sábado, 20 de enero de 2018

“Los archivos del Pentágono”, un desagravio al buen periodismo


Reconforta mucho descubrir cómo tres monstruos de la historia del cine, Meryl Streep, Steven Spielberg y Tom Hanks, han decidido proporcionar foco al problema central que los periodistas hemos de encarar siempre que en nuestro trabajo nos enfrentamos a los intereses de los poderosos.

Me he encontrado con “Los archivos del Pentágono” entre los estrenos de este viernes casi por sorpresa, porque no había visto promoción previa de este acontecimiento cinematográfico, no sé si porque últimamente ando demasiado concentrado en mis cosas o porque realmente tal promoción no ha existido. Así que apenas me he enterado, me he dirigido a la sala de proyección más cercana y he comprado una entrada para la primera sesión disponible. He vivido emocionado desde la primera secuencia hasta la última y la película se me ha hecho muy corta. Todo lo que se cuenta me toca muy de cerca y he salido del cine con la sensación de que la historia que en ella se relata desagravia en cierto modo a los muchos periodistas que, durante su vida profesional, se han estrellado una y otra vez clamando por poder escribir en libertad sin conseguirlo.

Es un verdadero placer y un honor escuchar a Streep y a Hanks, en los papeles de la dueña y el director del Washington Post, defender el derecho a publicar, en 1971, una información que interesaba a los ciudadanos de los Estados Unidos por mucho que hacerlo pudiera perjudicar a su gobierno. Emociona verlos sufrir presiones de la Casa Blanca, de la fiscalía, de los bancos, de los propios accionistas, y ver cómo resisten. Entristece comprobar cómo, pasado casi medio siglo, las cosas no solo no han cambiado para bien en el mundo sino al contrario: empeoran con el paso del tiempo. Los papeles del Pentágono que Nixon hizo todo lo posible para que no se publicaran demostraban cómo varios presidentes de los Estados Unidos no habían tenido reparo alguno en continuar con la guerra de Vietnam, incluso a sabiendas de que nunca la ganarían.

Las cosas no solo no han cambiado, sino que con Trump en la Casa Blanca empeoran peligrosamente. Y en nuestro país, qué quieren que les diga. Cuando escuchaba las conversaciones que en la película tienen lugar durante las sesiones del consejo de administración del Post, me estaba imaginando cómo deben ser ese mismo tipo de reuniones en El País por ejemplo, con los representantes del Santander, el HBSC, Telefónica o los fondos cataríes sentados en el Consejo de Administración. Cuando veía las cenas o las reuniones sociales de periodistas y editores con miembros del gobierno, me daba por hacer paralelismo con lo que sucede en nuestro país y me entraba la risa.

En 1971, Ben Bradlee, director del Washington Post, y Katharine Graham, dueña del rotativo, se la jugaron y apostaron por los intereses de sus lectores a riesgo de quedarse sin periódico, ser procesados e incluso acabar en la cárcel. Se la jugaron y ganaron. ¿Dónde está el propietario de medios o el director de periódico que a día de hoy esté dispuesto a eso? En Estados Unidos no sé, de momento no se atisba a nadie en el horizonte, pero en España da risa solo pensarlo. En un oficio atestado de responsables de medios que mendigan subvenciones, de políticos dispuestos a comprar silencios por las buenas o por las malas, de periódicos que parecen panfletos, de radios y televisiones que funcionan como portavoces oficiales de gobiernos o partidos políticos, en unas redacciones con menos periodistas cada día que pasa, donde la mayoría de los que quedan están mal pagados y aún así viven acojonados por perder su puesto, ¿dónde están los profesionales dispuestos a buscar y elaborar información que interese a los ciudadanos por mucho que ésta moleste al poder?

Me parece un verdadero privilegio que en tiempos de crisis, confusión y desaliento, el gran Spielberg haya decidido sumar a su carrera profesional una película dedicada a los profesionales del periodismo y su necesidad de publicar en libertad le pese a quien le pese. Me parece un lujo que los papeles principales de esa película los hayan encarnado Meryl Streep y Tom Hanks. Creo que “Los archivos del Pentágono” ayuda a la causa de la libertad de expresión de la mejor manera posible. Que estos tres gigantes del cine le hayan puesto voz y cara a este espinoso asunto por muy conocido que sea, lo dota de una dimensión que supone un valioso espaldarazo para la prensa en tiempos tan difíciles. Gracias sean dadas a los tres. Hay que hablar de esta película todo lo que sea posible, que funcione el boca-oreja, que no se quede nadie sin verla, por poca promoción que esté teniendo.

 J.T.

No hay comentarios:

Publicar un comentario