lunes, 20 de enero de 2025

Mejide acojonado


Risto le debe su carrera al desprejuicio con el que practica la insolencia, a la grosería y habilidad para el desprecio, a su capacidad para ensañarse con jóvenes concursantes en programas televisivos. Punto. Por eso me produjo cierta ternura verlo descompuesto el otro día cuando la eurodiputada Irene Montero denunciaba, en el programa que el reputado publicista dirige ahora en Cuatro, el peligro de dar voz a neonazis desokupas en los medios de comunicación contribuyendo así al blanqueo de actividades delictivas.


Desencajado, Mejide recurrió a sus peores artes cuando se vio desbordado por los argumentos de una representante pública que no se arruga a la hora de llamar a las cosas por su nombre. Montero había sido invitada para valorar la querella contra ella de un fascista de Desokupa quien, tras amenazar con que iría a montar el pollo a la presentación de su libro, finalmente no acudió. El problema no son los neonazis que amenazan y se lucran con el odio, vino a decir, sino quienes como Ana Rosa Quintana, dueña de más de cuarenta pisos, les facilitan difundir sus mensajes, blanquean la violencia que ejercen echando a gente de sus casas, los legitiman y contribuyen a envalentonarlos. 


Ahí fue cuando al tal Mejide le salió el pendenciero que lleva dentro: que si la ex ministra estaba aprovechando para soltar un mitin, que si se empeñaba en convertir la entrevista en un lodazal, que si este programa no es tu ariete personal, que si no estoy dispuesto a permitir… Como Irene no se amedrentaba y continuaba respondiéndole con educación pero con firmeza, Mejide acabó recurriendo al tono paternalista y condescendiente: “¿Has dicho ya todo lo que tenías que decir, Irene?”, le soltó con la impune agresividad que le hizo famoso como jurado televisivo.


Tan esperpéntico episodio me lleva a plantear aquí algunas cuestiones: ¿Habría actuado Risto del mismo modo si, en lugar de haber sido Ana Rosa Quintana la presentadora aludida por Montero, la persona citada hubiera pertenecido a otra cadena televisiva que no fuera Mediaset? ¿Le tiene miedo a Ana Rosa, se lo tuvo quizás a los dueños de Telecinco, temió por el futuro de su programa si no saltaba a la yugular de la entrevistada, habilidad que, por cierto, este profesional de la intimidación tiene sobradamente demostrada? 


¿Cómo es posible que un señor a quien no ha elegido nadie trate con esa falta de consideración a una representante pública? ¿por qué parece comúnmente admitido que sea tabú nombrar a según qué personas sin perífrasis ni sobreentendidos, dar a conocer a la ciudadanía sus actividades para que ciertas cosas se entiendan mejor? ¿Por qué hablar con claridad hay a quien le parece una osadía?


Cuando se recurre al amilanamiento como hizo Risto durante su entrevista a Irene Montero, por lo general suele ser por miedo a las consecuencias que podrías sufrir si dejas hablar libremente y no interrumpes. Las artes que empleó para ello fueron una falta de respeto de libro a una eurodiputada. ¿Alguien se imagina a Risto Mejide ante Feijóo espetándole “Alberto, no te voy a permitir…” por muchas barbaridades y mentiras que el todavía líder del PP pudiera llegar a decir? ¿Se habría atrevido a hacer algo parecido con Abascal, Aznar o Aitor Esteban por ejemplo? Porque claro, que Irene sea mujer seguro que no tuvo nada que ver. Lo habría hecho igual con Cayetana, Ayuso o Gamarra, ¿verdad, Risto? ¿Se habría puesto tan chulo en estos casos como lo hizo cuando le dijo textualmente a su invitada “Admito que no te guste como soy, pero no pienso cambiar porque me digas que no te gusta”?


Si algo deja claro el episodio Montero-Mejide es la necesidad de que las denuncias públicas sobre quienes en última instancia mueven los hilos de la crispación necesitan muchas más ventanas para que las verdades desnudas lleguen frescas al común de los mortales y estos cuenten con suficientes datos para reflexionar y elaborar criterio propio. 


