Detesto el enfoque con el que la mayor parte de las televisiones tratan aquellas noticias cuyos ingredientes básicos son la sangre o la violencia.
Lamento profundamente que tal deriva se haya impuesto hasta el extremo de solapar, desplazar e incluso ignorar las informaciones económicas, políticas o sociales propias de un telediario.
En muchas reuniones de escaleta se busca la sangre allá donde esté, y cuando se trata de un caso de violencia machista, éste cuenta con muchas posibilidades de convertirse en noticia de apertura
Todo eso es verdad
Pero en ningún caso justifica el intento de descarada censura que los/las responsables gubernamentales de Igualdad han osado poner en marcha.
Pajín y Aído han elaborado un documento en el que se atreven a
1. Estipular la duración que debe tener una noticia sobre violencia machista (20-30 segundos, dictaminan)
2. Determinar cómo tiene que estar redactado el comienzo de esa noticia
3. Recomendar qué verbos y adjetivos hay que usar y elaborar una lista con los que no
4. Opinar sobre lo que es pertinente y lo que no, sobre lo que tiene interés o no
Y todo esto proponen, además, aplicarlo durante dos o tres meses, cual experimento de laboratorio, a ver "si surte efecto". Se callan, claro está, su intención final, aquella que de poder realizar impunemente lo harían sin dudarlo: prohibir la emisión de las informaciones que no les gustan, y punto.
Como nos recuerda mi querido y respetado profesor Román Gubern, "cualquier jurista recién diplomado podría explicar que de los dos bienes jurídicos que se desea proteger, el de la hipotética protección contra la violencia de género y la libertad de información, el segundo prevalece en un ordenamiento jurídico democrático".
Pero los/las gestores/as de Igualdad se creen con legitimidad moral para...
Pues no, queridos y queridas míos y mías: no la tenéis
Estáis desvariando
Lo que proponéis es abiertamente inconstitucional
Por poco que me guste cómo enfocan determinados medios las informaciones sobre violencia machista, por mucho asco que me dé, que me lo da, defenderé siempre con uñas y dientes el derecho que tienen a sacarme de mis casillas
Defender ese derecho suyo es defender también los míos, los de todos...
No por tópico ni manido está de más repetirlo:
Las censuras se sabe siempre cómo comienzan, pero nunca cómo acaban.
Me parece increible que quieran dirigir-nos hasta ese extremo. Ya tenemos que soportar que los jueces decidan si entran, o no, las cámaras en los tribunales, dejamos que entrenadores de medio-pelo y maleducados nos esquiven... Si ahora permitimos que decidan cómo contamos las noticias, estaremos perdidos. Yo apelo a la responsabilidad de los profesionales para abordar estos temas delicados, y los relacionados con menores, pero sobre todas las cosas debe imperar el derecho a la información y la libertad de expresión. Que nos dotemos de un código deontológico, como están intentando hacer algunos medios, sería un paso hacia delante. El que propone des-Igualdad sería un retroceso difícil de entender en estos días en que cualquiera se llama periodista por disponer de un tlfno móvil y acceso a internet. Mi más enérgica condena a intentos como este de mutilar nuestra profesión.
ResponderEliminarGracias por el comentario, amigo
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