Pablo Montesinos, el lechuguino de guardia en el PP durante este extraño mes de verano, anda de bolo en bolo soltando titulares estudiados de antemano y cuya reproducción tiene asegurada en la prensa adicta, en las radios y las televisiones entregadas de pies y manos a la causa antigobierno de coalición. Prensa adicta que es prácticamente toda, dado el triste panorama que ofrecen los medios de nuestro país en la actualidad.
Tapan la repercusión de lo que no interesa difundir demasiado apostando por el incremento de la tensión. Tiene que haber lío, por muy en agosto que estemos, hay que evitar además que los buenos datos del paro, la llegada de fondos europeos o la marcha del proceso de vacunación acaben abriendo informativos o primeras páginas.
Que no cese la crispación, que no cese el mal rollo, ni los insultos, ni las mentiras, ¡qué “jartura”! Las olimpíadas han desnudado ante el mundo el racismo de la ultraderecha española, y han evidenciado el descoloque de Ciudadanos y PP, que no se atreven a felicitar a algunos de nuestros medallistas para no molestar a sus socios. No presagia nada bueno que el trío de Colón y sus altavoces mediáticos se comporten así.
Tampoco es buen síntoma, como apuntábamos al principio, que tiren de monarquía para enrarecer más el ambiente. Como recuerda mi compañera Alba González en una de sus informaciones más recientes en este periódico, las tres derechas han vuelto a unirse para cargar contra unas declaraciones de Ione Belarra en las que la Secretaria General de Podemos defiende la necesidad de que la democracia llegue a la Jefatura del Estado. Frente al sentido común, alboroto.
Alboroto para intentar esconder las referencias al primer aniversario de la vergonzosa huida del emérito mientras a su vez continúa el goteo de escándalos de paraíso en paraíso. Unos fiscales y otros… paraísos en el sentido literal del término.
Ni las tres derechas, ni tampoco el PSOE, parecen estar por la labor de meterle mano a este asunto. En el parlamento ya lo han demostrado negándose a la apertura de comisiones de investigación cada vez que se han propuesto y, en cuanto a la repercusión de la insaciable desmesura de Juan Carlos I, están dispuestos a luchar como sea para mantenerla en el perfil más bajo posible. Por no hablar de las declaraciones de Pedro Sánchez en Marivent alabando la “transparencia” del rey actual.
Dicho esto, la manera de plantar cara a quienes ocultan información o la publican sesgada no es quejarse. La muletilla “no verás esto publicado en ningún medio”, por ejemplo, expresión que en redes se suele usar mucho, no beneficia al contenido de lo que se quiere propagar porque el victimismo suscita rechazo. Las cosas hay que conquistarlas, las injusticias hay que denunciarlas, pero el camino no es el lamento.
Hay que plantar cara, nada de quejas. Llorar no seduce y menos cuando lo que se reivindica está cargado de razón. Los derechos laborales se conquistaron, no se mendigaron. Igual hay que hacer con el derecho a un periodismo decente. Desenmascaremos a los periodistas vendidos, informemos sobre la dependencia que buena parte de los medios tienen de los fondos de inversión internacionales, de los bancos y los grandes grupos de presión de este país, denunciémoslo una y otra vez, que por mucho que lo hagamos nunca será suficiente.
J.T.
Pubicado en La Última Hora
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