada y en muchos casos habían perdido incluso a uno o varios de sus seres queridos.


Estos días, pasado ya todo un año, cuando por fin están pudiendo volver a sus casa muchos de ellos, cuando aún se continúan reconstruyendo los puentes en el barranco del Poyo, estos cuatro periodistas recuerdan cómo “cubrir la dana ha sido lo más importante a nivel periodístico que han hecho hasta la fecha. Bosch recuerda la visita a Paiporta de Mazón, el Rey y Sánchez; a Pascual, la dana le coincidió con su nombramiento como jefe de redacción, Natalia lo vivió de manera intensa y Patricia cuenta cómo se le quedó grabado "el olor" de las calles de los pueblos afectados.


Y los bulos. ¡Cuántos bulos corrieron durante aquellos días, cuántos vídeos de otras inundaciones, de otras tragedias remotas que se hacían pasar por lo que estaba ocurriendo en Valencia. Aquella vergüenza del parking de Bonaire donde, durante semanas, mucha gente pensó que allí abajo había cientos de cadáveres.  Gonzalo cuenta que, muchos de aquellos días, su trabajo se basó no solo en escribir, sino también en bucear y bucear para desmentir tanta desinformación.  


“La dana, remata Luis Urios,  fue el mayor reto de sus carreras, y todavía ahora la recuerdan con gestos torcidos. Sin embargo, sacan pecho, porque, en contra del discurso que hoy en día impera, el periodismo local se mostró como algo necesario e indispensable para arrojar luz sobre aquella tragedia”. 

J.T. 

lunes, 27 de octubre de 2025

A ver qué le cuenta Maribel Villaplana a la jueza de Catarroja


El episodio de Maribel Vilaplana y Carlos Mazón durante las horas más dramáticas de la dana del 29 de octubre de 2024 pone sobre la mesa un viejo debate, el del periodista que olvida que su oficio no es confraternizar con el poder sino fiscalizarlo. Una periodista comiendo con el presidente mientras media Valencia se inundaba; él desaparecido de los puestos de mando, ella callada durante casi un año. Y diez meses largos después, un comunicado medido, casi quirúrgico, intentando salvar los muebles más que aclarar los hechos. Ahora que ha sido citada a declarar, a ver qué le cuenta Vilaplana a la jueza Nuria Ruiz Tobarra el próximo lunes 3 de noviembre en Catarroja.


Cuando el pasado 5 de septiembre hizo pública su carta, Vilaplana confirmó lo que muchos ya intuían: que el silencio de un periodista, cuando coincide con la comodidad del poder, huele a algo más que discreción. Que se sintió “víctima de una campaña de falsedades”, explicó, y puede que tenga razón. Pero seguro que no se le escapa, porque es buena profesional, que cuando un periodista actúa como lo hizo ella, la verdadera víctima acaba siendo la credibilidad del oficio.


El poder siempre quiere periodistas dóciles, previsibles, agradecidos, que sonrían, que no repregunten, pero los profesionales que pelean por preservar la dignidad de este trabajo saben que nuestra obligación es vigilar, molestar y contar lo que quien manda no quiere que se sepa. No se trata de crucificar a Vilaplana ni de hacer leña del árbol caído, mucho menos de meternos en su vida privada, pero sí de preguntarnos qué demonios nos está pasando como oficio para que ocurran estas cosas. 


Un periodismo que se confunde con la élite a la que debería vigilar deja de ser periodismo para convertirse en relaciones públicas. Los viejos maestros lo tenían claro: de la independencia no hay que jactarse, hay que ejercerla. Se demuestra con las preguntas incómodas, con la ausencia en los banquetes, con la negativa a compartir confidencias fuera de los cauces públicos. La independencia, como la dignidad, solo sirve si se mantiene cuando resulta incómoda. Lo otro es marketing.


El problema no es que una periodista se siente a comer con un político. El problema es cuándo, por qué y qué hace después. Y aquí, el después ha sido un silencio que duele. No por lo que oculta, sino por lo que insinúa. El buen periodismo no se hace entre copas ni cafés. Se hace con botas de agua, con libreta y con dudas. Y sobre todo, con distancia. La distancia es lo único que protege la mirada. Sin distancia, la pluma se ablanda, la voz se modula y el silencio se vuelve rentable… para el poder.


