viernes, 5 de diciembre de 2025

RTVE se retira de Eurovisión tras la admisión de Israel



La retirada de RTVE de Eurovisión 2026 es un gesto ético y político de primera magnitud. Cuando toca elegir entre la dignidad y el espectáculo, casi siempre suele ganar el espectáculo y esta vez no ha sido así. Esta vez RTVE ha dicho basta. La Unión Europea de Radiodifusión (UER) ha decidido mantener la participación de Israel en el certamen pese al clamor creciente, dentro y fuera de sus propios miembros, que pedía una reflexión profunda sobre esa presencia mientras continúa la devastación en Gaza y la utilización política del certamen por parte del gobierno israelí. 


No es este un debate menor a la hora de hablar de un festival que nació como puente cultural. Los valores fundacionales de Eurovisión se basan en la unión y la paz entre los países europeos a través de la música, “con el objetivo –palabras textuales- de promover una imagen de Europa pacífica, libre y próspera. La UER ha optado por mirar para otro lado. RTVE, no.


“La situación en Gaza, a pesar del alto el fuego y la aprobación del proceso de paz, y la utilización del certamen para objetivos políticos por parte de Israel, hacen cada vez más difícil mantener Eurovisión como un evento cultural neutral”, argumentó durante su intervención ante la Asamblea General previa a las votaciones el secretario general de RTVE, Alfonso Morales. No sirvió de nada.


En consecuencia, la radiotelevisión española ha retirado su candidatura y renunciado además a retransmitir el festival. RTVE no retransmitirá la final ni las semifinales, una posición clara, rotunda e incómoda para quienes pretenden que Eurovisión siga siendo ese parque temático de confeti geopolítico donde nada importa demasiado mientras haya luces, jolgorio y un estribillo pegadizo.


Quienes deciden quedarse en el certamen, pese a todo, tendrán que explicar por qué. Por qué aceptan competir, convivir y normalizar la presencia de la televisión que representa a un Estado genocida cuya participación divide, crispa y prostituye el espíritu del certamen. Por qué esa supuesta hermandad europea entre pueblos se convierte, de pronto, en un eslogan vacío cuando hay intereses estratégicos, presiones diplomáticas o simples temores a incomodar al socio equivocado.


Irlanda, Países Bajos y Eslovenia han seguido el camino de España. Otros callan y tragan. Allá ellos. Pero no se puede reivindicar la buena convivencia entre los pueblos y, al mismo tiempo, aceptar que el festival cierre los ojos ante una catástrofe humanitaria que sacude a medio planeta. RTVE ha sido coherente porque ha defendido que un certamen que presume de neutralidad no puede convertirse en herramienta de blanqueo político. 


Lo sucedido en la Asamblea de UER, ha escrito en su cuenta de X José Pablo López, presidente de la Corporación RTVE, confirma que Eurovisión no es un concurso de canciones sino un festival dominado por intereses geopolíticos y fracturado.” Me gusta la firmeza de RTVE. En una ocasión como esta, la mejor manera de participar es no participar.

J.T.




jueves, 4 de diciembre de 2025

4 de diciembre, el día en que Andalucía despertó


El 4 de diciembre de 1977 en Andalucía es mucho más que una fecha. Es un latido que todavía se escucha si uno pasea despacio por la Alameda de Málaga, si presta oído al eco de aquellos miles y miles de andaluces que salieron a la calle con la dignidad por delante y la policía detrás.
Aquel día dejamos de ser el territorio resignado que otros querían y demostramos que somos un pueblo organizado, consciente, decidido a reclamar lo que nos pertenecía por derecho: una autonomía plena, de primer nivel, sin tutelas ni rebajas. Lo hicimos cuando la dictadura aún no había terminado de morir y tanto los despachos oficiales como los cuarteles continuaban atestados de franquistas. 


