El mural feminista que ilustra una de las paredes del polideportivo de mi barrio forma parte de nuestro paisaje cotidiano desde hace casi tres años. Ahí nos lo encontrábamos si íbamos a nadar a la piscina cubierta (cuando se podía), lo saludábamos si salíamos a cumplir con nuestra caminata diaria, su presencia era tan discreta que yo diría que muchos de los vecinos que transitan a diario por el madrileño Parque del Calero es probable que desconocieran su importancia.
Pero hete aquí que un pleno municipal del distrito de Ciudad Lineal celebrado hace unos días intentó borrarlo, lo que vino a dotar de relevancia a una modesta manifestación artística promovida en tiempos de Manuela Carmena, en la que participó buena parte del vecindario. Por lo visto, a Almeida y sus socios les pone adoptar decisiones a la vieja usanza fascista: allá donde podamos tocar las narices con nuestra homofobia, nuestra xenofobia o nuestro antifeminismo no dejaremos pasar la oportunidad.
La vieja técnica del “tacita a tacita”: un día elimino homenajes callejeros a Largo Caballero o Indalecio Prieto, lo que desemboca en el sabotaje a sus monumentos; otro arranco del cementerio de la Almudena placas con versos de Miguel Hernández…, y ahora le tocaba el turno a un humilde mural que, en sí mismo, tiene vocación de efímero porque nada lo protege de la erosión del paso del tiempo. Pero el gobierno filofascista del pequeño Almeida quiso acelerar los plazos porque, por lo visto, no tiene a mano Macguffins mejores con los que provocar.
Para Hitchcock, el macguffin era algo cuya importancia en la trama era anecdótica, pero ayudaba a mantener la tensión en la historia que se quería contar. Y Almeida ha decidido cultivar esa tensión a base de vulnerar derechos fundamentales y mancillar homenajes públicos y manifestaciones populares. Esta vez le ha salido el tiro por la culata y ha tenido que dar marcha atrás tras la envergadura de las protestas ciudadanas contra la decisión municipal. Digo Almeida y no digo Vox porque la formación ultra gracias a cuyo apoyo gobierna el PP, no creo que pueda tener suficiente fuerza para decretar este tipo de felonías si el alcalde decide plantarse. Pero el alcalde no solo no se planta sino que remata la faena cada vez que puede.
Parece claro que se trata de provocaciones a las que conviene no infravalorar en absoluto, aunque esta vez no hayan conseguido salirse con la suya. Son todo menos anécdotas. Es el permanente goteo de una manera de entender el ejercicio del poder que tiene que ver con cuestionar reivindicaciones y luchas de los más débiles durante años, y a continuación ir cargándose derechos consolidados. Es un ataque directo a los derechos humanos escogiendo para ello pequeños símbolos.
Con este no han podido. El Mural se queda. Pero aunque esta vez no lo hayan conseguido, no van parar y detrás de una cosa vendrá otra. Por eso resulta alentador que hayan tenido éxito las movilizaciones ciudadanas y las recogidas de firmas promovidas para detener una manera de actuar que altera la convivencia y envenena el ambiente. El pasado domingo 24 de Enero, el madrileño Barrio de La Concepción se echó a la calle para protestar contra la decisión de borrar el mural en el que se homenajea a mujeres que, como Rosa Park, Rigoberta Menchú o Frida Kalho, libraron batallas memorables en las que rompieron barreras y se convirtieron en referentes de la defensa de la mujer y la igualdad.
Llegados a este punto, el mural ya no es un mural cualquiera, ha dejado de ser una manifestación artística callejera más. No solo había que pelear para que no se les ocurriera borrarlo, hasta ahí objetivo conseguido, pero ahora toca preservarlo para que el paso del tiempo no lo destroce, como sin duda era su destino natural. Habrá que retocarlo, repararlo, barnizarlo, porque al gobierno ultra del ayuntamiento que preside Almeida hay que hacerle entender que ya está bien de tonterías.
Almeida, Villacís, Smith y compañía solo se echan atrás cuando se les planta cara para que dejen de dedicarse a este tipo de provocaciones. Dado que no pueden borrar del mapa, como quisieran, las ideas que les molestan, intentan acabar con su expresión pública. Al menos esta vez no han podido. Espero que redondeen la decisión de respetar el mural disponiendo las medidas necesarias para que a nadie se le ocurra ahora sabotearlo.
Insisto, lo que el equipo de gobierno del ayuntamiento de Madrid lleva hecho hasta este momento son solo los primeros amagos. Si bajamos la guardia y les permitimos que sigan subiendo escalones, los atentados contra las conquistas de derechos acabarán siendo más gordos cada día que pase. Por mucho que esta vez no lo hayan conseguido.
J.T.
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