Como ocurre cada vez que hablan en defensa de los más débiles y señalan el origen de los problemas de desigualdad en este país, hay que agradecer a representantes públicos como Irene Montero que no se cansen de poner el cuerpo para defender sus ideas y difundirlas. La desinformación no puede ganar la batalla, por eso es imprescindible que los medios dejen de estar solo en manos de profesionales de la mordaza o de sicarios asustados por las posibles consecuencias si dejan hablar libremente a quienes entrevistan. 


El pobre Risto Mejide pasará, incluso Ana Rosa pasará, pero las ideas que defiende Irene Montero contra viento y marea seguirán vivas y con gentes dispuestas a defenderlas. Por eso el sistema se resiste e interviene sin disimulo a través de sus terminales mediáticas, con marionetas a su servicio como el desprejuiciado publicista metido ahora a presentador de programas televisivos, que por una vez no ha sabido disimular cuando le ha entrado el canguelo.


J.T.




lunes, 13 de enero de 2025

Contra Musk y Trump, periodismo


El poderoso nunca quiere que el común de los mortales esté bien informado. La ignorancia es rentable y por eso los ricos invierten siempre en fomentarla, tanto si están en el poder como si no. A partir del próximo día 20 de enero, los ricos ya no moverán los hilos de la desinformación desde la trastienda sino que lo harán a cara descubierta y con el mayor de los desahogos. Elon Musk, la persona más acaudalada del mundo, mano derecha del inquietante Donald Trump, tendrá carta blanca para infestar el planeta de bulos más de lo que ya lo ha hecho. Desde que adquirió twitter, se ha dedicado a despejar un camino que estos días ha rematado con la presión explícita al dueño de Facebook e Instagram para que “se deje de tonterías” y renuncie a verificar lo que escriben sus usuarios. Y Mark Zuckerberg, que tampoco es que sea precisamente un adalid de la lucha contra las mentiras en redes, ha tragado. En nombre de la libertad de expresión, ¡viva el caos!


Ya no les basta con manipular, deformar u ocultar información. Ahora Musk, Trump, Zuckerberg, Bezos y demás plutócratas nos van a mentir ya sin límites y en tiempo real. Un ejército de desaprensivos a su servicio podrá campar a sus anchas en las redes sin miedo a ser frenados ni amonestados. Esas redes que iban a servir para informarnos mejor, para aumentar las posibilidades de hacer buenas crónicas y mejores reportajes, se han propuesto matar el periodismo. La Historia, tal como la conocemos, suele estar escrita por los vencedores. Solo cuando estos dejan algo sin destruir, no queman documentos suficientes o se les escapa vivo algún testigo, los investigadores pueden llegar a evidenciar alguna falsedad. A partir de ahora nos van a mentir, cada minuto y sin pudor, sobre la realidad misma que percibimos, ¿a quién va usted a creer, a mí o a sus propios ojos?, que diría Groucho Marx.  


Para plantar cara a esta ofensiva, Diario Red apostaba en uno de sus editoriales recientes por la creación de una red social pública bajo control democrático. “Del mismo modo, decían, que en casi todos los países desarrollados, el sistema de medios de comunicación privados bajo control corporativo convive y compite con televisiones y radios de titularidad pública, nada impide que un estado —o una confederación de estados, como la Unión Europea— dediquen sus recursos y sus capacidades a poner en marcha una red social también pública”. No deja de ser una idea, pero me temo que se “olvidan” de un pequeño detalle: si no existe en el mundo ningún gobierno cuyo objetivo no sea manipular y controlar los medios públicos, ¿qué no harán cuando puedan meter su manos hasta el fondo en una red social pública?


Mientras tanto, tipos como Musk nos van comiendo la tostada al tiempo que fomentan el odio, la violencia y el racismo por el mundo entero. Varios directores de medios han dado estos días la voz de alarma ante la hipócrita explicación de Zuckerberg para dejar de verificar lo que sus usuarios escriben en las redes de Meta. Virginia P. Alonso, nuestra directora, diseccionaba y dejaba en evidencia el pasado jueves el video-justificación del fundador de Facebook, “posiblemente uno de los mejores ejemplos recientes de tergiversación del lenguaje en esta era de posverdad y autocracia”. Jordi Juan, director de La Vanguardia, reclamaba la necesidad de no perder el foco, de no olvidar jamás que las noticias deben aparecer siempre verificadas, jerarquizadas, evaluadas y no pueden ser –o, mejor dicho, no deberían ser– falsas o inventadas”. Marius Carol por su parte nos ha recordado que “frenar, señalar o advertir de un bulo no es censura, sino sentido de la responsabilidad. No vale decir que una democracia es un sistema en que la libertad de opinión se antepone al establecimiento de la verdad, sobre todo cuando vemos que este argumento está sirviendo para desgastar las democracias liberales y para respaldar a las fuerzas de extrema derecha”. Hasta The New York Times le ha sugerido hace poco a Europa una reacción para frenar las veleidades expansionistas de Trump y el descarado apoyo de Musk a los fascismos en el viejo continente.

