viernes, 24 de julio de 2015

La monarquía, el ejército, la iglesia y los nuevos alcaldes


Colau retira el busto del rey emérito de la sala de plenos del ayuntamiento de Barcelona y anuncia que no irá a los actos religiosos de las fiestas de la Merced.

Kichi sustituye en Cádiz un retrato de Juan Carlos de Borbón por otro que rehabilita la figura del anarquista Fermín Salvochea, alcalde de la ciudad seis meses durante la Primera República, activista ilustrado que vivió dedicado en cuerpo y alma -murió en el empeño- a la lucha por la igualdad.

Carmena anuncia que cambiará el nombre a más de doscientas calles madrileñas con efluvios franquistas y, según el ABC, no acude a las recepciones del Palacio Real.

Ferreiro comunica que se ha acabado la historia esa de que el ayuntamiento de A Coruña financie la fiesta de los toros...

Estos rojos no están dejando títere con cabeza, proclaman escandalizados los meapilas y los celosos guardianes de las esencias patrias, esas que durante tantos años les hicieron a ellos tan felices, tan unos, tan grandes y tan libres.

Y no te digo nada ya abertzales como Uxue Barkos, que jura como presidenta de la Comunidad Foral de Navarra sin contar con el arzobispo, ni con el capitán general, ni con representantes de  la policía ni la guardia civil entre los invitados ¡qué escándalo!

O ese tal Martiño Noriega, que no es capaz de entender que está al frente del gobierno de algo mucho más importante que una ciudad: que Compostela es un emblema objeto de deseo de peregrinos de todo el mundo que llevan siglos caminando, sacrificándose y sufriendo para llegar hasta la catedral donde reposan, dicen, los restos del Santiago el Mayor, hijo de Zebedeo. Y va el nuevo alcalde, el muy provocador, y anuncia que este 25 de julio no piensa acudir a la tradicional ofrenda que cada año se brinda ese día al legendario y carismático apóstol.

O Pedro Santisteve, en Zaragoza, que ha osado no estar presente en la solemne entrega de despachos de la Academia Militar dejando plantado al mismísimo ministro de Defensa, el pobre. ¡Menudo perroflauta el nuevo alcalde, por muy pijoprogre que vista! Capaz será de no estar presente tampoco, allá por el 12 de Octubre, día de la Hispanidad, en los solemnísimos actos de la virgen del Pilar, patrona de la Guardia Civil. Belloch nunca lo hubiera hecho. Tan formal, institucional y cumplido como era el buen hombre.

Pues en esas estamos, queridos amigos, a estas alturas de la película. Me vais a permitir una pregunta: ¿no clama al cielo que aún andemos en estas nada menos que... ¡cuarenta años después del comienzo de la manida Transición, treinta y siete años más tarde de la aprobación en referéndum de la Constitución todavía vigente?

El tiempo ha ido pasando y los tabués continuaban y continúan aquí. Como las tradiciones, colonizando nuestra vida diaria y, en muchos casos, haciéndola girar en torno a ellas. Y cuando por fin se empiezan a cuestionar, cuarenta años después la monarquía, los toros, la promiscuidad iglesia-Estado o la presencia militar en los actos institucionales, cuando se comienzan a promover tímidos gestos simbólicos para cambiar las cosas, la caverna se tira a la yugular inmediatamente y rellena a diario decenas de páginas de periódico, horas y horas de programación en radios y teles... y se rasgan las vestiduras por tan imperdonable osadía. 

Critica la derecha cavernaria que las primeras cosas que estén haciendo algunos de los nuevos alcaldes sea preocuparse por lo que ellos consideran minucias. Saben, pero se lo callan, que no tardarán en saltar los escándalos, que muchas investigaciones están ya en marcha y que bastantes de las cosas que se están encontrando bajo las alfombras son, en palabras de alguno de los nuevos alcaldes, "verdaderas barbaridades".

Lo grande llegará pronto, y lo saben. Como saben también que la gran política suele comenzar por pequeños gestos. Helos aquí. Cuarenta años templando gaitas parece que por fin pueden tocar a su fin. Cuarenta años con la iglesia y los herederos de los vencedores de la guerra civil echándonos el aliento en la nuca y consintiéndolo... como que parece que son suficientes ¿no?

Aplaudo los gestos de los nuevos alcaldes y me congratulo. Aunque me sorprendo a mí mismo ponderando algo que, digo yo, tendría que haber sido considerado normal desde hace mucho tiempo ¿no? Me pregunto por qué no ha sido abordado hasta ahora en tantos ayuntamientos gobernados durante tantos años por el psoe, por qué nadie le ha plantado nunca cara a los prebostes de la calle Añastro, sede de la sombría Conferencia Episcopal, y les ha dicho miren ustedes, esto es un Estado aconfesional, según el artículo 16 de la Constitución, así que vamos a ver si empezamos a cumplir ya alguna ley, aunque sea alguna...

Me pregunto, una vez más, cómo es posible que nos hayamos colocado nada menos que en el año 2015 con tantas cosas pendientes que tenían que estar resueltas hace, como mínimo, veinticinco años. Una generación larga heredando indolencias.

He de confesar que temo que ahora también, una vez más, se echen atrás. Que acaben cediendo a la presión y los continuemos viendo entre obispos y generales, presidiendo actos religiosos, financiando corridas de toros, entregando diplomas militares y dejando el cambio de nombres de calles y plazas para mejor ocasión.

Queridos alcaldes y alcaldesas en quienes tenemos puestas tantas esperanzas: ¿no os achantaréis, verdad? Y menos ahora, cuando cada día que pasa están más cerca las elecciones generales y cualquier gesto vuestro cuenta. Mucho.

J.T.


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