Los periódicos titulan con miedo, los columnistas opinan con reticencias, los políticos dicen lo contrario de lo que piensan (como casi siempre) pero en este caso para quedar en evidencia haciendo la pelota descaradamente, ellos y tantos profesionales del incienso como tenemos aún en nuestro país con mando en plaza.
¿Cuándo se va a decir de una vez, sin cogérsela con papel de fumar y sin templar más puñeteras gaitas, que desde 1976 hemos estado dorándole la píldora a un corrupto ligero de cascos que nos ha tomado el pelo descaradamente? En la redacciones de los periódicos y revistas se sabía todo, o casi todo, o más que todo, dependiendo de qué. En cuestión de braguetas, casi todo; en cuestión de dinero… igual no tanto, pero también. Y todo el mundo callaba.
¿Qué pacto tácito continúa teniendo acojonados a los poderes de este país frente a un señor designado a dedo que no fue elegido por nadie y que, a tenor de lo que ahora sabemos, no parecía distinguir entre el bien y el mal y nos ha estado vacilando con toda la impunidad –e inviolabilidad- del mundo?
Eso da igual, lo importante es la monarquía, que la institución quede al margen, ese es el grito de guerra a partir de ahora. ¿Qué pasa si la monarquía se acaba, es que nunca vamos a poder cuestionar la manera en que queremos ser gobernados? ¿Vamos a vivir toda nuestra vida con esa especie de espada de Damocles sobre nuestras cabezas? ¿Quousque tandem? ¿Hasta cuándo van a abusar de nuestra paciencia?
¿Cuándo vamos a dejar de analizar las cosas con los esquemas de hace décadas? ¿No nos damos cuenta que el tiempo pasa, que nadie con menos de sesenta años votó la Constitución vigente en la que se refrenda la monarquía, que los adolescentes, los jóvenes veinteañeros, treintañeros… no comulgan con la manera de entender las cosas de quienes se empeñan en que nada cambie?
¿No nos da vergüenza la imagen que proyectamos con este espectáculo? Es verdad que los Borbones, desde hace siglos, tienen por costumbre salir huyendo de España de tanto en tanto, pero a estas alturas de la Historia, en los tiempos en que vivimos, la escapada del ex amante de Corina, vista desde fuera de nuestro país, puede que haya quien la asocie con esas huidas que a veces protagonizan sátrapas de países tercermundistas.
¿Por qué hay que huir si eres decente? Los empeñados en equiparar la pervivencia de nuestra monarquía con la de otros países europeos, ¿qué dicen ahora? ¿por qué no huye ningún rey, o reina, de los que siempre se ponen como ejemplo para justificar la existencia de monarca en nuestro país? ¿Qué pasa aquí? ¿Hasta cuándo tendremos que hablar con eufemismos, titular en los periódicos “se marcha, abandona, deja…” , en lugar de decir que se va con el rabo entre las piernas, que ha huido, que se ha escapado por presunto ladrón y corrupto? Pues eso. Y si le parece bien a Moncloa, pues mal vamos, ¿no?
J.T.
Publicado en La Última Hora
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