domingo, 22 de noviembre de 2015

Once apellidos madridistas



La tarde de este sábado 21 he tenido sesión doble: a las cuatro, "Ocho apellidos catalanes" en los madrileños cines Renoir y a las seis y cuarto el Real Madrid-Barcelona en casa de mi amigo Curro Aguilera. Dos desastres. Si la película me pareció una mala mezcla de "Good bye, Lenin" y "La boda de mi mejor amigo", el naufragio del Real Madrid dejaba pequeño al del "Titanic" y a "La aventura del Poseidón"  juntos.

Vayamos con la película: una vez más se demuestra que la escasez de recursos estimula mejor la inventiva. "Ocho apellidos vascos" se hizo con cuatro duros pero con imaginación y frescura. Cincuenta y cuatro millones después la cosa no les ha funcionado igual con la secuela catalana. Cuentan que la han hecho con prisa, que querían exprimir lo más posible la gallina de los huevos de oro, y mucho me temo que se quedaron sin gallina bastante tiempo antes de terminar el guión.

En el Real Madrid, donde el poder lo tienen la codicia y el márketing, últimamente los gallinas son los entrenadores, que elaboran alineaciones al dictado de los intereses de los despachos y no según sus criterios profesionales. Le pasó a Carlo Ancelotti cuando se plegaba sumiso a las instrucciones de Florentino Pérez y ahora le ocurre a Rafa Benítez. Fracasará, como ha fracasado Emilio Martínez Lázaro y los guionistas de "Ocho apellidos catalanes" por plegarse a los deseos de Paolo Vasile, magnate de Mediaset, a la hora de rodar y montar "deprisa, deprisa" porque había que cuadrar la cuenta de resultados de 2015 con el taquillazo previsto tras el estreno.

Pan para hoy y hambre para mañana, porque no creo que a Diego San José y Borja Cobeaga les queden ya ganas de hacer una tercera entrega. Ellos saben, como lo sabemos todos, que "Ocho apellidos catalanes" defrauda las expectativas. Como las defraudó también este sábado, tras ser humillado por un contundente Barça, el Real Madrid. Por mucho dinero que les haya dado el partido. "Ocho apellidos..." también dará pasta, claro, pero ya veréis como bastante menos que la primera, sobre todo cuando empiece a funcionar el boca a boca.  

Es verdad que hay unos cuantos gags buenos, como cuando el vasco al que encarna Karra Elejalde se sube a hombros de su presunto yerno, Dani Rovira, en la estación de Atocha porque se ve obligado a hacer transbordo en el Ave y esa es la única manera de evitar pisar "tierra madrileña". Menos en el caso de Berto Romero, se salva la actuación de los actores a pesar de lo que se les desaprovecha, sobre todo a Rosa María Sardá, inmensa cada vez que interviene pero que parece jugadora suplente.

En el Madrid este sábado también hubo algún destello individual, y una hinchada entregada, pero en el banquillo se quedaron jugadores que debían haber estado  en el campo desde el minuto uno si el entrenador no se hubiera plegado a confeccionar una alineación política.

Se agradece no obstante que la película se esfuerce en hacer reír al espectador, y que lo consiga incluso con la parodia de un asunto como el independentismo catalán. En el Bernabéu en cambio no hubo humor sino grosería. A los pitidos a Piqué desde el minuto uno se sumaron, tras el 0-3, los cánticos de "Viva España". 

Navas, Danilo, Ramos, Varane, Marcelo, Kroos, Modric, James, Bale, Benzema, Ronaldo.... Once apellidos madridistas para un fracaso. A los que hay que sumar Carvajal e Isco, expulsado además este último. Jovenzuelos ricachones mimados por unos jefes a quienes el fútbol les importa un comino porque su único interés es utilizar este deporte para medrar y forrarse.
He tenido un sábado entretenido, lo reconozco, porque la película consiguió robarme unas cuantas carcajadas y al Barça daba gusto verlo jugar. Pero en ambos casos, aunque me lo temía, me he sentido también estafado. Por mucho dinero que "Ocho apellidos..." haga en taquilla, estoy seguro que a sus autores intelectuales les tiene que producir algo de bochorno haberla rematado como lo han hecho. Y en cuanto al Madrid, once jugadores profesionales con un mínimo de vergüenza torera no pueden permitirse brindar un espectáculo tan triste como el de este sábado en el Bernabéu.

Ha sido un sábado raro, sí. Claro que podía haber sido todavía peor... si encima hubiera ganado el Real Madrid.

J.T.


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