El periodismo que no incomoda, que no molesta, que se justifica diciendo “yo solo hacía mi trabajo” mientras quien manda te acaricia el hombro no sirve. Y si algo enseña este caso es que los silencios prolongados, los comunicados calculados y las relaciones ambiguas entre periodistas y políticos acaban siendo veneno puro para la democracia. Como decía más arriba, a ver lo que le cuenta Maribel Vilaplana a la jueza el próximo 3 de noviembre. 


J.T.

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Por qué TVE pone de los nervios a las derechas



Si algo refleja la magnitud de los ataques que TVE viene sufriendo de un tiempo a esta parte es que, aquello que se cuenta en la tele, tiene más repercusión de lo que parece. Si ya no la viera nadie, como hay quien se empeña en afirmar, ¿a qué se deben entonces los furibundos ataques contra la televisión pública del Estado desde que sus índices de audiencia amenazan con disputar el liderazgo a la hasta ahora inexpugnable Antena 3TV?


Por primera vez en mucho tiempo, la programación de TVE amenaza la zona de confort en que se encontraba instalado el duopolio formado por Atresmedia y Mediaset, los dos conglomerados audiovisuales que absorben el ochenta y cinco por ciento de los ingresos publicitarios en el sector. Un duopolio que lleva más de siete años actuando como descarado portavoz de los intereses de las derechas y cuyas cabezas más visibles atizan sin misericordia al gobierno de coalición en cuatro teles, decenas de emisoras de radio y diversas cabeceras de prensa en papel y digital.


Esta dos empresas han sido el principal vehículo de transmisión del lawfare, esa infame práctica consistente en que cuando cualquier entidad ultra coloca en un juzgado una demanda endeble y falaz, acto seguido un juez abre sumario con cuatro recortes y, a partir de ahí, ya tenemos una noticia de cuyo hilo tirar hasta el infinito para someter a pena de telediario a cualquier miembro del gobierno o a su familia. Merced a la eficacia que posee repetir una mentira mil veces, llevamos desde 2018 en un bucle infernal del que, hasta hace unos meses, también participaban los informativos de Televisión Española.


Aún no hace un año que los nuevos responsables de la televisión pública del Estado decidieron apostar por atajar los bulos, no consentir las mentiras ni tampoco dar pábulo al lawfare. Desde entonces a los políticos no se les pone ya el micrófono para que coloquen sus mensajes sin más, sino que se les replica o puntualiza cuando sueltan disparates, algunos incluso de marcado carácter inconstitucional. Desde hace unos meses ya no se difunden apologías del racismo, la violencia de género o el golpismo en la televisión pública.


A medida que se corre la voz de lo que sucede, el espectador sintoniza su frecuencia y permanece en ella al descubrir que, por fin, desde la pantalla se cuentan las cosas como él estaba deseando escucharlas, que desde los programas de la pública se respeta su inteligencia y se le proporcionan datos y argumentos para que sea él quien extraiga sus propias conclusiones. Encuentran en la tv pública del Estado lo que siempre han echado de menos en autonómicas como Telemadrid, Canal Sur o TVG y en las privadas que controlan Atresmedia o Mediaset. 


Había un plan por parte de las derechas para reforzar en TVE esos mismos mensajes políticos y facilitar así  la llegada de la derecha al poder mintiendo como bellacos mañana, tarde y noche. Y ese plan, mire usted por dónde, de pronto se ha visto interrumpido cuando sus actuales responsables han decidido devolverle al medio la dignidad y su carácter de servicio público. La clave está siendo apostar por programas de actualidad pegados a lo que sucede en la calle con mesas de opinión donde se analiza y se discrepa, pero en las que el filogolpismo no tiene cabida.