El 4D fue la gran movilización democrática de la llamada Transición. Un pueblo entero exigiendo que Andalucía no quedara relegada al vagón de cola de la nueva España democrática que se estaba fraguando tras las elecciones constituyentes del 15 de junio. El franquismo se descomponía, sí, pero seguía disparando. Continuaba incrustado en el ejército, en los cuerpos policiales, en las instituciones, y por supuesto en la judicatura, de donde todavía no hemos conseguido hacerlo salir. Manuel José García Caparrós, dieciocho años, trabajador de Cervezas Voctoria y afiliado a CCOO, cayó abatido por una bala policial cuyo autor nadie ha querido señalar en casi medio siglo.


Ese 4 de diciembre, aquella manifestación masiva, pacífica, festiva, donde se ondeaban banderas andaluzas, fue reprimida porque la policía se puso nerviosa cuando vio trepar a otro joven llamado Juan Manuel Trinidad por la fachada del edificio de la Diputación Provincial hasta que consiguió hacer lo que su presidente había prohibido: colocar en el balcón la bandera blanca y verde. Ese gesto simbólico bastó para desatar la carga. Caparrós murió allí mismo, y pese al miedo, pese a la sangre, los andaluces volvimos a salir a la calle al día siguiente para despedirlo. Miles de personas acompañando un entierro vigilado, en el que estuvo presente Marcelino Camacho, líder de Comisiones, preso político de la dictadura durante años. El 6 de diciembre Málaga convocó una huelga general -ilegal, por supuesto- cuyo seguimiento fue masivo. 


Aún hoy seguimos viviendo entre los rescoldos de aquel franquismo amnistiado, de aquel aparato del Estado que nadie depuró, de aquella ley del silencio que impide a las hermanas de Caparrós hacer públicos los documentos del caso hasta que se cumplan los cincuenta años de su muerte. Andalucía ganó su autonomía en la calle, no en los despachos. Y esa conquista, como todas las importantes, sigue siendo frágil. El 4 de diciembre nos recuerda de dónde venimos y, sobre todo, lo que aún queda por defender.


J.T.

miércoles, 3 de diciembre de 2025

Un paciente jamás puede ser un cliente


La reciente filtración sobre las fechorías cometidas en el Hospital de Torrejón no revela un simple escándalo: es la prueba sonora, desnuda, de un modelo que convierte un derecho fundamental en un producto y a los pacientes en mercancía. Un modelo que las derechas llevan años presentando como “eficiente”, “moderno”, “flexible”, cuando en realidad es una maquinaria calculada para exprimir beneficios a costa de la salud pública. 


Gracias a la grabación donde se escucha a Pablo Gallart, director general del grupo Ribera, instando a aumentar las listas de espera, en un hospital público de gestión privada, para poder así ganar cuatro o cinco millones de euros más, empezamos a percibir la dimensión de una infamia que mucho me temo sea mucho mayor de lo que hasta el momento conocemos.


Escuchar a Gallart pedir que “desanden el camino” de bajar listas de espera porque no les salen los números es la confesión de que en el corazón del modelo privatizador hay un principio sagrado que no es proteger la salud, sino blindar el EBITDA. Cuando un directivo habla de los tiempos de espera como si fueran el termostato de un hotel, algo está roto en la salud moral de nuestro día a día. Cuando se gestionan procesos, patologías y pacientes según su rentabilidad o se analiza si la “actividad con temas de farmacia” conviene o no conviene, el barniz de “sanidad pública gestionada por privados” se cae de golpe y deja a la vista aquello en lo que realmente se ha convertido, en un supermercado cutre atendido por batas blancas.


Aquí se ha cruzado una línea que jamás debió rebasarse. Un paciente puede estar angustiado, puede estar enfermo o asustado, pero jamás puede ser un cliente. Un cliente elige, compara, “da beneficios” o “sale caro”. Un paciente es obligatorio atenderlo sin más cálculo que el de qué tratamiento le corresponde y cuándo lo necesita. Todo lo demás es una perversión moral, un fracaso del sistema y una indecencia política.


