Hay una manera de hacer política en Andalucía que, de acabar
siendo importada al resto de España con la victoria de Susana Díaz en la pugna
por la Secretaría General del PSOE, nos introduciría en parecida dinámica a la
aquí existente desde que se celebraron en 1977 las primeras elecciones
democráticas. Una manera de pensar del aparato socialista andaluz cuyo resumen
podría ser el siguiente:
1. El PP es partido de los señoritos, que son pocos, no le
hacen asquitos a la corrupción y heredaron de UCD aquel “Andaluz, este no es tu
referéndum” que aún les pasa factura treinta y siete años después. Los de
centro derecha decentes, en Andalucía y en toda España, somos nosotros.
2. A nuestra izquierda, nadie tiene nada que hacer. Nuestro
elector medio no traga a los ricos, pero tampoco quiere disgustos con los
ahorrillos ni con el piso de la playa y sabe que nosotros le proporcionamos
tranquilidad. El porcentaje de votos de Podemos en todo el país debe llegar
como mucho entre el quince y el veinte por ciento, que es lo máximo que los
partidos a la izquierda del PSOE han conseguido siempre en Andalucía.
3. Los nacionalismos en nuestros dominios no ofrecen nada
mejor que lo que proporcionamos los socialistas. Juegan a progresistas pero son
de derechas, como todo nacionalismo. Por poco progresistas que seamos nosotros,
siempre lo seremos más que ellos. Por eso hemos conseguido que se queden
prácticamente sin votantes.
4. Cuando otros partidos deciden aliarse contra nosotros, lo
que consiguen es que salgamos reforzados, como ocurrió entre 1994 y 1996 cuando
Partido Popular e Izquierda Unida practicaron aquella célebre “pinza” para
intentar desgastarnos porque gobernábamos en minoría.
5. Cuando otro partido gobierna en coalición con nosotros,
acabamos desactivándolos. Tanto Partido Andalucista como Izquierda Unida
perdieron apoyo en las elecciones posteriores a aquellas legislaturas en que
gobernaron en coalición con nosotros.
6. Hay agricultores de Jaén, Córdoba o Sevilla, pequeños
empresarios y gentes de clase media en toda Andalucía que son de derechas, pero
que votan socialista en las autonómicas porque saben que salen ganando. Solo
hay que convencerlos de que votar socialista en las generales también será
bueno para ellos.
Si a estas seis reflexiones le sumamos la destreza del
aparato para los cálculos matemáticos, las purgas y los premios a la fidelidad,
artes que llevan perfeccionando cuarenta años, nos encontramos con una máquina perfectamente
engrasada y dispuesta para ser importada de la calle San Vicente en Sevilla,
sede del Partido Socialista Andaluz, a la calle Ferraz de Madrid.
Todo esto es lo que piensan también en el club de los
dinosaurios, al que últimamente alguien ha venido en llamar “socialismo
tradicional”, aquellos que el 26 de marzo, fueron a Fibes a hacerse la foto y a
cerrar incondicionales filas con la gran esperanza blanca de Triana. El know how andaluz exportado a toda
España. Algo tendrá el agua cuando la bendicen, piensan, y si en Andalucía llevan
gobernando cuarenta años seguidos por algo será. Si los trabajadores de su
manipulada televisión arman menos ruido que otras, por algo será. Si a pesar de
los pésimos índices de bienestar en la Comunidad, a Susana se la comen a besos
en las plazas de los pueblos que visita, por algo será.
Todo eso es lo que hay detrás de las desahogadas expresiones
del responsable en Málaga del aparato del PSOE en la provincia. Lo que dijo es
lo que piensan la mayoría de quienes, instalados en las instituciones desde
hace decenios, no están dispuestos a que nadie ponga en peligro su, por otra parte,
única fuente de ingresos que han tenido en su vida. Como se pregunta Odón
Elorza, habría que saber cuántas charlas “formativas” de ese tipo se han dado a
las juventudes socialistas para justificar el golpe de octubre demonizando a
Pedro Sánchez, al PSC y a los diputados
socialistas que se negaron a abstenerse cuando se le otorgó el gobierno a
Mariano Rajoy.
El triunfo del estilo andaluz en las primarias y en el
congreso del PSOE tendría, si llega a producirse, carácter de acontecimiento
histórico. Si más tarde consiguieran convertirlo en votos en unas elecciones
generales, habría que quitarse el sombrero y reconocer que son unos genios.
J.T.
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