Esto se está haciendo como complemento de unos servicios informativos por fin algo más equilibrados, a pesar de la resistencia interna a los cambios que continúa existiendo en buena parte de la redacción de los telediarios. A pesar también de la beligerancia con la dirección de la tele que practica un moribundo Consejo de Informativos creado en su día para preservar la independencia y que en estos momentos actúa como claro defensor de los intereses políticos de las derechas. ¿Lo entienden ustedes? Yo, tampoco.


Tanto la dirección como las caras visibles de los principales programas están siendo víctimas de todo tipo de acosos y ataques: investigaciones fiscales, amenazas, persecuciones por la calle micrófono en mano de activistas ultras que pretenden pasar por compañeros de oficio… Desde despachos de altos vuelos les hacen llegar mensajes directos sin cortarse un pelo: vosotros sabréis dónde vais a encontrar trabajo cuando os echemos de aquí. Juegan con el miedo al paro que existe en el oficio periodístico y lo hacen porque tras años ejerciendo este tipo de prácticas mafiosas, saben que son muchos los que acaban cediendo ante la presión. Dejarse comprar es mucho más cómodo que defender tus principios y la condición humana es la que es.


La guerra contra la nueva programación de Televisión Española es un

acontecimiento político de primera magnitud. Ese ochenta y cinco por ciento de ingresos que maneja el duopolio audiovisual y esos tentáculos involucionistas que se extienden por instituciones del Estado claves para su funcionamiento como la justicia y las fuerzas de seguridad, no quieren una televisión pública libre y plural. De ahí mi reconocimiento a quienes la están defendiendo. 


A la amenaza ultra había que plantarle cara y en eso TVE tenía que ejercer su responsabilidad para contribuir a sanar la democracia, para “gripar la motosierra”. Por fin se está haciendo y por eso felicito a quienes están poniendo la cara y el cuerpo entero para conseguirlo.


J.T.

domingo, 26 de octubre de 2025

Trump contra el mundo



Las salidas de tono de Donald Trump contra España son pecata minuta al lado de las insidias y amenazas que dedica a países como Canadá, Dinamarca, México, Venezuela o Colombia por no hablar de sus erráticas relaciones con China y Rusia. O de las desconsideraciones con Ucrania, el pisoteo a Palestina o la humillación pública all primer ministro de Israel obligándole a llamar a Qatar para pedir perdón por bombardear un edificio de Doha donde había una delegación palestina. Matonismo estajanovista. 


No es una casualidad que Estados Unidos, en esta nefasta era Trump, encienda fuegos diplomáticos por todos lados. No es un error de cálculo, es un diseño consciente. Porque este sicópata de pelo naranja ha decidido que el mundo no ha de ser será un club de aliados tranquilos sino un tablero de ajedrez en el que él mueve ficha, sin pedir permiso y sin consultar casi a nadie.


¿Por qué lo hace? En primer lugar, los expertos explican que este peculiar dueño del mundo que nos ha tocado en suerte entiende la política exterior como empresa y espectáculo. Los estudios de análisis de rasgos de liderazgo señalan que Trump actúa desde una mezcla de nacionalismo, egocentrismo y pragmatismo sin filtro. No es solo “America First” como eslogan, es “América antes que la norma, la alianza o la institución”.


Segundo, entiende los tratados, las alianzas y los consensos multilaterales como lastre y por eso los está derribando, como derriba el ala oeste de la Casa Blanca. Le da la gana, punto. Puede y quiere, para chulo, él. Ese es el nivel. En consecuencia, con esta manera de entender la política global, el orden internacional basado en las reglas con las que se construyó tras 1945, y que todos admitían, ha saltado por los aires. Frente a los líderes que apuestan por el diálogo, y lo practican, Trump nos despierta cada día con un nuevo despropósito: amenaza con arrebatar territorios, rompe compromisos, acusa a aliados y halaga dictadores. ¿Dinamarca? ¿Canadá? Amenazados. ¿México? Tarifa tras tarifa. ¿China? Guerra comercial. ¿Venezuela y Colombia? Presión, diplomacia coercitiva. ¿Palestina? Nuevas reglas, poco proceso.