La Comunidad de Madrid se ha limitado a responder con el tono cínico-tecnocrático que le caracteriza: “gestión transparente”, “criterios de control”, “seguimiento continuo” Palabras vacías propias del doble lenguaje que practican, cara lavada hacia afuera, hoja de Excel hacia dentro. Lo grave no es que no se desmienta lo que se escucha en esos audios; lo grave es que sabemos que forma parte de la lógica del sistema que el Partido Popular, sobre todo en Madrid, lleva practicando con todo descaro desde hace ya demasiado tiempo.


Cuando un servicio público empieza a seleccionar a qué enfermo le interesa atender y a cuál no, no estamos en una discusión ideológica sino ante una clara vulneración del derecho a la salud. Si algo demuestra este infame episodio es que, en el modelo privatizador, la salud se vuelve una variable, no un fin.


El director del grupo Ribera lo dijo sin pudor, hay “muchísimas teclas que podemos tocar”. No se puede exhibir mayor desfachatez. Por las buenas o por las malas, hay que hacerles entender a estos amorales especuladores de pacotilla que donde hay un paciente, nunca puede haber un cliente. Jamás.


J.T.

Sánchez también bebe los vientos por Junts

No hay escrúpulos que valgan. Sánchez y Feijóo se disputan su amor. Carles Puigdemont es el oscuro objeto de deseo de dos desesperados. Si la pasada semana Feijóo se humilló implorando ayuda a los empresarios catalanes de Foment del Treball para que intermediaran con Junts y consiguieran su apoyo en una posible moción de censura, este martes fue el turno de Pedro Sánchez, que quiere seguir siendo la pareja oficial de los nacionalistas catalanes cueste lo que cueste. 


El presidente concedió ayer dos entrevistas: una a TVE, pero en la 2 y a Gemma Nierga, cuyo programa se realiza por lo general en catalán y otra a Jordi Basté en RAC1. En ambas comparecencias no tuvo reparo alguno en propinarse todos los golpes de pecho que hicieron falta y asumir que “hasta ahora” había incumplido acuerdos con Junts per Catalunya pero que eso se iba a arreglar, aseguró.


Sus genuflexiones no llegaron tan bajo como las humillaciones de Feijóo, pero les hizo la pelota todo lo que pudo y más. Se flageló sin reparos, admitió “incumplimientos” y “retrasos” de su Gobierno respecto a lo pactado con Junts y prometió inmediato propósito de la enmienda. De hecho, poco después de las entrevistas, el Consejo de Ministros aprobó un real decreto para sacar adelante varias de esas promesas incumplidas.


Durante las entrevistas a Basté y a Nierga, el presidente del Gobierno volvió a poner sobre la mesa la “normalización” de Cataluña, la plena vigencia del catalán en las instituciones del Estado, y hasta dejó la puerta abierta a un hipotético reencuentro con Carles Puigdemont. Depende Sánchez de los demás para sobrevivir en el poder y si para eso hay que asumir culpas, pues se asumen; si hay que corregir rumbos, se corrigen y si a cambio de lealtades hay que ofrecer migajas, pues se ofrecen.


No pareció que el objetivo fuese defender su proyecto, sino más bien complacer al socio —o exsocio— para mantener vivo el bloque parlamentario. El cálculo se ve claro: con unas cuentas públicas detenidas, con el gran desgaste que le están produciendo los escándalos internos y con una mayoría parlamentaria en equilibrio inestable, el presidente se emplea a fondo intentando asegurar por tierra, mar y aire cualquier apoyo que evite un salto al vacío. 


El gesto, sin embargo, no ha calado. Desde Junts se ha recibido con escepticismo, reconocen el anuncio, valoran tímidamente los avances pero mantienen el “diálogo congelado”, escépticos ante lo que consideran una maniobra de estricta supervivencia. En su momento le dieron calabazas al pedigüeño Feijóo y ahora hacen lo propio con un Sánchez angustiado. Se lo deben estar pasando bomba los nacionalistas sintiéndose tan deseados.


