Me pregunto yo, ¿no podría nuestro envidiado Assange haber dosificado más tantísima información?
Se suele decir que un periodista vale más por lo que calla que por lo que cuenta. Al lado del festín que nos proporciona Assange desde el lunes a través de cinco cabeceras informativas europeas, el volumen de información que maneja cualquier periodista, por bueno que sea, queda ridículo.
Si cualquier especialista en periodismo de investigación, de las primeras cosas que aprende es a dosificar la información de la que dispone y a guardarse incluso una buena parte como instrumento de trabajo (sea para garantizar su seguridad, sea para evitar la tentación de revancha de aquellos a quienes investiga), ¿por qué en este caso tanta información y toda a la vez?
Los poderosos no suelen perdonar que se les ponga en jaque. Y Assange no me parece precisamente un suicida. ¿Por qué pone pues la sabrosa mina de oro que ha descubierto, toda por entero, a disposición del golpe de click de cualquier internauta del mundo mundial?. ¿Todo puede ser así de simple?
A juzgar por la envergadura de lo que ha conseguido el fundador de Wikileaks no estamos precisamente ante un ingenuo, luego cabe preguntarse si todo queda resuelto así, con abrir la compuerta del pantano donde estaba toda la información y anegar nuestra capacidad de asombro o, por el contrario, hay algo más.
Yo creo que en esta asombrosa novela que estamos viviendo desde el lunes pueden quedar más capítulos que añadir a los doscientos cincuenta mil "cables" difundidos.
¿Se puede considerar que Assange se da por satisfecho simplemente con informar y al precio de jugarse con ello literalmente la vida? Yo creo que no.
J.T.
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