La tercera razón por la que Trump actúa así es porque frente a una audiencia doméstica que siente abandono, desindustrialización y falta de influencia, les vende el discurso de “Yo peleo por vosotros (americanos) ante el mundo”. Y entonces cada puerto, cada tratado, cada país vecino es un potencial adversario. Eso quiere decir que su política exterior no es tanto diplomática como competitiva. 


Así las cosas, ¿qué podemos esperar en el futuro inmediato?


Hay que tener en cuenta que la credibilidad de EE.UU. como aliado se debilita a medida que transcurren los días. Los países que creían en Washington como baluarte comienzan a mirar otro lado. China y Rusia aprovechan el vacío, buscan mayor influencia regional. En Latinoamérica, Oriente Medio, Asia, los actores locales no esperan a Estados Unidos: actúan.


La nueva “doctrina Trump” pone el foco en lo que se obtiene, no en lo que se construye. A los aliados: o paga o adiós; a los adversarios: amenaza o sanción. 

Con este panorama, la legitimidad de instituciones internacionales se resiente, y eso significa que si EE.UU. rompe las reglas con facilidad, otros acabarán siguiendo sus pasos, con lo que el riesgo es que la cooperación global para crisis como el cambio climático, pandemias o migración se debilitará aún más. Veremos tensiones en varias direcciones: Canadá y Dinamarca agitan por posible anexión o presión; México y Colombia bajo amenaza tarifaria o migratoria; China en pleno choque comercial y estratégico. 


Se acabaron las certezas. El aliado de ayer puede ser el blanco de mañana. Los marcos de cooperación se redefinen. El libre comercio, la defensa colectiva, los valores democráticos quedan en entredicho. Y eso afecta directamente a la capacidad de los países más pequeños para maniobrar.


En definitiva, estamos ante una nueva era geopolítica que se dibuja así: Estados Unidos pelea por su propio espacio, pero no desde la cooperación, sino desde la confrontación. Y cuando el gran capo actúa así, el equilibrio internacional se tambalea. 


Volvemos  al principio: no es casualidad que Canadá reciba un misil verbal, que China sea amenazada con una subida de tarifas o que Colombia se quede sin apoyo. No lo es, es estrategia frente a la que todos tendremos que decidir si respondemos con alianzas renovadas o nos resignamos a aceptar que América ya no juega en equipo, sino en solitario. No es para nada una buena noticia.


J.T.


sábado, 25 de octubre de 2025

Discurso provocación en los premios Princesa de Asturias

Byung-Chul Han: premio Princesa de Comunicación y Humanidades 2025


“La ilimitada libertad individual que nos propone el neoliberalismo no es más que una ilusión. 


Aunque hoy creamos ser más libres que nunca, la realidad es que vivimos en un régimen despótico neoliberal que explota la libertad. 


Ya no vivimos en una sociedad disciplinaria, donde todo se regula mediante prohibiciones y mandatos, sino en una sociedad del rendimiento, que supuestamente es libre y donde lo que cuenta, presuntamente, son las capacidades. 


Sin embargo, la sensación de libertad que generan esas capacidades ilimitadas es solo provisional y pronto se convierte en una opresión, que, de hecho, es más coercitiva que el imperativo del deber. 


Uno se imagina que es libre, pero, en realidad, lo que hace es explotarse a sí mismo voluntariamente y con entusiasmo, hasta colapsar.


Con esta contundencia se expresó ayer viernes 24 de octubre en Oviedo el filósofo coreano Byung‑Chul Han, 66  años, durante su discurso de agradecimiento por haber sido galardonado con el Premio Princesa de Asturias de Comunicación y Humanidades 2025. En ese entorno solemne y relamido, Han se permitió decir lo que muchos formalismos evitan: que vivimos en una libertad que no es libertad, en una democracia que tiene cuerpo institucional pero alma vacía, y en una tecnología que no nos sirve.


Que un filósofo –y no un político– reclame que la democracia tenga “moeurs” (virtudes ciudadanas como el civismo, la responsabilidad, la confianza, la amistad y el respeto) es un hachazo en la línea de flotación de la corrección política. Que advierta que el individuo liberal se convierte en su propio verdugo es una invitación a que nos planteemos seriamente qué demonios estamos haciendo con nuestras vidas. 