 

Es un hecho que, a día de hoy, el margen para adquirir criterio propio se nos va quedando cada vez más cortito, si es que nos queda alguno. La verdad habrá que buscarla con lupa y costará encontrarla porque cada vez serán menos los medios con dinero suficiente para invertir en investigación, en reporteros que viajen a los sitios donde pasan las cosas y cuenten sin filtros todo lo que presencian. Eso siempre que exista voluntad política por parte de algún medio para propiciarlo. Pepa Bueno, directora de El País, apuntaba optimista en su columna de La Ser el pasado viernes que quizás la ausencia de verificación en las redes sociales podría dejar de confundir a la gente que, hastiada, volvería a buscar el verdadero periodismo en los pocos lugares donde todavía permanece vivo.


Si como reza el dicho, la primera víctima de una guerra es la verdad, igual cabe concluir que estamos viviendo ya toda una guerra en lo que a la manera de entender la información se refiere. Pues si es así, vayamos a ello: contra Musk y Trump, periodismo. O mejor dicho: Periodismo. Así, con mayúsculas.


J.T.





lunes, 6 de enero de 2025

El mantero ahogado en el Guadalquivir y el periodismo infame


Sobrecogía la noche del pasado jueves en Sevilla escuchar cómo la comunidad senegalesa que reside en la ciudad pedía justicia. Unas mil personas los acompañábamos en la plaza de la Gavidia durante el homenaje a su compatriota Mamouth Bakhoum, ahogado días antes en el Guadalquivir cuando huía de la policía. Los cánticos en honor al amigo desaparecido, los rezos desgarrados cargaron la atmósfera de una emoción solo empañada por el desmesurado despliegue de las fuerzas de seguridad en la zona donde se celebraba el acto.


El domingo 29 de diciembre a las cuatro de la tarde Mamouth, de 42 años, escapaba de la policía cargado de bolsos y camisetas que se proponía vender por el centro de la ciudad, cuarenta kilos envueltos en una manta que intentaba proteger para evitar que le decomisaran la mercancía. Sus compañeros se escabulleron con más facilidad, pero él eligió para correr un camino por el que la persecución –“seguimiento”, según la versión oficial- era más fácil y la huida más complicada. Lo que ocurrió solo sus protagonistas lo saben, el caso es que tras recorrer algo más de un kilómetro, Mamouth Bakhoum cayó al río y cuando lo sacaron del agua ya estaba muerto. En los videos del rescate se puede ver cómo intentan reanimarlo sin éxito.


“Queremos saber qué pasó, clamaban los portavoces durante el acto en su recuerdo, con el corazón roto pero la voz firme exigimos que se abra una investigación, que se conozca la autopsia, que se busquen grabaciones de las cámaras de seguridad, basta ya de criminalización de los manteros, basta de perseguir a quienes su único delito es intentar sobrevivir, no vamos a desaparecer, esta lucha no va a parar hasta que todos seamos iguales, nos necesitamos los unos a los otros. ¡Justicia!”


A medida que aumentaba el clamor de los presentes pidiendo justicia, crecía a su vez la incomodidad de la policía que nos “custodiaba”. Es bueno que un asunto así cobre repercusión, es bueno que los intentos por minimizarlo no tengan éxito, es necesario luchar para que este tipo de casos no continúen cerrándose en falso. “Si fuera un criminal, ¿habría huido con la mercancía?, argumentaban sus amigos. El padre de una niña de un año, se iba a tirar al río así sin más?, añadían mientras aseguraban que Mamouth tenía papeles, se había quedado sin trabajo y por eso recurría a la manta. 


