Cuando afirmo que me escandalizo con la imagen que proyectan nuestros políticos no quiero decir con eso que el listón ande mucho más alto en otras comunidades, ni siquiera en el Congreso de Diputados o en el gobierno de la nación. Pero aquí… ¿dónde están ahora los Fernández Viagas, los Escuredo, los Olivencia o los Borbolla? Los Paco Casero, los Diamantinos… Si me encontráis a algún político de los de ahora que sea salvable, haré como Yavhé con Sodoma, no prenderé fuego a la ciudad.
Cada vez que escucho hablar al Consejero de Salud no puedo evitar sonrojarme, ¡qué vergüenza!, ¿esta es la imagen que queremos proyectar de Despeñaperros para arriba? Y el polimorfo Marín, de quien me consta tiene acreditado cierto salero en la esfera privada, ¿por qué se engolará tanto el hombre apenas detecta un micrófono o una cámara? ¡Ay, los micrófonos y las cámaras, cómo transforman!
Gestionan en el gobierno andaluz presupuesto gordo, tele propia, que vaya tele dicho sea de paso, manejan poder por un tubo… y ni siquiera parece que sepan malversarlo. Sencillamente lo despilfarran. Tras la celebración este pasado domingo del Día de Andalucía, hago votos porque los políticos andaluces sepan ganarse el respeto de los ciudadanos a los que dicen representar. Estar orgullosos de Andalucía no puede continuar ciñéndose a presumir de nuestros “marcos incomparables”, nuestras “envidiables costumbres” o el relumbrón de las muchas ferias y fiestas que enamoran a guiris de los cinco continentes.
En esta Comunidad, la mayor parte de la gente trabaja y mucho. Madruga cada mañana más que los madrileños o los catalanes que son los que se llevan la fama. Pero aquí cardamos la lana, porque todo cuesta más trabajo y exige hincar bastante más el lomo. Y lo hacemos. Madrugan los currantes, claro, los políticos son otra historia, entretenidos como están en conspirar para conservar los sillones que disfrutan en calidad de préstamo, algo que se les suele olvidar apenas se sientan en las poltronas.
La materia prima del andaluz de a pie es la determinación y la fortaleza con la que pelea por construir un futuro mejor. Para él, para su familia, para su entorno… Perdidos en pueblos remotos, la capacidad y la aptitud de muchos andaluces solo necesita un empujón a tiempo, la ayuda de alguien o algo que suponga una oportunidad que les permita dar el salto. Y ese es el papel del político: ayudarles, pero de verdad, hasta conseguir poner esta tierra en el mapa nacional e internacional con mucha mayor contundencia de lo que está.
Ahora va a haber dinero europeo, pronto saldremos de esta maldición llamada coronavirus, así que está llegando el momento de remangarse. No digo que esté mal que, de vez en cuando, se nos llene la boca de fervor andaluz, 28F y demás zarandajas, himno de Andalucía incluido, aunque esté cantado por Raphael, que ya nos vale. “¡Andaluces, levantaos!” significa, al menos yo siempre lo he entendido así, “¡Andaluces, espabilemos!”. Pues bien, este es el momento.
En el hospital de la Sangre de Sevilla, sede del Parlamento andaluz, tenemos los políticos que tenemos y eso es lo que hay, qué se le va a hacer. Pero más vale que sientan el aliento en la nuca de tantos como no estamos dispuestos a dejarles pasar ni una. Se ha acabado el cachondeo. Si queremos construir una Andalucía mejor, más libre, más próspera y con más futuro, dejémonos de gaitas y a currar.
Ya está bien de tanta conspiración, ya esta bien de tanta palabrería, ya está bien de que la prioridad sea luchar por conservar prebendas y privilegios varios en lugar de dejarse las entrañas buscando a ver cómo salimos del hoyo de una vez. Como decía, ahora además vamos a contar con dinero, así que no hay excusa. Esperemos que nadie tenga la tentación de hacerlo menguar por el camino.
¡Viva Andalucía libre!, claro que sí, pero sobre todo ¡Viva Andalucía curranta y libre de parásitos! Que premien a las monjas si quieren, pero que premien sobre todo a quienes se deshidratan a diario bajo los invernaderos. A tantos miles de trabajadores la mayoría de los cuales, a pesar de tener la piel oscura, continúan siendo transparentes.
J.T.
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