miércoles, 10 de julio de 2013

Concha García Campoy


Llegó a Torrespaña cuando faltaban quince meses para el referéndum de la OTAN. 

Enric Sopena, tercer director de Informativos de la era Calviño, le había dado un vuelco en enero del 85 a la manera de hacer los informativos. Y ella se convirtió en el santo y seña de aquella apuesta por el cambio de la única televisión que entonces existía en España. 

Manuel Campo Vidal, que había presentado el informativo de la noche los dos años anteriores, fue su compañero en el Telediario de las tres, la pareja televisiva de Concha García Campoy, 26 años, recién llegada de Ibiza donde mi amigo Juan Carlos Muntaner, que había formado parte del tribunal que había aprobado su ingreso en el centro regional de Baleares, me avisó ya que se trataba de una verdadera fuera de serie. 

El informativo de las nueve tardó en dar con la pareja que les replicara: Pasaron Amalia S. Sampedro, Pepe Navarro, Carlos Herrera... hasta que cuajaron Ángeles Caso y Paco Lobatón. Memorables también los fines de semana de Felipe Mellizo y más tarde de Luis Carandell.

Cuando dejaron de encargarme reportajes en Informe Semanal donde se hablara de la OTAN, Concha se indignó, me manifestó su solidaridad y juntos nos desahogamos criticando aquel lamentable e inevitable impuesto revolucionario que vivíamos tan de cerca.

No era Concha un florero precisamente. Por eso le molestaba tanto que los jefes le dijeran qué guapa eres y se quedaran ahí. Parecía claro que les gustaba su estilo pero quizás no tanto su sólido criterio. Aún así, los presentadores de aquella histórica añada remataron un proceso que había empezado en la época de Castedo, Balbín y de Enrique Vázquez, en el que los "bustos parlantes" de antaño habían ido dejando su lugar a profesionales que sabían muy bien de qué te estaban hablando. ¡Tiempos!

Como todo espíritu inquieto, Concha era culo de mal asiento. Cuando tuvo la oportunidad de poner en marcha un espacio radiofónico de carácter informativo los sábados y domingos por la mañana no se lo pensó dos veces y tiró palante. El parto del magazine "A vivir que son dos días" fue en la primavera de 1988. Tras seis largos años "viviendo" el programa, transmitiendo a los oyentes que el título no era una casualidad, siguió su camino por radios y teles exprimiendo cada experiencia.

Primero junto a Lorenzo y más tarde con Andrés vivió su vida y la compatibilizó con su trabajo. Se quejaba poco cuando las cosas no le salían como quería y se manejeaba con el arte suficiente para, siendo tan estrella como la que más, no ejercer nunca de tal. De ahí el buen rollo que transmitía y que le llegaba a tanta gente como este miércoles está lamentando su muerte.

Los que tienen clase lo demuestran sobre todo en su manera de afrontar y gestionar los contratiempos más graves. En eso, como en tantas otras cosas, Concha también ha sacado matrícula de honor.

J.T.

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