“El mantero que murió huyendo de la Policía Local de Sevilla tenía una condena de cuatro meses por atentado contra  la autoridad”, habían titulado el día de los hechos los principales diarios locales sin percatarse -¿o sí?- de que así estaban deshumanizando a la víctima. Una vez más, el débil, el diferente, era criminalizado por medios que funcionan como altavoces de las fuentes oficiales, que no se plantean escuchar ninguna otra versión ni mucho menos buscar testigos. 


“Atacan la jefatura de la Policía Local de Sevilla tras la muerte del mantero que se ahogó en el Guadalquivir”, titularon para relatar la protesta de amigos y familiares de Mahmoud tras conocer su muerte. “Los familiares irrumpen de forma violenta en la comisaría”, remataron, obviando así el meollo del caso y alejando el foco de lo importante: ¿por qué ocurrió? ¿de verdad se tiró al agua sin más? ¿qué pasó en realidad? Nadie se interesó por la versión de los familiares y amigos de la víctima, a nadie le resultó extraño que alguien que no sabía nadar decidiera tirarse al río ante la presencia de unos policías que no iban a detenerlo, según la versión oficial.


Estamos echando la profesión periodística a perder, si es que no lo está ya de manera irremediable, no nos ganamos el respeto de los lectores a quienes nos debemos, con tal de no incomodar a quienes mandan, y así nos va. No me puedo creer que haya profesionales del periodismo que piensen que ser negro y africano es explicación suficiente para cualquier irracionalidad si quienes así lo afirman son fuentes "oficiales" ¿O sí?


Mahmoud no es el primer mantero que fallece huyendo de la policía en nuestro país. Hace ya diez años perdió la vida otro compañero que cayó desde un balcón en Salou durante una operación policial y en 2018 un tercero murió de infarto cuando era perseguido por Lavapiés, en Madrid. Representantes de distintas asociaciones cívicas se comprometieron a reunirse con la comunidad senegalesa para ver qué medidas legales se puede tomar tras lo sucedido el pasado día 29 en Sevilla, recurrir a la fiscalía y buscar pruebas y testimonios que permitan presentar una demanda judicial. Para denunciarlo e impedir que este tipo de casos continúen sucediendo.


Esperemos que nadie corra un tupido velo sobre un asunto que presenta dudas e interrogantes más que razonables. Si nadie tiene nada que temer, ¿qué justificación puede haber para que no se llegue hasta el final en la investigación y se difundan los resultados con absoluta transparencia? ¿por qué empeñarse en dar a conocer solo versiones incompletas y sesgadas? 


J.T.

lunes, 30 de diciembre de 2024

Carta de Año Nuevo para un sobrino facha

Eres pobre, querido sobrino, hijo de pobres y nieto de pobres. Por bien que te vaya la vida ahora. Llegaste de niño a Catalunya junto a tu abuelo, vendedor ambulante en las Alpujarras y tu padre, un mecánico habilidoso que tampoco veía futuro en la Andalucía que nos vio nacer. Eran los años sesenta del siglo pasado y la tierra que os acogió os proporcionó trabajo, prosperidad y calidad de vida. A ti, además, una educación impensable por entonces en la pedanía donde naciste y que sí recibiste en Hospitalet y luego en la universidad Central, conocimientos que de adulto te facilitaron ganarte la vida con decencia como profesor de historia. Tienes suficiente cultura y criterio para saber que el fascismo no es el camino. Pero te marchaste de Catalunya, conseguiste el traslado a la tierra de la familia y te has hecho facha, ¿por qué?


Compruebo con estupor el tiempo que dedicas a fomentar el odio en redes sociales, me cuesta trabajo reconocer en tus tuits a aquel adolescente educado e inquieto que yo trataba en Barcelona durante los últimos años de la dictadura y primeros de la democracia. ¿Por qué te molestan tanto los inmigrantes, Manuel? ¿qué fuimos nosotros, que fue tu padre en la Seat de la Zona Franca, qué fue tu abuelo en la papelera del Prat? ¿por qué odias Catalunya, la tierra que durante tanto tiempo nos dio de comer? Te oigo hablar de Tabarnia y se me cae la cara de vergüenza, como cuando te alineas con la homofobia o despotricas del feminismo.


