Aquí la letra:
Te voy a hablar de una empresa,
enorme, densa, consolidada y sagrada,
multinacional, poderosa y letal basada
en la mentira, la ambición y el capital.
Miles de comerciales inundan hogares
con prejuicios en forma de crucifijos
leyendo su best-seller, su pútrido best-seller
su manual divino de sumisión perenne.
En sus inicios decían seguir
al hijo de un dios y cada tres por dos
demostraron que el dinero y el poder
eran su fe, su eterna religión.
América es conquistada, arrasada.
La Iglesia avanza a punta de lanza.
Su divino genocidio arrambla
con la vida y por oro la cambia.
¿Qué hacer? Apostata.
La Iglesia mata,
siempre con total impunidad,
siempre ocultando la verdad.
Grita y oponte:
no en mi nombre.
La razón siempre fue perseguida.
¿Cuántas personas perdieron la vida?
Todo lo que no sea fe, será mentira.
El pensamiento racional era herejía.
No quiero estar atada a sus cadenas,
quiero ser libre mientras me condenan.
Promulgaron el voto de riqueza,
asesinaron, torturaron con la sinrazón,
con la Inquisición, con ese poder otorgado por su dios.
La mano siempre fue tendida al pueblo,
apretadita a la altura del cuello;
las alianzas vestidas de blanco,
amigas de Hitler, Mussolini y Franco.
¿Qué hacer? Apostata.
La Iglesia mata,
siempre con total impunidad,
siempre ocultando la verdad.
Grita y oponte:
no en mi nombre.
Intentarán evangelizar a voces,
a roces, con la mano en la entrepierna
de menores y te exigen castidad
los mismos que violan con impunidad.
Y más y más pedofilia silenciada.
Mañana el mismo cura en el sermón
hablará de aborto, infierno y perdición
criticando al diferente como colofón.
Predican a golpe de rosario,
de cheque y talonario
esos malditos farsantes,
que condenan el uso del condón
fomentando la culpa y la confesión.
Si lo sientes, actúa. Límpiate esa basura.
Quítate de encima su asqueroso olor
a soberbia y a usura. No rindas pleitesía
y haz la apostasía exige la excomunión.
¿Qué hacer? Apostata.
La Iglesia mata,
siempre con total impunidad,
siempre ocultando la verdad.
Grita y oponte:
no en mi nombre.
No quiero estar atada a sus cadenas,
quiero ser libre mientras me condenan.
Sus bendiciones son sólo hipocresía,
autoridad, castigo y jerarquía.
Te voy a hablar de una empresa,
enorme, densa, consolidada y sagrada,
multinacional, poderosa y letal basada
en la mentira, la ambición y el capital.
Miles de comerciales inundan hogares
con prejuicios en forma de crucifijos
leyendo su best-seller, su pútrido best-seller
su manual divino de sumisión perenne.
En sus inicios decían seguir
al hijo de un dios y cada tres por dos
demostraron que el dinero y el poder
eran su fe, su eterna religión.
América es conquistada, arrasada.
La Iglesia avanza a punta de lanza.
Su divino genocidio arrambla
con la vida y por oro la cambia.
¿Qué hacer? Apostata.
La Iglesia mata,
siempre con total impunidad,
siempre ocultando la verdad.
Grita y oponte:
no en mi nombre.
La razón siempre fue perseguida.
¿Cuántas personas perdieron la vida?
Todo lo que no sea fe, será mentira.
El pensamiento racional era herejía.
No quiero estar atada a sus cadenas,
quiero ser libre mientras me condenan.
Promulgaron el voto de riqueza,
asesinaron, torturaron con la sinrazón,
con la Inquisición, con ese poder otorgado por su dios.
La mano siempre fue tendida al pueblo,
apretadita a la altura del cuello;
las alianzas vestidas de blanco,
amigas de Hitler, Mussolini y Franco.
¿Qué hacer? Apostata.
La Iglesia mata,
siempre con total impunidad,
siempre ocultando la verdad.
Grita y oponte:
no en mi nombre.
Intentarán evangelizar a voces,
a roces, con la mano en la entrepierna
de menores y te exigen castidad
los mismos que violan con impunidad.
Y más y más pedofilia silenciada.
Mañana el mismo cura en el sermón
hablará de aborto, infierno y perdición
criticando al diferente como colofón.
Predican a golpe de rosario,
de cheque y talonario
esos malditos farsantes,
que condenan el uso del condón
fomentando la culpa y la confesión.
Si lo sientes, actúa. Límpiate esa basura.
Quítate de encima su asqueroso olor
a soberbia y a usura. No rindas pleitesía
y haz la apostasía exige la excomunión.
¿Qué hacer? Apostata.
La Iglesia mata,
siempre con total impunidad,
siempre ocultando la verdad.
Grita y oponte:
no en mi nombre.
No quiero estar atada a sus cadenas,
quiero ser libre mientras me condenan.
Sus bendiciones son sólo hipocresía,
autoridad, castigo y jerarquía.
Hace tiempo, había que apostatar para casarse civilmente, sólo.
ResponderEliminarHermano, de ésta no te salvas:
Bienvenido a la cola para la HOGUERA!