Por si nos quedaba alguna duda sobre la perniciosidad de la tele el arzobispo de Sevilla, Juan José Asenjo, nos la acaba de despejar.
El sucesor de Carlos Amigo Vallejo difundió este miércoles una carta en la que insta a sus fieles a "apagar el televisor o no encenderlo" para que no les "arrollen los criterios paganos e, incluso, anticristianos, que en ocasiones los medios nos brindan".
Tomad nota, chicos: hay que e estar vigilantes para "distinguir los valores auténticos de los aparentes" porque -afirma el ínclito Asenjo- los medios, "en muchos casos difunden modos de pensar y de actuar que nada tienen que ver con los auténticos valores humanos y cristianos". Y "en demasiadas ocasiones -continúa- canonizan formas de comportamiento ajenas al espíritu cristiano".
En resumen: "tele, caca". Así que a apagarla se ha dicho.
Pues se ha lucido el baranda de los católicos sevillanos. Para llegar a esa conclusión no hacía falta haber estudiado tanto como presumiblemente lo hizo él en su día, ni ponerse la mitra, ni siquiera el solideo.
Aún así me temo que Asenjo lo tiene bastante crudo para que los suyos le hagan caso. Vamos a ver, ¿se propone usted que su clientela de la tercera edad -la gran mayoría- renuncie a disfrutar de esos programas, por ejemplo, donde los ancianos solitarios buscan pareja? ¿O a los culebrones? ¿O a empaparse de la vida y milagros de las petardas y petardos que se tiran las tardes enteras pegándose gritos catódicos?
Pero hombre, señor Asenjo, ¿qué le va a dejar usted entonces a los viejos católicos para que se distraigan? No sea usted así, practique lo que en su mundo llaman "caridad cristiana", apiádese de ellos y permítales combatir el aburrimiento. Por el rosario no se preocupe. Seguro que encuentran tiempo para rezarlo en los intermedios publicitarios.
J.T.
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