jueves, 31 de octubre de 2019

Nadia Calviño y la mochila austríaca


Me extraña la escasa repercusión que han tenido estos días unas recientes declaraciones de Nadia Calviño en las que apuesta sin medias tintas por propinarle un hachazo de muerte al estado del bienestar en nuestro país. “Hay que explorar, dijo el otro día la ministra de Economía y Empresa en un Foro organizado por el Consejo General de Economistas de España, la posibilidad de introducir un sistema como el de la mochila austríaca”.

¿Qué es la mochila austríaca? Pues un timo de la estampita en toda regla que si saliera adelante acabaría triturando buena parte de los derechos laborales que aún quedan vigentes en España. Se trata de lo siguiente: el empresario te descuenta de la nómina un porcentaje al mes (en Austria es del 1,53 por ciento), a continuación lo mete en un fondo privado y con el paso del tiempo, lo aportado mas sus correspondientes intereses es lo que acabarás cobrando cuando te despiden o te jubilas. Solo eso. En resumen y traducido a roman paladino: despido gratis y muerte lenta de la pensión pública de jubilación. Pero, eso sí, te puedes cambiar de empresa voluntariamente y no pierdes derechos de antigüedad, afirman sus defensores con toda su cara de cemento armado. El empresariado encantado, aunque algunos incluso así ponen en duda su viabilidad económica; el sindicalismo descolocado y los currantes mirando a ver quién los protege de un robo a mano armada más, de los muchos ya sufridos, y cuyo objetivo es extinguir derechos conquistados con sangre durante décadas.

Atención al eufemismo: a la mochila austríaca la llaman Sistema de Cuentas Individuales de Capitalización para la Movilidad, ¿no es maravilloso? Esto ya lo propuso Calviño hace meses en Bruselas (por cierto, sin la anuencia del ministerio de Trabajo) y ha vuelto a manifestarlo en público dos días antes del comienzo de la campaña electoral. Ahí queda eso, por si alguien tenía dudas aún de por dónde irán los tiros después del 10 de noviembre si los números le dan a los socialistas para entenderse con el PP o con Ciudadanos. Con Ciudadanos, por cierto, ya hablaron de la mochila austríaca en los primeros meses del 2016, aquellos en que acabaron firmando un pacto para gobernar con 130 escaños, aquel hecho consumado con el que se empeñaron en contar con la bendición de Podemos.

No solo no han tenido jamás intención los socialistas de derogar la reforma laboral perpetrada por el gobierno de Soraya y Rajoy sino que, siempre tan dispuestos Sánchez y su gabinete a apostar por la tranquilidad, la centralidad y la estabilidad, proponen ahora sin disimulo, aunque con tímido bombo, apretar un poquito más la tuerca, pero hacia abajo, faltaría más.

Existe ya una planificación, Agenda del Cambio la llaman, en la que se plantea la posibilidad de aplicar la mochila austríaca en nuestro país, de manera gradual, a partir del 2020. Es decir, que apenas se pueda los nuevos contratados vayan ya aceptando abrir ese tipo de cuentas. La justificación técnica de los promotores de la mochila austríaca no deja tampoco de tener su miga: “si se hace, afirman, se reduciría la brecha de costes entre trabajadores fijos y temporales” ¡Ea! ¿Por qué no lo llaman claramente socialización de la precariedad, que es lo que es, y dejan de insultar nuestra inteligencia?

Ni Guindos ni Montoro se atrevieron a tanto. Si los socialistas ganan con holgura estas elecciones, nadie podrá extrañarse que, además de mantener la reforma laboral que iban a derogar, además de no atreverse a subirle los impuestos a las grandes compañías como prometieron ni ser capaces tampoco de frenar la escandalosa subida de los alquileres, además de todo eso, los economistas del PSOE acaben practicando una política conjunta y pactada con el Partido Popular.

¿Escucharon este miércoles a Cayetana Álvarez de Toledo? “Es probable, dijo, que los resultados electorales próximos obliguen a una nueva forma de entendimiento entre el Partido Popular y el Partido Socialista.” La excusa es Catalunya, pero el trasfondo va mucho más allá: una política económica conjunta en la que tanto la educación como la sanidad y la dependencia continúen privatizándose, y la mochila austríaca acabe debutando con todos lo honores, a cara descubierta ya y no por lo bajini como hasta ahora. En resumen: si los socialistas consiguen formar un gobierno sin contrapesos por la izquierda, no me cabe duda que tendrán pocos reparos en blindar el bipartidismo y promover la reforma laboral soñada por los grandes poderes.
J.T.

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