viernes, 14 de agosto de 2015

Ada Colau y el anhelo de soberanía


Se cumplían este jueves sesenta días de la constitución de los ayuntamientos nacidos del 24-M y parece que por fin las nuevas caras se deciden a salir a la palestra. El sábado pasado fue Kichi; este 13 de agosto, Ada Colau. La segunda semana de agosto suele ser la más huérfana de noticias políticas del año y ahí estaba ayer la alcaldesa de Barcelona, aprovechando el hueco y haciendo bolos por duplicado, en "Las Mañanas de Cuatro" y en "Al Rojo Vivo"

- Barcelona en Comú -dijo Ada Colau en ambas intervenciones y con parecidos términos- ganó las elecciones defendiendo el derecho a decidir en el sentido más amplio de la palabra. Creo que tanto yo como la mayoría de mis compañeros (hay gente que es federalista, gente que es independentista y otra parte que no considera ese tema prioritario) estamos de acuerdo en el concepto de "soberanía", en el derecho a decidir como principio democrático irrenunciable. A nadie se le escapa que estamos en un momento de una democracia claramente imperfecta, y los casos de corrupción tienen mucho que ver con esto, pero tiene que ver con algo mucho más amplio, que es esa sensación de que no estamos decidiendo nosotros. Que en los últimos años, cuando íbamos a votar, no decidíamos realmente las políticas públicas, cómo se utilizaban o gestionaban los recursos públicos, las instituciones... Hay un anhelo generalizado de soberanía, y a eso responde claramente un contexto de revolución democrática como las candidaturas municipalistas que han ganado en muchas ciudades. 

Yo nunca he sido nacionalista ni independentista -continuó la alcaldesa-, pero sí soy soberanista, sí quiero más y mejor democracia. Y sí creo que el  pueblo de Catalunya tiene todo el derecho del mundo a decidir su futuro, a decidir cómo se debe organizar. Y desde la libertad, el respeto y la normalidad democrática, deliberar y decidir cómo debe relacionarse también la institucionalidad catalana con el resto del Estado. Estamos a favor de que se pueda realizar un referéndum con normalidad, como se pudo hacer en Escocia y hemos dicho que nosotros estaríamos siempre, como capital de Catalunya, al lado del resultado de ese referéndum. Si eso finalmente se concreta en independentismo, en federalismo, o en la fórmula que sea, eso no puede plantearse en clave de preocupación ni de miedo, porque entonces estaríamos diciendo que la democracia es un problema.

En cuanto a la independencia, Colau no cree que sea un signo de bondad o de maldad. Es un instrumento, una forma de organización institucional del Estado -explica- que depende de cómo se haga, con quién se haga y cómo se diseñe. Por eso nosotros, desde la candidatura en la que participo y que ahora gobierna el ayuntamiento de Barcelona, con lo que siempre hemos tenido más sintonía es con la idea de Proceso Constituyente porque creemos que es lo que hace falta tanto en Catalunya, como en el Estado y en el resto de Europa. Es decir, un debate democrático desde abajo desde donde podamos rediscutir las reglas del juego y cómo nos organizamos institucionalmente. Porque finalmente esto ya no es tampoco una cuestión entre Catalunya y el resto del Estado, es también una cuestión europea. Lo acabamos de ver en Grecia, el ataque a la soberanía real. La soberanía tiene que ser el debate general, la soberanía tiene que ser que la ciudadanía pueda debatir y decidir la forma de organización del Estado, sea en España o en Europa.

Mientras otros dormitan, Colau espabila y aprovecha. Faltan poco más de cuarenta días para el 27-S, y cada minuto es oro.

J.T.

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