El filósofo coreano habló de autoexplotación, del smartphone que nos usa, de la ilusión de libertad y de la tecnocracia que ahoga la conciencia. “No es que el smartphone sea nuestro producto, sino que nosotros somos productos suyos, afirmó. Muchas veces sucede que el ser humano acaba convertido en esclavo de su propia creación” 


No todo fue apocalíptico: su convencimiento de que el sistema colapsará es también un recordatorio de que nada es inamovible, que los muros institucionales se agrietan cuando nosotros dejamos de mirar hacia otro lado. El discurso de Han no fue solo para académicos. Estaba dirigido al conductor que mira su móvil mientras trabaja, a la influencer que despliega su vida sin pudor o al medio que mide “likes” en lugar de impacto social. 


“El neoliberalismo, afirmó, ha creado una gran cantidad de perdedores. La brecha social entre ricos y pobres se sigue agrandando cada vez más. El miedo a hundirse socialmente afecta ya a la clase media. Precisamente estos temores son los que lanzan a la gente a los brazos de autócratas y populistas”.


No se olvidó de las redes sociales ni de la Inteligencia Artificial: “Las redes sociales, dijo, podrían haber sido un medio para el amor y la amistad, pero lo que predomina en ellas es el odio, los bulos y la agresividad. No nos socializan, sino que nos aíslan, nos vuelven agresivos y nos roban la empatía”.


Y en cuanto a la Inteligencia Artificial, recordó que “puede ser empleada para manejar, controlar y manipular a las personas. Por eso, la tarea acuciante de la política sería controlar y regular el desarrollo tecnológico de manera soberana, en lugar de simplemente seguirle el paso. La tecnología sin control político, la técnica sin ética, puede adoptar una forma monstruosa y esclavizar a las personas”.


En definitiva: Byung-Chul Han nos regaló una palabra incómoda en una gala cómoda. “El primer paso para resistir, proclamó, no es gritar más alto, sino pensar diferente".


J.T.

viernes, 24 de octubre de 2025

El periodismo según Lluís Permanyer y Francisco Pinto Balsemao


Un catalán y un portugués. Dos grandes periodistas nos han dejado esta semana. Lluís Permanyer se ha marchado con 86 años; Francisco Pinto Balsemao, con 88. Permanyer, gran cronista de la ciudad de Barcelona, deja una extensa obra periodística, bibliográfica y audiovisual a la que dedicó una vida profesional de casi sesenta años. Balsemao, fundador del diario portugués “Expresso”, llegó a ser primer ministro de Portugal. 


Ambos tenían sus partidarios y detractores, sus luces y sus sombras, pero en lo que a esta columna concierne, mi interés es reflejar la manera que ambos tenían de entender el oficio periodístico. Reflexiones a las que recurrir cuando a quienes nos dedicamos a esto nos da por perder el norte. 


En cierta ocasión uno de los principales bancos portugueses y gran cliente de su periódico amenazó a Balsemao con retirarle la publicidad si continuaba criticando su gestión. Él no solo continuó informando sino que fue aún más implacable a partir de ese momento. Le retiraron la publicidad, claro. Meses después coincidió en un acto social con el responsable del banco, quien le propuso olvidar lo sucedido y su intención de reanudar las inserciones publicitarias en Expresso. No sabe cuánto lo siento, le contestó nuestro hombre, pero tenemos todos los espacios publicitarios vendidos para los próximos seis meses.  


Cuando aceptó formar parte del gobierno portugués en 1980, Pinto Balsemao dimitió de todos sus cargos en Expresso y exigió a sus compañeros que a la hora de hablar de su gestión política aplicaran el estricto criterio profesional que él les había enseñado. Lo hicieron. Siempre fue un apasionado del periodismo de investigación, de las exclusivas, y tenía muy claro que no existe independencia en el periodismo si el medio no es rentable y autosuficiente.