Ya no les vale con concesiones programáticas -vivienda, inversiones locales, catalán en la administración- para otorgar de nuevo la confianza al ejecutivo del Estado; tampoco se fían de las promesas de un PP que miente más que habla como tiene sobradamente demostrado. Me temo que ambos lo tienen pelín crudo, por mucho que unos coreen “Puigdemont, campeón, vótanos la moción” y otros entonen el “Vuelve a casa vuelve”, esa melodía tan apropiada para estos días de vísperas navideñas. 

J.T.




lunes, 1 de diciembre de 2025

Éramos pocos y parió un video el emérito



He aquí el contenido textual del sorprendente vídeo que el emérito ha publicado este lunes en redes:


“Quiero dejar un breve mensaje para los jóvenes españoles, sobre todo para los que no conocéis la historia de España. Quiero que sepáis que vuestros padres, vuestros abuelos y muchos españoles unidos conseguimos hacer una transición ejemplar, dar un cambio a este país en unas circunstancias muy complejas en las que todos tuvimos que esforzarnos y arriesgar, pero con la generosidad y el esfuerzo de todos logramos que este país sea lo que hoy es.


He realizado este esfuerzo de escribir mis memorias con la idea de que vuestros padres puedan recordar momentos históricos y que vosotros podáis conocer la historia reciente de vuestro país sin distorsiones interesadas contado por alguien que vivió la transición en primera persona donde ha habido acontecimientos que han marcado nuestro futuro y todo este legado que yo os he podido dejar.


La monarquía ha jugado un papel esencial en todas esta transición una posición institucional y acciones en las que hemos conseguido conectar a España con el resto del mundo. Os pido que apoyéis a mi hijo el rey Felipe en este duro trabajo que es unir a todos los españoles y que España siga jugando un papel tan relevante en el mundo. Gracias por escucharme. Un fuerte abrazo.”


Solo unas breves consideraciones:


1. Se falta el respeto a sí mismo.

2. Nos lo falta a todos.

3. Perjudica a su hijo, cuyo entorno debe estar pensando que alguien le está pagando a su padre para que acabe con la monarquía de una vez.

4. Lo hace para promocionar el libro, conseguir venderlo, se ve que el pobre necesita ingresos para llegar a fin de mes.

5. Parece IA pero no lo es.

6. El texto es insulso e irrespetuoso. El aspecto, lamentable y la manera en que está escribiendo la historia de la última etapa de su vida, grotesca y esperpéntica.

7. Si alguna vez tuvo sentido del ridículo, parece claro que lo ha perdido.

8. Tras haber pasado casi cuarenta años de mi vida escuchando a este señor intentando vendernos la moto cada Nochebuena con todo tipo de alharacas y al son del himno nacional, verlo y escucharlo este uno de diciembre contándonos milongas infumables en minuto y medio, reconozco que ha conseguido rebasar mi capacidad de asombro. 

9. Tan grotesco y patético todo que acaba produciendo vergüenza ajena. Solo ha faltado que hubiera difundido el video el día de Nochebuena. Aunque quién sabe. Igual tiene otro preparado.

10. Igual se ha propuesto ser él solito quien acabe con la monarquía para que los republicanos no tengamos más remedio que acabar agradeciéndole algo.


J.T.

domingo, 30 de noviembre de 2025

Vienen a por nosotros, no solo a por Sánchez



Reconozco que pasar por los quioscos este mes recién acabado y ver cada mañana las primeras páginas de los periódicos ha sido desolador. Las sesiones del juicio contra el fiscal general del Estado, el fallo exprés condenatorio a la espera de la sentencia, la entrada en la cárcel de Ábalos y Koldo, la salida de Cerdán… Extenuante.