¿Qué privilegios defiendes, querido? ¿Los de quienes siempre te han esquilmado? ¿los de quienes nunca te dejarán ser como ellos? ¿los de quienes propagan el miedo a que te quiten o te ocupen los dos miserables pisos que tienes alquilados, que son los mismos que nos roban a todos a diario y a manos llenas? Sabes muy bien que ni tú ni nadie de la familia seréis considerados nunca de los suyos por mucho que ahora contribuyas a difundir sus consignas de crispación y frentismo. Te desprecian, pero tú te dejas usar, aunque en el fondo seguro que sospechas que si llegaran al poder te tirarían a la basura sin compasión, como un kleenex gastado que, una vez cumplida su función, ya no les sirve para nada. Se van a reír de todos los que como tú los defendéis ahora y lo sabes. Es más, ya se están riendo cuando te ven, a ti y a tantos como tú, hacerles gratis el trabajo sucio, ¿o no es gratis?


Con el fascismo no habría más prosperidad y lo sabes, no habrá más igualdad de oportunidades y lo sabes, como sabes también que son violentos, como sabes que la pensión de tu padre no mejorará, ni existirán esas coberturas sociales que a día de hoy no valoras porque no quieres contemplar que irán desapareciendo una detrás de otra. Como tampoco valoras la libertad que disfrutas pensando –o haciendo pensar- que ahora no existe. Veo tus perfiles y no te falta un perejil, que vivan los toros, la legión, la monarquía, el catolicismo y la España una, grande y libre… Te queda solo defender el terraplanismo, negar el cambio climático y sostener que las vacunas contienen un chip de control, ¡madre del amor hermoso! 


Sé de derechas si quieres, Manu, faltaría más. Me cuesta entenderlo pero es una opción legítima. Lo que no puedo entender es que estés contribuyendo a propagar los postulados ideológicos de unos intolerantes que, apenas puedan, intentarán buscarle la ruina a parte de tu entorno y finalmente acabarán yendo a por ti también. Porque eres pobre, no lo olvides, hijo de pobres y nieto de pobres. Y al fascismo los pobres, ignorantes o no, solo le sirven para conseguir el poder con sus votos merced al machaque al que estáis sometiendo al personal. 


Cuando descubran el timo será tarde, pero a ti no te entiendo porque conoces bien los procesos históricos. Como sabes que la llegada de Trump y el ascenso de los ultras en Europa no auguran nada bueno. No puede ser que se repita el cuento y que solo acabe viéndose claro hasta qué punto el fascismo es una ruina cuando ya sea demasiado tarde para evitarlo ¿Qué beneficio sacas tú alentando la ideología ultra, a qué aspiras, estás seguro que eso es lo mejor para tus hijos? No olvides nunca que, aunque los malos acabasen ganando, quienes continuaremos luchando contra la injusticia y la desigualdad siempre seremos más. 


Feliz año nuevo, sobrino. Tu tío que te quiere.


J.T.

lunes, 23 de diciembre de 2024

Podemos importa. Y mucho.



Agoreros de toda clase y condición vienen anunciando la muerte de Podemos desde el mismo día, 17 de enero de 2014, en que este proyecto político se dio a conocer. El sistema se percató enseguida que lo que significaba esta iniciativa política no era precisamente una broma, que sus análisis eran profundos y sus propuestas ponían el dedo en la llaga. El bipartidismo y la monarquía corrupta, la banca y el empresariado supieron ver pronto que las reflexiones y diagnósticos de aquellos profesores universitarios calaban porque manifestaban exactamente lo que buena parte de la ciudadanía sentía y pensaba en aquellos momentos. Había que cargárselos pues, matarlos, acabar con ellos. Aquel maldito espejo de Blancanieves les estaba diciendo que existía alguien más guapo. Intolerable.


Y a ello se pusieron. Casi once años después, los más de veinte casos judiciales abiertos contra diferentes miembros de la formación con cualquier pretexto, pero siempre sin fundamento, han quedado en agua de borrajas como no podía ser de otra manera. Los dos últimos, el caso Neurona y el caso Niñera, acaban de cerrarse por fin dejando claro que todo fue una patraña urdida para arruinarles la vida a quienes habían osado poner en solfa las inercias de la manoseada Transición, los acuerdos que durante décadas habían dejado vivos en las instituciones a buena parte de los herederos de la dictadura. Algunos nunca dejaron de asomar la patita y otros, desde que han decidido quitarse las caretas en los juzgados, la policía, el ejército o los periódicos, están consiguiendo acorralar a los miembros socialistas de un gobierno que nunca supo verlas venir hasta que no les ha tocado a ellos.


