No soy sospechoso de ser amigo de Xabier Fortes, pero en un asunto como el de Alberto González Amador hay que estar con él sin discusión alguna. Que el conductor de La noche en 24 horas de tve sea pelín pendenciero y algo picajoso cuando no le gusta lo que se escribe del programa que también dirige, no significa que no haya que salir a la palestra a manifestar nuestra solidaridad con él cuando se produce una amenaza como la que ha recibido. Vía burofax, el defraudador confeso le ha hecho saber que no le gusta que le llamen defraudador confeso y le ha conminado, como también a Enric Juliana, director adjunto de La Vanguardia, a un acto de conciliación previo a la interposición de una querella. Les pide cinco mil euros a cada uno por supuestas injurias y calumnias y no doy crédito, lo siento, ¿nos hemos vuelto todos locos? ¿pero qué broma es esta?
Ni Fortes ni Juliana son precisamente unos rojos peligrosos, al contrario, ambos exhiben un talante moderado y por lo general suelen meterse en pocos charcos. Perfiles ideales pues para que gentes como la todavía pareja de Ayuso los elija a la hora de mandarnos recaditos a los demás. Cuidado conmigo, plumillas no adictos que os permitís airear mis asuntos; si soy capaz de ir a por estos, imaginaos lo que puedo llegar a hacer con vosotros como me sigáis tocando las narices.
Lo que está perpetrando González Amador y el entramado que lo alienta es rotundamente intolerable. Hay que decirlo mil veces porque mil veces él y quienes se mueven con y como él se están pasando de la raya sin que nadie los ponga en su sitio. No a la cara dura, no al desprejuicio, no al matonismo, no a la desvergüenza. Ante la impunidad con la que se comportan estos amorales va siendo hora de poner pie en pared porque vamos bastante tarde.
La verdad es que el inefable Amador –todo un imbatible oxímoron este su segundo apellido- no se conforma con amilanar al mundo del periodismo. La lista de “querellados” va desde los periodistas Juliana y Fortes al presidente Pedro Sánchez pasando por tertulianos como Luis Arroyo o Pedro Simón, políticos como Rita Maestre u Óscar López y cómo no, el Fiscal General del Estado. El dinero que pide en total, si sumamos todas las demandas de conciliación, supera ya los cuatrocientos mil euros, es decir, casi cincuenta mil por encima de la cantidad que reconoció haber defraudado a Hacienda.
En palabras de Pepa Sebastián, “lo que el tipo pretende es que le salga gratis el fraude”. Si pierde las querellas, la osadía le puede salir por un pico, ¿o sabe ya que no las perderá dadas sus conexiones en las alturas? Si su chica se ha cargado a Casado y él a Lobato, si su mentor Miguel Ángel Rodríguez se permite provocar a la directora adjunta de eldiario.es escribiéndole “os vamos a triturar” ¿por qué demonios van a dejar tranquilos a los periodistas que no usan Televisión Española como está mandado, es decir, como lo hace Telemadrid desde que echaron a José Pablo López, flamante presidente por cierto de la Corporación RTVE desde el pasado 2 de diciembre? Porque desde luego, lo que parece claro es que las Asociaciones de la Prensa no les preocupan en absoluto.
Estoy de acuerdo con José Pablo López cuando sostiene que “vivimos en un retroceso democrático donde se tratan de silenciar las críticas a golpe de querella-mordaza. Que el miedo se instale en nuestras rutinas profesionales. Que hablar sea cada vez más caro”. Desde el PP, como revelaba hace unos días Jesús Maraña, se intentó acabar con Intxaurrondo, Fortes y Broncano como condición sine qua non para pactar el nuevo Consejo de Administración. Consiguieron en su día la rendición socialista con la expulsión de Jesús Cintora y lo han vuelto a intentar ahora, aunque esta vez les ha salido el tiro por la culata. Algo tarde empiezan Sánchez y su gobierno a pegar algún que otro tímido puñetazo sobre la mesa.
La pareja de Ayuso le viene al Partido Popular como anillo al dedo para continuar moviendo hilos por la puerta de atrás, aunque cada vez parece importarles menos que hasta quienes no están en el ajo acaben viendo claras sus jugadas. Todo esto no es una arremetida aislada ni mucho menos, sino que forma parte del proceso con el que la ultraderecha y la derecha ultra vienen empantanando desde hace ya demasiado tiempo tanto la paz social como la convivencia ciudadana.
El magistrado Ignacio González Vega asegura que no hay recorrido judicial para las querellas de González Amador contra quienes le llaman defraudador confeso, pero admite que estas iniciativas van encaminadas a que cale entre los periodistas lo que denomina “efecto desaliento”, es decir, que nos pensemos dos veces según qué cosas antes de decirlas o escribirlas.
Pues va a ser que no.
J.T.
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