lunes, 22 de abril de 2024

La Flotilla de la Libertad

Ayer domingo estaba previsto que zarpara rumbo a Gaza desde el puerto de Tuzla, Estambul, la llamada Flotilla de la Libertad. No es un acontecimiento cualquiera, porque no se trata solo de entregar a los palestinos una ayuda que necesitan con urgencia para que el hambre y la enfermedades no acaben duplicando, o triplicando, el escandaloso número de víctimas de la guerra. Se trata también de gritar contra una tropelía insoportable, de denunciarla a los cuatro vientos, de dejar en evidencia la hipócrita y escasa ayuda dispensada hasta ahora por los mismos países que envían armas al agresor y le niegan el pan y la sal al agredido en los foros internacionales. 

También se  quiere contribuir con esta iniciativa a que el genocidio del que es víctima la población palestina a manos del gobierno israelí obtenga mayor visibilidad. Tras varios días de navegación la Flotilla de la Libertad, en la que participan centenares de observadores internacionales, hará todo lo posible para que 5.500 toneladas de ayuda humanitaria, sanitaria y alimentaria lleguen como sea a buen puerto, nunca menor dicho. Que todos los accesos a Gaza los controle Israel no les disuade, y están dispuestos a asumir el peligro que conlleva. El gobierno turco, según me cuenta mi amigo Manuel García Morales, miembro de la expedición, ha sufrido fuertes presiones de EEUU y de Israel para que dificulte los trabajos. 


García Morales, que cada año encabeza la marcha entre Málaga y Almería en homenaje a La Desbandá de 1937, y que estos días se encuentra entre quienes se proponen llegar a Gaza, sostiene que tanto los estadounidenses como los israelíes no solo quieren impedir que la flotilla cumpla sus objetivos, sino que además hacen todo lo posible para que la existencia de esta misión apenas cuente con repercusión informativa. 


La Flotilla de la Libertad está compuesta por un carguero de 4.700 toneladas, un ferry de 120 metros y un buque de pasajeros. Antes de ponerse en camino los voluntarios que la componen, procedentes de 35 países entre los que se encuentra el nuestro, junto a Turquía, Canadá, Nueva Zelanda, Malasia, Noruega, Suecia o Estados Unidos, han sido debidamente instruidos durante el pasado fin de semana. Hasta un cursillo de resistencia pacífica han recibido.

 

Ann Wright,  militar retirada con grado de coronel del ejército estadounidense y diplomática, es una de las que lleva allí la voz cantante. Como le ocurriera a Saulo cuando se cayó del caballo, Wright es a día de hoy una comprometida activista que informa a sus compañeras y compañeros de viaje sobre los riesgos de la misión, incluida la posibilidad de acabar detenidos. Tiene 77 años y desde hace quince dedica su vida a participar en expediciones como la que ahora se propone llegar a Gaza, así que conoce bien el riesgo que entrañan acciones como esta. 


Ya en mayo de 2010, una flotilla de seis embarcaciones que transportaba diez mil toneladas de ayuda humanitaria a Gaza, y en la que viajaban 633 personas de 37 países distintos, fue atacada por Israel. Murieron diez de ellas y más de 30 resultaron heridas. En 2012, durante otra misión parecida, el ex diputado valenciano por IU Ricardo Sixto fue detenido por las autoridades israelíes y devuelto inmediatamente a España sin contemplaciones. 


En la expedición que ayer iba a salir de Estambul figuran políticos españoles como Martina Velarde, Nicolás Sguiglia, Ada Colau o Jaume Asens. Según mi amigo García Morales, a quien enerva el poco interés y la escasa difusión que asuntos de esta naturaleza suelen tener en los medios españoles, la presencia esta vez de nombres propios conocidos cree que puede contribuir a romper el cerco y a que el viaje de la flotilla adquiera así una mayor repercusión.


Aún así, mucho me temo que no existirá demasiado reflejo de esta expedición en los medios a menos que ocurra algún contratiempo, cosa que por supuesto no deseamos en absoluto. En fin, así es como somos y, salvo excepciones, el asunto parece que tiene poco remedio. Este diario publicó hace unos días una entrevista de mi compañero Santiago F. Reviejo a Martina Velarde en la que la diputada de Podemos reivindica la obligación que Israel tiene de acatar la sentencia que la Corte Internacional de Justicia hizo pública el pasado 28 de marzo. En ella se exige a las fuerzas israelíes no «impedir, mediante ninguna acción, la entrega de una ayuda humanitaria que se necesita con urgencia» en Gaza para una población palestina cada día mas machacada. Veremos. 


A juzgar por lo que vamos conociendo a diario, parece complicado que Israel se plantee atender admoniciones de este tipo. También resulta difícil, no nos engañemos, creerse que el Estado español vaya a reconocer en breve al palestino. Nada me gustaría más que equivocarme y tener que recoger velas. La diputada Velarde, por su parte, se muestra escéptica en la entrevista de Público y, además, deja constancia de que en el caso de que el reconocimiento tuviera lugar, eso nunca sería suficiente. Es necesario romper relaciones con Israel, dejar de enviar armas… Un poco ciencia ficción teniendo en cuenta la cera que arde, ¿verdad? 


¿Llegará a su destino la Flotilla de la Libertad? ¿Será capaz Israel de atacarla? Si le corta el paso, ¿cómo lo hará? Tras varios días de navegación bordeando la costa turca y una vez rebasado Chipre, vamos a ver qué ocurre. Si la ayuda humanitaria llegara hasta Gaza sin apenas repercusión informativa, igual podría considerarse incluso una buena noticia, dado que las buenas noticias, como bien sabemos en el oficio, en pocas ocasiones se publican. 


Las personas que componen la comitiva, como los gazatíes a quienes va destinada la ayuda que transportan, merecen la mejor de las suertes. Suerte pues en vuestro empeño, amigas y amigos, que todo vaya lo mejor posible. Y en cuanto a ti querido amigo Manolo García, aquí andamos esperando ya tu regreso para celebrar el éxito de la expedición y darte el abrazo que te mereces.  


J.T.

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