Permanyer, prolífico y polifacético, también nos regaló impagables reflexiones sobre el oficio periodístico: “Cuando el poder te da un micrófono sin posibilidad de réplica, decía, el periodismo deja de cumplir con su obligación”.  Para él la opinión, si no está fundamentada en datos, no es buena opinión y en cuanto a la democracia, consideraba que solo es posible cuando existe una ciudadanía bien informada. 


Rechazó el título de cronista oficial de Barcelona porque “lo concede el poder, y no me interesa” También rehusó aceptar  la medalla de oro de la ciudad y el cargo de jefe de prensa que le ofreció Josep Tarradellas cuando volvió del exilio.


Tanto Balsemao como Permanyer tenían claro que a la hora de ejercer el periodismo, lo más importante es no perder nunca la dignidad. Gracias por vuestro legado, maestros!


J.T. 



jueves, 23 de octubre de 2025

El miedo al paro en el oficio periodístico

Buena parte del análisis que Javier Ruiz compartió con la audiencia el pasado lunes en el programa “Directo al grano” de TVE coincide con mi punto de vista. Habló sobre la situación del periodismo en España y sobre la persecución que sufren, sobre todo por parte de las derechas y las ultraderechas, quienes están al frente de los programas que han hecho recuperar audiencia de manera espectacular a la televisión pública. Reflexionó también sobre el enorme miedo al paro que existe en el oficio periodístico.

Me parece muy útil resumir lo que dijo y dejarlo aquí por escrito: 


- Incomodamos a los que buscan que la gente desconecte. Nos han convencido de que no hay nada que hacer pero no, nunca había sido más importante la información que ahora, nunca nos habíamos jugado tanto. Está en juego la democracia. Solamente disponiendo de una buena información se pueden tomar decisiones.


- En TVE estamos incomodando a aquellos partidos a los que molesta que la ciudadanía participe, que juegue, que vote, que sepa. Pero los hechos son los que son, no los que algunos quieren que sean; no hay una crisis migratoria en España, no es verdad por mucho que lo repita Abascal. Les molesta que desde los datos les rompamos su relato. Molesta una televisión que se ve.


- ¿Cómo sería este país si la mitad de los que trabajan en obras y restaurantes, o en el campo, los deportamos, cómo podríamos continuar funcionado? Claro, pones esto sobre la mesa y le rompes tanto el discurso como la agenda política a quienes la construyen sobre el miedo y la mentira. Entiendo que “tenían ustedes su plan”, estupendo, pero aquí estamos nosotros, trabajando con datos que demuestran que mienten.


- A mí no me gusta una situación donde mi papel sea contradecir ni discutir con políticos que mienten, mi papel es preguntar pero no tolero que bajo el disfraz de “esto es de derechas, o esto es de izquierdas” se cuelen mentiras como si fueran verdad. Nuestro trabajo es no permitir la mentira, cuando alguien miente nuestra obligación es denunciarlo. Camuflan como enfrentamientos ideológicos lo que son enfrentamientos tácticos. Y cuando te mienten hay que salir al paso: no, usted está mintiendo, dos y dos no son cinco por mucho que le convenga a su partido. 


- Hay gentes ahora que funcionan por la calle y las instituciones disfrazada de periodista y no lo son, una especie invasora a la que hay que decirles yo estoy dando datos y tú me estás sacudiendo con un micrófono, persiguiéndome por la calle, acusándome a mí o a mi familia… Eso no son compañeros. 


- En este país ha habido escándalos de corrupción en todos los sectores, ¿de verdad que nunca ha habido ningún escándalo de corrupción periodística? A veces, los que han pasado ya la línea son los que nos dan o quieren darnos lecciones a los demás. Esta es la gente que da clases de ética.


- Ahora mismo todo el mundo está disparando contra esta casa. Hay ataques no solo contra TVE y muchos de quienes trabajamos en ella, sino hasta contra quienes miden las audiencias, cuya empresa responsable, Kantar Media, se ha convertido en objetivo a batir. Les acusan de manipular cuando ganan los programas de esta casa, pero deben manipular a tiempo parcial porque cuando le dan el liderazgo al informativo de mediodía en Antena 3, entonces sí les vale. Deben ser fijos discontinuos de la manipulación. A ver si es que lo que hay es jetas y delincuentes a tiempo completo, a jornada completa ahí fuera en el periodismo. 