Quieren acabar con Sánchez, es verdad, pero el presidente no es el objetivo sino solo el instrumento, porque si consiguen acabar con él será solo el comienzo de la pesadilla. El objetivo último somos quienes en el verano de 2023 decidimos que no queríamos que nos gobernara la derecha ultra. Apostamos porque gestionara el país una opción política que alejara de las instituciones del Estado el fascismo que empezaba a ensuciar las autonomías y, desesperado al ver que no lo conseguía, el neoliberalismo decidió ir a por nosotros a calzón quitado con otro tonto útil a la cabeza bramando “quien pueda hacer que haga”.


Tenían sus planes para estos años, dinero fresquito de Europa, privatizar a mansalva para enriquecer sin freno a sus amigos y protectores, recortar avances laborales y acabar con los derechos sociales y, cuando más felices se las prometían, descubrieron que los números no daban. Desde entonces vienen dejándose una pasta gansa en medios de comunicación desestabilizadores, invierten en mentirosos expertos en redes que consiguen que los fakes se reproduzcan por esporas, jalean a los parlamentarios para que hagan irrespirable la atmósfera en el Congreso y cuentan con un porcentaje de la judicatura eficaz a la hora de realizar la parte del trabajo que les corresponde.


Lo que nunca entenderé es cómo, sabiendo todo esto, en el entorno del presidente se movían personajes dispuestos a ponérselo fácil a quienes quieren acabar con ellos y, de paso, con nosotros. Ahí es donde me pierdo y me desanimo. La izquierda sabe de siempre que no puede proporcionar ni un solo motivo que otorgue autoridad moral a la derecha para entrar a saco ¿Entonces, por qué lo hacen? Quienes recurren al “y tú más” se equivocan. Ni somos como ellos ni podemos compararnos con ellos. La verdadera izquierda ha de plantear batalla desde la decencia, no hay más. Aquello de ser honesto pero también parecerlo.


Los socialistas aquí han fallado una vez más. Falta de controles por un lado e ingenuidad por otro, porque espero que sea ingenuidad y no prepotencia lo que les llevó, por ejemplo, a pactar en su día un Consejo del Poder Judicial que les/nos está llevando a la ruina. Las portadas de noviembre han sido demoledoras. Los desestabilizadores salivando y quienes vemos peligrar la democracia sin conseguir entender cómo es posible que quien tenía poder y medios para hacerlo no haya puesto pie en pared antes de permitir que las cosas llegaran hasta aquí.


Lo intentaron a la portuguesa y no les salió, Sánchez resistió y no dimitió como Antonio Costa en Portugal, cuya “coherencia” desembocó en la llegada de las derechas al poder para que meses después quedara demostrado que la acusación contra el primer ministro carecía de fundamento. Pues si haciéndole un “Costa” el tío aguanta, habrá que hacerle un “Lula”. Y en ello están. Ya hay bocazas y agoreros ultras abogando no solo por echar al presidente sino por meterlo en la cárcel.


Se les ha escapado Televisión Española, un verso suelto que por sí solo no puede hacer todo el trabajo de contrapeso, pero a cuyos responsables hay que agradecer que peleen por ofrecer una programación decente a pesar de los ataques sin piedad que reciben a diario. Todo esto en un contexto, no lo olvidemos, de buen momento económico en el país y de reconocimiento internacional a la figura del presidente del Gobierno. Pero les da igual, el Rasputín de las canas que ejerce de portavoz de la desestabilización lo dejó claro con aquel premonitorio “irán p’alante”.  Y es verdad, o espabilan, o acabarán yendo p’alante. No nos olvidemos que el gobierno puede empezar a hacer cosas mañana mismo, por ejemplo renovar el Poder Judicial como se renovó TVE, con una mayoría absoluta que no necesita tener en cuenta para nada a las derechas.


