lunes, 14 de octubre de 2013

Esa perversión llamada periodismo "declarativo"


Los redactores jefes que permanecen de guardia los días festivos en los medios, sobre todo en los medios públicos y en las agencias, saben bastante de la tortura que puede llegar a suponer esa funesta modalidad periodística que en el oficio damos en llamar periodismo de declaraciones o periodismo “declarativo”.

Este insalubre subgénero se subdivide a su vez en múltiples modalidades de las que se usa y abusa a diario. Esta que describo a continuación es una de las más peligrosas: 

- Riiiing, oye soy el jefe de prensa de… Mira, que queremos hacer unas declaraciones. Se trata de… 

No es que tú los llames porque ha saltado un asunto de actualidad y a tu juicio estaría bien contar con su opinión. No: llaman ellos, o sus jefes de prensa 

a) porque saben que los días de fiesta cuesta rellenar planillos y escaletas 

b) porque los de algún otro partido han soltado una andanada y quieren replicar 

c) porque, y éste es el peor supuesto pero se da bastante sobre todo el los medios de titularidad pública, se creen con el derecho 

El periodismo declarativo, para empezar, ni siquiera es periodismo. Yo sostengo, contra el criterio de muchos de mis colegas, que no lo es en ningún caso pero muchísimo menos, por supuesto, cuando se trata de una declaración que no hemos ni pedido ni buscado. 

La cosa va así: alguien decide soltar cualquier burrada que, en la sequía informativa del día de fiesta, con un poco de suerte puede acabar siendo titular y garantiza cierta preeminencia en los diarios del día siguiente. Luego los matinales radiofónicos, que se alimentan en buena parte de lo que traen los diarios, le dan bola… y así, rodando-rodando, la susodicha burrada “declarativa” se acaba convirtiendo en carnaza para las cada vez más numerosas tertulias de mañana, tarde y noche en todo tipo de medios analógicos y digitales. 

Medios que han descubierto el chollo que supone para la cuenta de resultados rellenar parrilla de programación a costa de poner cuatro o cinco tertulianos a discutir por cuatro euros… o gratis. Tertulianos que se gritan y vituperan mutuamente a partir de unas declaraciones que un escasamente escrupuloso redactor jefe de fin de semana, necesitado también de carnaza, puso en circulación la víspera tras la llamada de un político avispado. 

El periodismo declarativo es perverso en sí mismo. Los gabinetes de algunos políticos se atreven a rizar aún más el rizo, y ya no hace falta ni que sea festivo: se graban ellos mismos por sus propios medios las dos o tres o frases que quieren difundir y las envían a las agencias, los periódicos y las televisiones: en betacam, dvcpro, dvd, pendrive o un simplemente un link por mail para que te las bajes tú mismo de la red. Acto seguido tiene lugar la llamada del jefe de prensa: 

- Oye, te he mandado unas declaraciones de fulano. Ya verás, están de puta madre, son una bomba. 

Y tanto que son una bomba, una bomba para el futuro del oficio periodístico y para el derecho ciudadano a recibir una información veraz, contrastada, imparcial, profesional y libre.

J.T.

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