- Hay miedo al paro en el oficio periodístico porque solo dos empresas televisivas controlan el 85 por ciento de la facturación. Si te quedas en el paro, y las dos te vetan, no vuelves a trabajar en tu vida. Así que se comulga con ruedas de molino en cosas que son de corrupción de libro. Que sabemos, que conocemos todos y que debiéramos decir hasta aquí. 


- En el Congreso se insulta y se legitima que en la calle se insulte, se acose y se persiga. Existen dos miedos: uno inmediato, que hace que quien teme perder su empleo acabe bajando la cabeza y el segundo que estos señores, que se empeñan en legitimar la violencia y la mentira, lleguen algún día al poder." 


Chapeau!, Javier.


J.T.





miércoles, 22 de octubre de 2025

Rufián en “La Revuelta”


Este lunes 20 de octubre Gabriel Rufián, diputado de ERC, 42 años, se presentó en “La Revuelta” luciendo una camiseta negra de manga corta y con un chándal de regalo para su presentador, David Broncano. La apuesta, tanto del programa como del político, era pelín arriesgada, porque las dos partes sabían que dando ese paso se metían en un charco cuyas consecuencias eran imprevisibles. Se trataba del primer político entrevistado en prime time en este programa de TVE.


Por muy majete que pueda resultar Rufián a un segmento de la ciudadanía, por mucho que coleguee y por muy cercano que parezca, en La Revuelta, que no nacieron ayer, saben de sobra que un político es siempre un político. Eso significa que ellos van a los sitios a colocar su mensaje y en ese ejercicio de esgrima que es siempre una entrevista, apenas te descuides te lo colocarán. Cierto que las entrevistas de Broncano suelen ser atípicas y con cierto perfil iconoclasta pero insisto, un político es siempre un político por muy majete que luzca y por muy bien que se enrolle. 


A juzgar por los datos de audiencia, consiguieron salir airosos del envite dado que, aunque por muy poquito, el programa del lunes fue de las poquitas veces esta temporada en que Broncano y su equipo superaron a su competencia directa, “El Hormiguero” de Antena 3. Entre broma y broma hablaron del problema que los jóvenes tienen con la vivienda con la seriedad que el tema requiere: “Todo palidece ante eso”, dijo Rufián, consciente de que le estaba escuchando un sector joven de la población que por lo general no ve mucho la tele.  


El mensaje que se transmite con la presencia del político en La Revuelta contiene un innegable trasfondo. No hay que olvidar que Rufián se ha pronunciado públicamente no hace mucho a favor de una "izquierda amplia" como única solución para evitar que la ultraderecha llegue al poder. Lo hace sabiendo perfectamente que con las putadas que sus amigos de Compromís, Más Madrid, IU, Comunes y demás componentes de Sumar le gastaron a Podemos en su día es muy complicado hacer borrón y cuenta nueva. Quisieron acabar con ellos, no lo consiguieron y ahora insisten en presionar para que traguen otra vez. Si yo fuera Rufián le sugeriría a todos esos amigos suyos que se presenten con el PSOE en sus listas y dejen el camino libre a Podemos, aunque puedo entender que La Revuelta no fuera el lugar más adecuado para abordar esta cuestión a fondo. 


Con esta entrevista, la caja de los truenos ha quedado abierta. Ya hay otro programa de tono humorístico y desenfadado donde, junto a cantantes, actores, deportistas y famosos varios con algo que promocionar, los políticos también tienen cabida. Imagino que tanto en La Revuelta como en TVE han calculado bien los riesgos. 


¿La presencia de Rufián abre la puerta a la intervención de más políticos, o se ha tratado de una excepción? No dudo de la pericia de los guionistas de La Revuelta y de la capacidad de Broncano para preservar el espíritu transgresor del programa, pero me cuesta mucho imaginarme por ejemplo a Tellado, Óscar López o Cayetana en el sillón de La Revuelta confesando el dinero que tienen en el banco o dando a conocer las veces que mantienen relaciones sexuales durante un mes.


J.T.