martes, 22 de marzo de 2016

¡Qué aburrimiento de políticos!

Me asquea, y me preocupa, la rebeldía del ministro de los militares, justo el de los militares fíjate tú, negándose a rendir cuentas de su gestión ante el parlamento.

Me aturden las rutinarias comparecencias de una Soraya ridículamente altiva con menos cosas que decir cada día que pasa y que, para lo que dice, más valdría que se mantuviera callada. Si no sabe que está en el limbo, malo; y si lo sabe, peor.

Me avergüenza este Mariano que cada vez que abre la boca sube el pan, esta especie de muerto viviente, zombie total, que insiste en continuar codeándose en Europa con quienes ya no le hacen ni puñetero caso. Como esos prejubilados que se empeñan en continuar asistiendo a los mismos saraos a los que acudían cuando estaban en activo.

Me preocupa también, y mucho, la irresponsabilidad de todos, los de siempre, los nuevos y los mediopensionistas, dejando pasar los días como si dispusieran de todo el tiempo del mundo. Y a lo mejor es verdad que ellos pueden planteárselo así, pero nosotros no. Tenemos prisa. Sí, urgencia porque se dejen ya de mamoneos.

Así que entre el asco, el aturdimiento, la vergüenza y la preocupación, la resultante es... el aburrimiento. Al menos en mi caso. Quizás tendría que ser indignación, pero he llegado a un punto en el que me da pereza ya hasta indignarme.

Comienza el paréntesis semanasantero y, a menos que a alguien le dé por sacarse algún conejo de la chistera (no sería la primera vez que en semana santa suceden acontecimientos históricos), de momento no hay ninguna información jugosa que llevarse a la boca. Ni siquiera los aireados líos internos de Podemos, por mucha bola que se le esté dando al asunto.

Yo lo que quiero, y como yo creo que mucha más gente, es que me hablen pero ya de soluciones, de acuerdos, de pactos, de nuevo gobierno, de nuevas medidas... quiero que se materialice de una vez ese tiempo nuevo por el que apostamos los electores cuando acudimos a las urnas el pasado 20 de diciembre. Pero ni por asomos le veo yo la punta a todo esto.

¿Que es lo que se ve en el panorama? Pues una calma chicha impropia del momento que vivimos, una sospechosa parsimonia, una impertinente pachorra, en el sentido etimológico del término imperttinente, es decir, nada pertinente. Paréntesis de semana santa. Pues miren ustedes, va a ser que no. No tienen ustedes derecho a vacaciones porque llevan trincando ya tres meses sin haberse ganado el pedazo de salario que se les paga. ¿A qué puñetas están ustedes esperando para ponerle solución a esto?

Lo dejan todo para "después de vacaciones" con un desahogo y una despreocupación, con una irresponsabilidad que, como decía más arriba, si yo no estuviera estos días colonizado por la pereza, igual hasta me indignaba. Cada vez parece más claro que vamos de cabeza a elecciones el 26 de junio. Lo que significa que, hasta después del verano -¡después del verano!- aquí nadie va a tomar una decisión que nos permita concluir que las cosas se mueven y van a empezar a cambiar.

Día que pasa, día que continúan en vigor docenas de leyes y decretos que hay que derogar cuanto antes, porque su aplicación le hace pupa a mucha gente. Les hace pupa cada día, cada hora, cada minuto... y ellos de paréntesis semanasantero. ¿no es para darles hasta en el carnet de identidad? ¿Veremos llegar algún día esos cambios con los que soñábamos y habíamos creído que llegarían a producirse? ¿O serán tan ceporros de dejarnos en la estacada? ¡Qué aburrimiento! Me da todo tanta pereza que estoy por echarme a dormir un ratito. O unos mesecitos.

J.T.



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