Como sigamos así, la jaula de grillos que es hoy el Parlamento podría convertirse más pronto que tarde en una bañera de pirañas. Recordaba el otro día Gabriel Rufián, recién elegido mejor orador del año, cómo hace ya doce años "una diputada del PP dijo en el Congreso “que se jodan” durante un debate en el que se hablaba del paro y de parados. Aquello fue un escándalo, se le sancionó y ella y su partido tuvieron que pedir perdón. Hoy se aplaudiría, se jalearía y se harían camisetas con la frase”.


Aún así, las encuestas de estos días certifican una vez más que Podemos, ese muerto que tantos han querido matar tantas veces, goza de buena salud. Ahora solo disponen de cuatro diputados en el Congreso, es verdad, pero se trata de cuatro votos tan válidos como los siete de Junts o de Esquerra, los seis de EH Bildu o los cinco del PNV. Cuatro escaños sin los que no se puede hacer nada. Cuatro votos que Ione Belarra y sus compañeros usan para cumplir con lo que sus electores esperan de ellos: conseguir avances sociales, luchar contra la desigualdad o poner pie en pared frente a las injusticias. Algo que en Sumar no han sabido hacer. O no han querido, vaya usted a saber. 


La última humillación sufrida por la ministra de Sanidad, plegándose con el asunto Muface a una decisión contraria a su voluntad política, deja a Mónica García en muy mal lugar. Sumar nunca fue nada y ahora es mucho menos. Si mantiene alguna expectativa de voto es gracias a la incondicional militancia de Izquierda Unida, que sigue dentro porque no sabe qué hacer con su vida. Y mientras tanto en Podemos, cada vez que habla Irene Montero le tiemblan las piernas a más de uno, cada vez que Ione Belarra interviene en el parlamento deja más en evidencia la tibieza de un Gobierno de coalición algunos de cuyos miembros, empezando por el presidente, están empezando a sufrir el mismo tipo de ataques que soportaron tantos responsables de Podemos mientras los socialistas miraban para otro lado.


Y hete aquí el panorama actual, los mismos cañones que dispararon contra el partido morado andan ahora copando telediarios y primeras páginas con Ábalos, Aldama, Koldo, Begoña…  los mismos que acosaron en su casa durante meses a un vicepresidente y a una ministra del gobierno están yendo ahora a por todas contra el entorno familiar y político del presidente. Puede que Pedro Sánchez se haya dado cuenta ya que se equivocó apostando por intentar hundir a Podemos. Sus cuatro diputados y los postulados políticos que estos defienden le son a día de hoy más necesarios que nunca, sobre todo desde que en Junts han decidido hacerle descarados ojitos al Partido Popular. 


Más vale que nadie baje la guardia. Como sostiene mi admirado Javier Leizaola, “vienen curvas y toda alerta será poca”. Feliz Navidad.


J.T.

lunes, 16 de diciembre de 2024

Juliana, Fortes y la osadía de González Amador




No soy sospechoso de ser amigo de Xabier Fortes, pero en un asunto como el de Alberto González Amador hay que estar con él sin discusión alguna. Que el conductor de La noche en 24 horas de tve sea pelín pendenciero y algo picajoso cuando no le gusta lo que se escribe del programa que también dirige, no significa que no haya que salir a la palestra a manifestar nuestra solidaridad con él cuando se produce una amenaza como la que ha recibido. Vía burofax, el defraudador confeso le ha hecho saber que no le gusta que le llamen defraudador confeso y le ha conminado, como también a Enric Juliana, director adjunto de La Vanguardia, a un acto de conciliación previo a la interposición de una querella. Les pide cinco mil euros a cada uno por supuestas injurias y calumnias y no doy crédito, lo siento, ¿nos hemos vuelto todos locos? ¿pero qué broma es esta?

 

Ni Fortes ni Juliana son precisamente unos rojos peligrosos, al contrario, ambos exhiben un talante moderado y por lo general suelen meterse en pocos charcos. Perfiles ideales pues para que gentes como la todavía pareja de Ayuso los elija a la hora de mandarnos recaditos a los demás. Cuidado conmigo, plumillas no adictos que os permitís airear mis asuntos; si soy capaz de ir a por estos, imaginaos lo que puedo llegar a hacer con vosotros como me sigáis tocando las narices.