Vuelvo al principio: no perdamos la perspectiva porque no van solo contra Sánchez, van contra todos nosotros. El Gobierno no ha gestionado bien sus posibilidades y esa es parte de la razón por la que estamos como estamos, pero que exigirle responsabilidades al presidente, a su entorno y a su partido no nos despiste: el verdadero objetivo de los depredadores somos los pensionistas, los dependientes, las mujeres, los inmigrantes, la educación y la sanidad publicas, las políticas de igualdad, la memoria histórica… Vienen a por nosotros. Ese es el auténtico propósito de quienes, de momento, cierran un mes de noviembre en el que resulta indiscutible que han ganado terreno de cara a acabar con las conquistas democráticas que tanto tiempo nos costó conseguir. 


J.T. 

sábado, 29 de noviembre de 2025

Feijóo se arrastra ante Junts


El Partido Popular lleva años vomitando titulares sobre Carles Puigdemont: le han llamado golpista, prófugo, enemigo del Estado, ruina de España, en las calles madrileñas han gritado junto a los ultras “Puigdemont, a prisión”, se han rasgado las vestiduras por la amnistía y han trabajado con todas las armas a su alcance para imposibilitarla. Demasiado literario que el mismo hombre al que querían esposado en la Plaza Mayor se haya convertido a día de hoy en el salvavidas que necesitan para derribar a Pedro Sánchez. Si hay que mendigar se mendiga, si hay que arrastrarse se arrastra uno. Ningún pudor, ninguna vergüenza, ningún disimulo. Si para conseguir mi objetivo tengo que comerme mis palabras me las como, ¿quién dijo amor propio?


Acudió Núñez Feijóo este viernes a Barcelona y rogó a los empresarios catalanes -los mismos a quienes el PP empujó a sacar sedes de Catalunya- que convenzan a Junts para apoyar una moción de censura. Una moción que el propio Feijóo lleva meses insinuando, escondiendo, reivindicando y hoy… ¡negando! porque esta mañana, muy ufano, ha dicho que él “solo quiere llegar a la Moncloa con votos, no con una moción de censura”.Lo dijo pocas horas después de mendigar exactamente eso, por mucho que se empeñe en prometer que solo sería “para ir a elecciones y tener de inmediato un nuevo gobierno”. 


He aquí el PP en estado puro: te escupe en la cara y luego te pregunta por qué estás mojado. Feijóo reniega ante las cámaras de la moción, pero por otro lado anda suplicando a los empresarios, presionando a Junts y repitiendo su eterna matraca de  “gobierno ilegítimo” a ver si cae la breva y consigue que le hagan el trabajo sucio. Pide limosna, pero no se le ocurre pedir perdón. Ni por haber demonizado a Puigdemont, ni por haber boicoteado la oficialidad del catalán en Europa, ni por haber alentado el traslado de empresas como arma política.Tampoco por haber repetido hasta la náusea que Junts era una amenaza para España.


Y ahora resulta que los necesita. Mientras el todavía líder del PP les pide ayuda -aunque jure que no la está pidiendo- Junts le recuerda una obviedad que, por lo visto, en Génova no entienden: romper con el PSOE no significa abrazar al PP. Que uno esté enfadado con un vecino no quiere decir que se vaya a casar con el otro. Pero Feijóo vive en un universo paralelo donde todo lo que no sea apoyar a su partido es, por definición, una anomalía democrática.


En resumen: el PP ha pasado de llamar a Puigdemont delincuente a considerarlo plan B. De exigir su detención a suplicar su colaboración. De demonizar a Junts a pedir su bendición. Feijóo asegura que quiere gobernar con votos, pero no deja de mendigar atajos. Quiere parecer íntegro sin serlo, demócrata mientras conspira y firme mientras se desmorona.


¿No hay nadie cerca que lo quiera un poquito y le diga Alberto, porfa, deja ya de hacer el ridículo de una vez?


J.T.

viernes, 28 de noviembre de 2025

"Los derechos humanos no son un concurso"



En el corazón del Senado, el pasado 27 de noviembre José Pablo López, presidente de RTVE, dejó claro que el servicio público audiovisual no es un cortijo particular ni un altavoz para agendas ideológicas, sino un instrumento al servicio de la ciudadanía, de los derechos humanos y de la verdad incómoda. López reafirmó la postura de RTVE: no participaremos en Eurovisión 2026 si Israel sigue en el certamen. "Los derechos humanos no son un concurso".


