Para los políticos somos moscas cojoneras, lo peor, lo inevitable.. Si pudieran nos laminaban.
Lo que peor lleva un político que se ve poderoso, rodeado todo el día de turiferarios que no paran de decirle lo alto y lo guapo que está, es verse obligado a salir a la palestra para atender a cuatro impresentables que acaban siempre tocándole los cojones con valoraciones que no quiere oír y preguntas que no quiere contestar.
¡Periodistas! ¡Malditos tocanarices!
A mí me han votado, piensa el augusto prócer, pero a ellos... ¿quién los ha puesto ahí? ¿quién les ha dado vela en este entierro? ¿con qué derecho....?
No soportan una pregunta impertinente, como tampoco soportan que a sus asesores les parezca mal algo de lo que hacen. Si él está donde está, piensa sin rubor alguno, es porque lo vale. A ver, que se pongan ellos, ¡listos! Seguro que no aguantaban ni la mitad que yo, que me la estoy siempre jugando y ellos sólo esperando a ver cuándo la cago.
¿Pero por qué les tengo que dedicar mi tiempo? Y si se lo dedico ¿por qué tengo que soportar groserías?
Y se crecen, se vienen arriba a medida que más inexpugnables se creen. A medida que más poder acaparan. Sólo los pelotas empiezan a parecerles soportables. Situación ideal para el político feliz: cero críticas, cero malas caras, cero peros, cero sinembargos...
Se olvidan de la fecha de caducidad de su situación y tienden a sentir la tentación de creerse eternos, a pensar que lo que él decide es lo único que se puede decidir y que el mundo mundial es un atajo de indocumentados a los que él, menos mal que está él, sabe cómo tratar. Hasta que pierden el norte:
¿Por qué tengo yo que aceptar preguntas en una rueda de prensa?
¿Por qué tengo yo que caer tan bajo? ¡Un mojón pa ellos!. A partir de ahora suelto mi rollo, y después me levanto y me voy. Que les den.
Dicho y hecho. Como dijo aquel, deciden proceder y proceden. Y nosotros, boquiabiertos, tras haber tomado nota y dejado constancia de su infumable rollo, ahí nos quedamos
Sentados
Con cara de alelaos
Con la inevitable y certera sensación de que somos una caterva de pringaos que, impotentes o cobardes, tragamos desplantes y soberbias por un tubo sin ser capaces de reaccionar
Por eso saludo, emocionado, la iniciativa de "Sin preguntas, no hay cobertura".
Veo entre sus promotores a colegas y amigos muy respetados.
Me gusta que al menos se haya puesto sobre la mesa la evidencia de algo que no debemos tolerar más. Y me gustaría celebrar el éxito de esta batalla que ahora empieza: no acudir a aquellas convocatorias de políticos en las que no se acepten preguntas. O abandonarlas. Suena muy bien. Tan bonito que, me váis a perdonar, me cuesta trabajo creérmelo.
Una llamada del impresentable poderoso de turno a tu jefe inmediato insinuándole que el medio en el que trabajas podría perder la publicidad institucional, y a tomar por culo la dignidad.
J.T.
Real como la vida misma, luego...
ResponderEliminarMOARALEJA: si quieres comer, lubrícate el culo