Yo no lo hubiera dicho mejor. En algún momento les he llamado lechuguinos, pimpollos y cosas parecidas, pero admito que niñatos es mucho más rotundo y contundente. Y chiquilicuatres, ¡qué bueno! Gracias, Esperanza Aguirre. A saber lo que tú y los tuyos de siempre estáis urdiendo para conseguir arruinarnos la vida un poquito más de lo que lo lleváis haciendo durante los últimos treinta años. ¡Lo que muchos daríamos por poder ver por el ojo de la cerradura qué demonios se está cociendo en estos momentos en el seno del PP!
Cada día que pasa Casado, que fue elegido por defecto, por exclusión, para cerrarle el paso a la “advenediza” Soraya Sáenz de Santamaría, anda por el mundo con más pinta de juguete roto. Se atrevió a defenestrar en su momento a voces discordantes como Cayetana Álvarez de Toledo, y ya anda esta sacando la patita de nuevo hasta en la Hora 25 de la Cadena Ser, donde el otro día le pusieron una mullida alfombra que le permitió dejar bien patente lo vivita y coleando que aún está.
Luego está el “efecto Isabel”. El misterio del fenómeno Ayuso acabará estudiándose en las aulas de ciencia política porque resulta inaudito que a medida que aumenta el calibre de las barbaridades que suelta, más lo hace también su popularidad, ¿alguien entiende algo?
El aparato de toda la vida del Partido Popular parece dispuesto a ponerse detrás de ella y dejar tirado a un Pablo Casado que zascandilea como un pato mareado, quizás por haber rebasado con creces su nivel de competencia. Lo mismo le arrea un día a Abascal un zasca inmisericorde que al siguiente va y le pone un piso.
Llamándolos niñatos en primera página de El Mundo, Esperanza Aguirre los ha sentenciado. Porque como decía alguien, cuando Aguirre habla lo que suelta no son palabras sino granadas de mano. “En la sede de Génova, disparó también en la entrevista, no hay nadie de más de 55 años que se dedique a pensar”, “ponerle trabas a Ayuso es ayudar a Sánchez”, “Votaré a Ayuso en el congreso del PP de Madrid. El modelo actual no tiene sentido y ella pretende normalizar la situación”.
Las fuerzas de siempre se le han sublevado a Pablo Casado y, con Esperanza de cabeza visible del pronunciamiento, proclaman su encendida admiración por Ayuso, a quien Aguirre parece ver como la mejor reencarnación posible de sí misma. Un mirlo blanco cuya osadía y desparpajo la tienen enamorada, como a Aznar, como a tantos otros históricos que se resisten a ser solo historia.
Y mientras tanto Casado, empeñando en dotar de argumentos a sus adversarios externos e internos, continúa haciendo el ridículo por el mundo, hablando mal de España en Bruselas o en Berlín por ejemplo, mientras los responsables de las instituciones europeas alaban el papel de España en el desalojo de refugiados salidos de Afganistán o periódicos extranjeros como el New York Times ponen en valor la gestión del Gobierno de coalición.
La generación a la que pertenecen los “niñatos” que encabezan el PP está llena de mente brillantes que triunfan en ámbitos como la ciencia, la investigación, la informática o las nuevas tecnologías. El mundo está lleno de cerebritos cuarentañeros. España también. ¿Por qué hay tan pocos que se dediquen a la política con mayúsculas, por qué los partidos retrógrados y reaccionarios cuentan en cambio con tanto iletrado entre sus dirigentes?
Lo triste es que estas convulsiones internas del PP acabarán desembocando en el triunfo de una derecha más ultramontana aún de lo que ya es. No olvidemos que en el entorno de la resucitada Aguirre fue donde creció la serpiente de ese huevo llamado Vox. ¿Conseguiremos alguna vez en este país contar con una derecha civilizada y europea?
J.T.
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