Un acto de coherencia moral que sitúa a RTVE por encima de los intereses geopolíticos y comerciales que hipotecan a tantas emisoras europeas. En la comparecencia de este mes ha habido informes técnicos sobre presupuestos y programación –se han anunciado proyectos como La gran aventura de la lengua española, presentado por Iñaki Gabilondo, o Aprobado en historia con Alba Flores, dedicados a rescatar nuestra memoria colectiva, desde el exilio republicano hasta la vibrante diáspora cultural–. Pero lo más destacable ha sido el choque frontal con la deriva reaccionaria que PP y Vox intentan imponer en el servicio público. 


Mientras López defiende la no neutralidad ante el horror –"El entretenimiento no es una ocasión para la irresponsabilidad"–, los portavoces de la ultraderecha y sus aliados conservadores desatan un vendaval de improperios, acusaciones de "imparcialidad sesgada" y demandas de autocensura. Vox ha arremetido contra la cobertura de RTVE sobre la dictadura franquista, tildándola de "liberticida". Claro, por lo visto es mucho mejor un borrado de la historia para que las narrativas supremacistas de la ultraderecha prosperen sin testigos.


En cuanto al PP, parece claro que no les interesa reformar; lo que les urge es colonizar. Recuerden: fue el PP quien, en 2012, manipuló la elección de directivos para convertir RTVE en un panfleto preelectoral. López les ha respondido con datos: pérdidas reducidas, compromisos con la producción interna y transparencia total en contratos. 


La comparecencia del presidente de la Corporación RTVE del pasado jueves ilustra el abismo entre una RTVE renacida y una derecha que sueña con un medio sumiso. En tiempos de posverdad, donde Vox pontifica con monólogos ridículos y el PP obstruye la justicia social, comparecencias como esta son oxígeno puro. 


"No participaremos en Eurovisión 2026 si Israel sigue en el certamen, los Los derechos humanos no son un concurso" Confota comprobar que en momentos como estos RTVE no seaneutral ante la injusticia y se muestre beligerante con ella, como por otra parte es su obligación Que el PP y Vox se revuelvan todo lo que quieran.

J.T.

jueves, 27 de noviembre de 2025

“Un periodista deja de serlo cuando miente”



Destaco esta frase para titular la reseña del contundente discurso que el Gran Wyoming pronunció la noche de este miércoles en Barcelona, durante la gala de los Ondas, cuando recogió el premio de mejor comunicador tras veinte años al frente de “El Intermedio”. Corto y pego a continuación las frases a mi juicio más destacables de su intervención:


“Yo tengo el pelo blanco pero no miento, que quede claro esta noche aquí.


Quiero agradecer al equipo del programa no haber emitido ninguna mentira, jamás se lo hemos consentido tampoco a ningún invitado en los veinte años que llevamos en antena.


Llevo más de cuarenta años en la televisión y nunca, como ahora, he visto el sistema democrático tan amenazado. Gran responsabilidad de esto la tienen personas responsables de medios que bajo el disfraz hipócrita de la pluralidad y la libertad de expresión ceden espacio con todo el cinismo del mundo a intoxicadores que ocupan el terreno de la información para soltar falsedades, insidias, mentiras. 


“A mí nadie me da clases de periodismo” dicen cuando se les cuestiona. Es que no son clases de periodismo, son clases de decencia elemental. Quiero acordarme de los profesionales de la información que están siendo señalados, desde la impunidad de los cargos públicos, por el delito de desenmascarar mentiras. Quiero acordarme de ellos también hoy aquí, y para remate también de lo que hemos escuchado recientemente en la sala Segunda del Tribunal Supremo, donde se ha ratificado y legalizado la mentira como un arma estratégica. 