 

Lo que está perpetrando González Amador y el entramado que lo alienta es rotundamente intolerable. Hay que decirlo mil veces porque mil veces él y quienes se mueven con y como él se están pasando de la raya sin que nadie los ponga en su sitio. No a la cara dura, no al desprejuicio, no al matonismo, no a la desvergüenza. Ante la impunidad con la que se comportan estos amorales va siendo hora de poner pie en pared porque vamos bastante tarde.

 

La verdad es que el inefable Amador –todo un imbatible oxímoron este su segundo apellido- no se conforma con amilanar al mundo del periodismo. La lista de “querellados” va desde los periodistas Juliana y Fortes al presidente Pedro Sánchez pasando por tertulianos como Luis Arroyo o Pedro Simón, políticos como Rita Maestre u Óscar López y cómo no, el Fiscal General del Estado. El dinero que pide en total, si sumamos todas las demandas de conciliación, supera ya los cuatrocientos mil euros, es decir, casi cincuenta mil por encima de la cantidad que reconoció haber defraudado a Hacienda.

 

En palabras de Pepa Sebastián, “lo que el tipo pretende es que le salga gratis el fraude”. Si pierde las querellas, la osadía le puede salir por un pico, ¿o sabe ya que no las perderá dadas sus conexiones en las alturas? Si su chica se ha cargado a Casado y él a Lobato, si su mentor Miguel Ángel Rodríguez se permite provocar a la directora adjunta de eldiario.es escribiéndole “os vamos a triturar” ¿por qué demonios van a dejar tranquilos a los periodistas que no usan Televisión Española como está mandado, es decir, como lo hace Telemadrid desde que echaron a José Pablo López, flamante presidente por cierto de la Corporación RTVE desde el pasado 2 de diciembre? Porque desde luego, lo que parece claro es que las Asociaciones de la Prensa no les preocupan en absoluto.

 

Estoy de acuerdo con José Pablo López cuando sostiene que “vivimos en un retroceso democrático donde se tratan de silenciar las críticas a golpe de querella-mordaza. Que el miedo se instale en nuestras rutinas profesionales. Que hablar sea cada vez más caro”. Desde el PP, como revelaba hace unos días Jesús Maraña, se intentó acabar con Intxaurrondo, Fortes y Broncano como condición sine qua non para pactar el nuevo Consejo de Administración. Consiguieron en su día la rendición socialista con la expulsión de Jesús Cintora y lo han vuelto a intentar ahora, aunque esta vez les ha salido el tiro por la culata. Algo tarde empiezan Sánchez y su gobierno a pegar algún que otro tímido puñetazo sobre la mesa.

 

La pareja de Ayuso le viene al Partido Popular como anillo al dedo para continuar moviendo hilos por la puerta de atrás, aunque cada vez parece importarles menos que hasta quienes no están en el ajo acaben viendo claras sus jugadas. Todo esto no es una arremetida aislada ni mucho menos, sino que forma parte del proceso con el que la ultraderecha y la derecha ultra vienen empantanando desde hace ya demasiado tiempo tanto la paz social como la convivencia ciudadana.

 

El magistrado Ignacio González Vega asegura que no hay recorrido judicial para las querellas de González Amador contra quienes le llaman defraudador confeso, pero admite que estas iniciativas van encaminadas a que cale entre los periodistas lo que denomina “efecto desaliento”, es decir, que nos pensemos dos veces según qué cosas antes de decirlas o escribirlas.

 

Pues va a ser que no.

 

J.T.

 

 


lunes, 9 de diciembre de 2024

El ruido del poder y el silencio del pueblo


“No me da miedo el ruido del poder, no me dan miedo los tanques, me da miedo el silencio del pueblo”. Hasta la saciedad repitió Julio Anguita estas palabras, tan vivas hoy como el día en que las pronunció. Ruido, ruido, ruido. Antes de sables y ahora de togas o de guasaps envenenados. Ruido en el Congreso, ruido en demasiadas redacciones, ruido en muchos juzgados y en según qué jefaturas de gabinete donde sus responsables andan desatados. Ruido ensordecedor por parte de los mismos que se cargaron la preeminencia de Podemos porque hacían demasiado ruido, ¿no es maravilloso? 


