Es lo único que les falta ya por decir. No es ninguna broma y ya está bien de cachondeo. Estoy harto. Los pasquines en paredes de calles catalanas señalando a seis de mis compañeros con nombres y apellidos es la gota que ha colmado el vaso. Estoy francamente cabreado, muy cabreado, porque, como suelo decir a menudo, no se puede ser tolerante con los intolerantes, y quienes señalan a profesionales de la información porque no les gustan las cosas que cuenta, son unos impresentables de la peor ralea que no merecen más tratamiento que el desprecio.
Entre los seis compañeros señalados con foto y filiación hay algunos que trabajan para medios cuya línea editorial no me gusta en absoluto, pero la gravedad de lo sucedido está muy por encima de mis posibles discrepancias. Esto no puede ser, no puede ser que los periodistas acabemos siendo siempre el pim pam pum fuego de los cabreados de este país, pertenezcan al sector que pertenezcan.
El día en que mi querida Laila Jiménez fue escupida, vejada y maltratada cuando el dos de octubre intentaba hacer una conexión en directo desde las calles de Barcelona para Telecinco ya vi claro que el asunto había rebasado los límites de lo aguantable. No puede ser, y no puede ser tampoco que ni Laila, ni los seis retratados en esos infames pasquines, ni a tantos como han tenido que recurrir a informar con casco como si estuviéramos en los peores tiempos de Beirut o Sarajevo, no reciban una llamada de apoyo y solidaridad por parte de los representantes de las instituciones. No puede ser pero se entiende, porque estos representantes resultan ser los mismos que consideran que es bueno para sus objetivos que la imagen de Cataluña en el extranjero sea la de un perpetuo estado de conflictividad callejera e histeria colectiva.
No se trata solo de Catalunya, ni mucho menos: la profesión periodística está siendo víctima de un maltrato contra el que es necesario alzar la voz y plantarse de una vez. Esta es la lista de los medios vetados por los fascistas de Vox a fecha de hoy, siete de noviembre de 2019, según recopilación de Christian Sellés: El País, Cadena Ser, CRTVG,TV3, Catalunya Radio, EITB, Onda Cero, Eldiario.es, El Español, Público, La Sexta, La Marea, Infolibre, Ctxt, El Mundo (excepto dos periodistas), El Plural, Todo es mentira y El Intermedio.
Son fascistas, luego es normal que apliquen la intolerancia, pero lo que no es de recibo es que estos radicales se estén beneficiando de los instrumentos de tolerancia que les permite el sistema, porque eso nos sitúa a los demás en inferioridad de condiciones frente a ellos. No es justo, no puede ser, esto hay que arreglarlo, llevamos mucho tiempo cediendo terreno y he aquí los resultados.
¿Dónde están las asociaciones profesionales denunciando todo esto e interponiendo las querellas correspondientes, en nombre de todos nosotros, para que se acabe con unas agresiones contra el ejercicio de la actividad periodística que no se pueden consentir ni un minuto más?
No dudo que en todos los oficios cuecen habas, pero no creo equivocarme mucho si afirmo que la profesión periodística es a día de hoy una de las más maltratadas en nuestro país. Los periodistas nos ayudamos poco los unos a los otros, y las entidades que en teoría representan y defienden nuestros derechos hace mucho tiempo que sobreviven poniéndose de perfil. Teniendo en cuenta estas consideraciones, quizás nos esté bien empleado lo que nos ocurre, porque deberíamos borrarnos todos de aquellas colegios y entidades profesionales que no dan la cara por nosotros ni se baten el cobre por defender nuestros derechos, algo que la gravedad de la situación está pidiendo a gritos desde hace tiempo ya. Pero no, como mucho, cuando algún desmán clama al cielo, se limitan a sacar un comunicado de protesta y a otra cosa mariposa. Así nos va.
Claro que, por otra parte, con el porcentaje de impresentables que cada día practican la delincuencia en muchos medios de comunicación con la coartada de que son periodistas, reconozco que la madeja está demasiado enmarañada y no es precisamente fácil sacar el hilo y poner un poco de orden en todo esto.
Aún así, hay cosas que no se pueden tolerar. Lo de los pasquines señalando a mis compañeros Xavier Sardá, Maika Navarro, Xavier Rius, Joan Guirado, Laura Fàbregas y Estefanía Molina no es admisible bajo ningún punto de vista. Hasta aquí hemos llegado, ya está bien. Toda mi solidaridad, compañeras y compañeros. En cuanto al resto, una pregunta, periodistas todas y todos: ¿Hacemos algo ya o dejamos que, con cualquier excusa y en cualquier sitio, continúen humillándonos y amenazándonos impunemente cuando y como les dé la gana?
J.T.
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