Hemos escuchado decir “yo no soy yo notario, yo soy periodista” con lo cual… tienes bula para mentir. No, un periodista deja de serlo cuando miente, ese no es su cometido; es más, quiero ir más allá: sí, un periodista es un notario, y quiero que sea también garante de la verdad porque como ciudadano, exijo una vez más el derecho constitucional a la información veraz.  


Concluyo con un ruego simplemente: exigiros, por favor, luchar contra los enemigos de la libertad. Estuvieron, están y estarán ahí, y solo les cabe una duda que nos la exponen con la chulería de los señoritos de los Santos Inocentes: si entrarán con lanzallamas o con motosierras. 


Aprovecho que estoy en el Liceo para citar a un cantante de la zona,  bueno es de Alcoy pero da igual: “No, jo dic no, diguem no, nosaltres no som de eixe mon”.


Está todo grabado, pero pienso que es bueno también que según qué cosas queden reflejadas por escrito.


J.T.


miércoles, 26 de noviembre de 2025

La justicia como espectáculo

Estoy de acuerdo con Jordi Juan, director del diario La Vanguardia, cuando plantea en su columna de hoy que “valdría la pena preguntarnos si las grandes transformaciones que se han producido en este país en el terreno social, económico, político, e incluso en el ejército” llegarán algún día al estamento judicial. Muchos juristas, recuerda, consideran que la existencia aún de tribunales como la Audiencia Nacional , herencia directa del franquista TOP (Tribunal de Orden Público), es inexplicable a estas alturas.

Cuesta entender buena parte de los episodios ocurridos en los últimos tiempos en el mundo de la judicatura. Cada mañana nos desayunamos con un nuevo capítulo que confirma que la justicia en España funciona como una máquina vieja, llena de ruido, con piezas sueltas y un desmadre impropio de la respetabilidad de la institución. Ahí está el fallo del Tribunal Supremo contra el Fiscal General del Estado cuya sentencia aún desconocemos. El juicio a la familia Pujol se celebra en la obsoleta Audiencia Nacional y da comienzo ¡trece años después! de iniciada la causa. Claro que aún puede que haya a quien le parezca poco si lo compara con el Caso Poniente, el escándalo de corrupción ocurrido en la localidad almeriense de El Ejido hace diecisiete años y cuyo juicio se encuentra aún pendiente de celebrarse. De la Gürtel y tantos otros vergonzosos asuntos que todos nos sabemos de memoria para qué hablar. 


¿Qué explicaciones técnicas pueden justificar estas eternidades procesales? Los implicados envejecen, los testigos desaparecen, los delitos prescriben, ¿nadie está en condiciones de decir hasta aquí hemos llegado, se ha acabado ya este cachondeo? Más tomaduras de pelo: un juez instructor joven detiene la semana pasada en Almería a la cúpula del PP en la Diputación y en el partido, estos dimiten, sí, pero a los pocos días, el juez deja la causa, ¿no es maravilloso?


Más: ahí tenemos a Peinado y su obsesiva instrucción contra la mujer del presidente del Gobierno a partir de la denuncia que unos fascistas elaboraron con recortes de prensa, o el juicio que en breve dará comienzo en Extremadura contra el hermano de Sánchez, o a tres miembros del tribunal que ha de redactar la sentencia contra el fiscal general impartiendo cursos pagados por entidades que lo acusaron. 


La derecha y la ultraderecha han convertido los tribunales en su principal plataforma política y el Gobierno continúa sin coger el toro por los cuernos. Hacen falta reformas profundas: renovación del CGPJ, límites claros en los tiempos procesales, mecanismos de responsabilidad para los jueces que actúan políticamente, disciplina estricta para los magistrados que participen en actividades financiadas por partes interesadas. Pero nada de esto sucede, ¿por qué?


Hasta un rotativo tan moderado como La Vanguardia dedica este miércoles su editorial a este asunto admitiendo que “si quiere restaurar su prestigio”, la judicatura tendrá que empezar a hacer las cosas de otra manera. Me temo que más les vale esperar sentados.


J.T.