Este comportamiento mimético es una más de las maldiciones del periodismo. Tanta unanimidad a la hora de abrir telediarios y portadas de periódicos con la solicitud al Supremo por parte de un juez para buscarle las cosquillas como sea al vicepresidente del gobierno solo se puede entender desde la inercia mimética en la que están sumidos la mayor parte de los medios. Porque es imposible que sea solo por maldad, es eso: copia burda de lo que hacen los demás para no ser menos que ellos. Si ellos abren con tal cosa, yo también; si atacan por este lado, yo no puedo ser menos, si por el otro interrogan con insolencia a los entrevistados (sobe todo si son de Unidas Podemos, porque con los demás suelen ser más bien sumisos) yo no me voy a quedar atrás.
No es posible que el periodismo, nacido para ser testigo de lo que sucede y transmitirlo así a sus lectores, radioyentes o espectadores, haya decidido olvidarse de las premisas sobre las que se funda la práctica del oficio y, en lo que concierne al momento político que vivimos en España, se alinee descaradamente con una sola manera de ver las cosas. Meter caña a Podemos, a Iglesias, Montero, Echenique… debe haberse convertido en una práctica cool, porque si no, no lo entiendo.
Si hablas bien de Podemos eres un sectario, un paniaguado o estás ciego perdido. O peor aún: algo esperas de ellos, ahora que están tocando pelo. Este es el panorama, pero esperemos un poco de tiempo, que igual asistimos a transmutaciones asombrosas, sobre todo si la presencia de UP en un Gobierno de coalición no es una anécdota pasajera y efímera, como tantos pelean por conseguir. Atentos a cuando se aprueben los Presupuestos: apenas suceda, ya veréis como muchos de los que ahora se emplean a fondo atacándolos sin piedad, serán los primeros en perder el culo para hacerles la pelota para ver si cae algo.
El hambre es siempre mala, pero en el ejercicio del periodismo hace verdaderos estragos. Demasiado mercenario, demasiado superviviente dispuesto a defender la idea que sea si eso le da de comer. Y ante eso, las asociaciones profesionales de perfil, y el prestigio de la profesión por los suelos. ¿Qué ha pasado para que las cosas estén así?
Qué pena que continúe manteniendo vigencia aquella frase atribuida a la duquesa de Alba cierto día en que los periodistas llevaban ya un tiempo esperando a las puertas su casa para cubrir un acto y este se demoraba: “¿Están fuera los periodistas?- preguntó. Pobrecitos, que pasen y coman algo¨.
J.T.
Publicado en La Última Hora
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