El oprobio se comenta por sí solo: la presidenta de una Comunidad Autónoma que cuenta con televisión pública propia ningunea esa televisión, rechaza su existencia y busca otros caminos para la puesta en escena de un debate al que teme más que a una vara verde. En realidad lo que ella quisiera es que el dichoso debate no tuviera lugar, porque sabe que existen muchas posibilidades de que la acaben poniendo en evidencia. Seguro que se revuelve bien, pero conociendo su estilo pendenciero, faltón y provocador, mucho me temo que, se celebre donde se celebre, no va a ser precisamente una discusión sosegada, instructiva, clarificadora para los votantes ni basada en programas e ideas. Hace dos meses, los candidatos a las elecciones catalanas intervinieron en tres debates organizados, por este orden, por TVE, A3media y Tv3 respectivamente. Otro mundo.
Si por Ayuso y su entorno fuera, acabarían con el problema en un plis plas: no hay debate, y punto pelota. Si acaba plegándose a que al menos se celebre uno, será porque no le quedan más narices y siempre que tenga lugar lo más pronto posible, el 20 de abril, para que la jornada electoral quede bien lejos y al personal le de tiempo a olvidarse del ridículo que sin duda teme hacer.
Al margen del miedo que tanto ella como su equipo tienen en el cuerpo, lo verdaderamente llamativo es el ultraje a su propia televisión pública, no me cansaré de decirlo. Y todo porque el equipo directivo fue nombrado por la Asamblea de Madrid antes de que ella llegara y ha de aguantarse sin poder cargárselo alrededor de un par de años más. Conociendo la oferta que la dirección de Telemadrid ha puesto sobre la mesa para encargarse de organizar y retransmitir el debate, aún se entiende menos la negativa de Ayuso: el medio autonómico correría con todos los gastos de organización a cargo de su presupuesto ordinario, y se ocuparía de hacer llegar la señal gratis a todos aquellos medios audiovisuales que pudieran estar interesados en difundirla.
Pues bien, nada de eso le parece bien a la buena señora: el debate quiere que lo organice la Academia de Televisión ¿Por qué? Porque es de “interés nacional” y así el acontecimiento tendrá “un mayor empaque”, palabras textuales. Traducción al castellano: porque le da la gana, ¿pasa algo? Y a tragar todo el mundo: candidatos, partidos políticos, el resto de televisiones interesadas y la propia Telemadrid que ve cómo, con este tipo de humillaciones, se pone en cuestión su papel institucional, que es fundamentalmente la razón de existir que tiene una televisión pública.
Un par de apuntes para terminar: Uno, el trabajo de quienes hacen Telemadrid viene siendo reconocido de un tiempo a esta parte por los índices de audiencia, cuyo crecimiento es lento, pero gradual y constante; dos, el maltrato a su propia televisión pública se convierte en un punto más a sumar al enorme memorial de agravios que Ayuso lleva cometidos contra los madrileños desde que llegó al poder. Ofender a la televisión pública es ofender a la ciudadanía. Claro que bien mirado, más nos ofendería aún si consiguiera manejar la televisión como a ella le gustaría.
J.T.
Publicado en "La Última Hora"
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