Ruido en todas partes menos en la calle, ha de ocurrir una desgracia como la de Valencia para que empecemos a movilizarnos… un poquito. A mí me parece la puntita nada más, lo siento mucho, hay miles de razones por las que deberíamos estar haciendo un ruido en la calle cada vez más imprescindible para preservar la democracia y no lo hacemos. No plantamos suficiente cara al discurso facha, nos callamos por discreción, por pereza o por miedo. Y ellos van avanzando posiciones en los ámbitos familiares, en las reuniones de amigos, en los taxis o en los bares. Parece como si nos faltara sangre en las venas para contestar como se merecen. Estamos paralizados mientras la ultraderecha va tirando de una inventiva cada vez más tóxica que consigue calar, permanecemos inmóviles mientras los conjurados contra el gobierno consiguen que sus mensajes se reproduzcan por esporas sin que casi nadie pegue un puñetazo encima de la mesa y ponga las cosas en su sitio. Es fácil, porque a quienes mienten es fácil sacarles los colores. Pues no, son ellos quienes consiguen imponer su discurso, obedientes todos al célebre “Quien pueda hacer, que haga” del ínclito Aznar, ese eterno malencarado. 


Por arte de magia no se va a solucionar la catástrofe de la sanidad ni tantas otras, sin pelea no se va a parar el destrozo de la universidad pública, que durante décadas ha sido el principal igualador de oportunidades de la sociedad española. Coincido con quienes afirman que no luchar para frenar tamaño abandono ni para impedir el crecimiento de los centros privados es un error que se pagará caro. Algo parece moverse entre los estudiantes, pero me temo que tendrán que alzar mucho más la voz si quieren que las huestes mediáticas se vean obligadas a hacerse eco de ello en lugar de usar sus primeras páginas para ultrajar a diario el oficio periodístico.


Retrasmiten en directo el retroceso que nos amenaza y nos quedamos cruzados de brazos tan panchos. Que un templo de la democracia como en teoría ha de ser nuestro Senado albergue un encuentro internacional de negacionistas, de enemigos del aborto y de los derechos de los homosexuales, que eso ocurra y nadie diga de una vez hasta aquí hemos llegado es algo que no alcanzo a entender ¿qué será lo próximo, una propuesta para discutir si la tierra es plana o no? Se envalentonan y se ríen en nuestra cara. Y para más inri, se han acostumbrado a burlarse de nuestro sentido común porque se atreven a proclamar que lo hacen en nombre de la libertad.


Como escribían el otro día en este mismo diario mis compañeros de “Tremending”, si buscas la palabra "libertad" en el diccionario del PP te aparece el maserati del novio de Ayuso, Alfonso Guerra añorando los chistes de homosexuales o Pablo Motos criticando al ministerio de Igualdad, al de antes, claro. Por no hablar del uso que hacen del término libertad según qué portadistas u opinadores de diarios como ABC, La Razón o El Mundo: ¿Que no soy capaz de titular con un bulo en primera? ¡Agárrame el cubata! Y acto seguido se disponen a perpetrar el dislate del día con la tranquilidad que proporciona saberse bien respaldados. Existe mucho más y mejor periodismo que el que se hace en buena parte de los cenáculos madrileños, Madrid DF como se ha puesto de moda decir. Pero nos dejamos marcar la agenda por quienes apuestan por la crispación. Hago mías estas palabras de Javier Aroca a propósito de este watergate que tenemos entre manos llamado "filtraciones": "Los que más saben de eso en este país son los periodistas políticos de Madrid. Si ellos quisieran sabríamos lo que ha pasado. Pero no hablan: 1) Por deontología profesional 2) Por miedo. 3) Porque están en el ajo y por eso no hablan”.


Hay miedo entre los políticos, los periodistas y los jueces honestos que tendrían la posibilidad de parar todo esto de una vez y no entiendo por qué no lo hacen. Saben que si no te alineas con los profesionales de la infamia en cualquiera de estos tres ámbitos, al final te van a acabar crucificando igual ¿A qué esperan pues para hacer lo que tienen que hacer, que además saben hacerlo? Aunque solo sea por dignidad porque, como también decía Julio Anguita, “con la dignidad no se come, pero un pueblo sin dignidad se pone de rodillas y termina sin comer”.


J.T.