viernes, 21 de septiembre de 2018

¿Dónde están Rajoy y Soraya?


No me acostumbro. La vida sin Rajoy ni Soraya en el candelero no es lo mismo. Presidente y vicepresidenta han vuelto a la vida civil llevándose el plasma, el bolso y el paracetamol con ellos y de pronto parece como si hubieran pasado ya decenios desde que regían nuestros destinos. Ni rastro, y puede que sea un alivio, vale, pero me parece que ni tanto ni tan calvo. Pasar página a tal velocidad no puede traer nada bueno porque perder la memoria es perder foco para analizar las cosas y, como reza el dicho, si olvidas hechos que en su día te perjudicaron, es muy posible que se vuelvan a repetir.

Mariano Rajoy y Soraya Sáenz de Santamaría nos tuvieron acojonados durante varios años cada viernes cuando, tras los Consejos de ministros comparecía ella anunciando inmisericordes recortes de derechos y libertades. Junto a Guindos, Montoro y Báñez, componían una foto siniestra donde tenían además la cara dura de soltarnos que todas las putadas que nos gastaban eran por nuestro bien.

La reforma laboral, el rescate bancario, los recortes en educación, sanidad y dependencia; la ley mordaza, la gestión de la política en Catalunya, las tarjetas black, la caja B, la retahíla de delincuentes entre su filas desfilando por los juzgados por ladrones y algunos de ellos ya encarcelados… Parecía una película de miedo. Y quienes negaban las evidencias más descaradas mientras empobrecían nuestras vidas y nuestras aspiraciones, las dos personas que dirigían el chiringuito, van y desaparecen del mapa en un plis plas y de pronto deja de hablarse de ellas como, si ya con haberlas echado del poder, estuviera ya todo solucionado. Pues no, no puede ser. Hay que pedirles cuentas políticas. No sé si penales, pero morales desde luego también.

No es verdad que se hayan marchado por mucho que los hayamos echado. Se les ha echado a ellos, pero lo que representan parece más vivo que nunca, gracias entre otras cosas a lo fructífera que ha sido su funesta siembra. La peor derecha sigue estando ahí, unos sin entrar en la cárcel donde debían estar hace tiempo, otros exhibiendo sus peores artes en los plenos y comisiones del Congreso de los Diputados, torpedeando reformas, demonizando el tímido aire fresco que parece haber llegado a las instituciones; insultando y superándose en el arte de la mentira, todo muy en la línea del impasible Rajoy y su eficaz lugartenienta.

Es verdad que ni Soraya ni Rajoy se presentarán a las próximas elecciones, pero quizá habría que pedirles cuentas por haber dejado el panorama político como lo han dejado. Y en la derecha, para más inri, en manos de unos lechuguinos a quienes les faltan varios hervores y mucha vergüenza, por no hablar de los inexistentes méritos académicos que durante un tiempo figuraron en sus currículums. 

Desde que se marcharon Rajoy y Soraya vivimos una situación tan inédita que cada día que pasa y Sánchez continúa en la Moncloa parece un milagro ¿O no lo es? Algún mal pensado ha insinuado por ahí que según qué movimientos del actual presidente del gobierno hacen pensar que este trabaja para resucitar el bipartidismo. Yo no lo creo porque sería terrible. Sería terrible que esa fuera la razón por la que Mariano, Soraya y todo aquella colección de peligrosos frikis que les acompañaban estén en su casa tan tranquilos después de habernos dejado el país hecho unos zorros.

J.T.

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