domingo, 16 de octubre de 2011

15-M, 15-O... ¿Cómo administrar el éxito?


¿Qué hacemos ahora con tanta indignación?

¿Cómo administramos tanto cabreo?

¿Por dónde empezar a meterles mano a los responsables de nuestro mosqueo?

Cinco meses han pasado desde el domingo 15 de mayo, cuando faltaba una semana para las elecciones municipales

Cuando llegué aquella tarde a la plaza de España de Sevilla, creo que ni el más optimista podía imaginar que aquel quince eme acabaría convirtiéndose en el 15-M.

Cuando retuiteé la convocatoria, cuando la propagué por facebook, cuando me hice eco en este blog de la cita y bombardeé de correos por gmail a amigos y conocidos, yo no podía pensar que esto se pudiera convertir en lo que se ha convertido.

Aquella tarde del 15 de mayo de 2011 fue mágica y memorable.  Así creo que la vivimos todos los que participamos en tan primaveral protesta callejera. Por primera vez en mucho tiempo formaba yo parte de una manifestación sólo como un número: no iba a trabajar, como tantas veces, ni a curiosear como -admito- tantas otras. Iba a sumar, a ser uno más, para que luego no dijeran que somos cinco o seis. Caminé rodeado de gente de lo más variopinto: la familia completa que había dejado el parque para otro día, la pareja de sesentañeros que bien podrían venir de misa, el rasta, el progre barbudo, los grupos de veinteañeros que seguro habían dejado vacías las residencias de estudiantes...

Fue aquello una oportuna semilla sembrada en el momento justo y que este sábado 15 de octubre, 150 días después, hemos podido comprobar cómo ha fructificado.

Ahora toca administrar el éxito

Sí, estamos muy cabreados. ¿Y ahora qué?

Sí, estamos tela de indignados... ¿Y?


Cinco meses han pasado desde el domingo 15 de mayo, cuando faltaba una semana para las elecciones municipales. Ahora falta poco más de un mes para las generales

Como traduzcamos en las urnas nuestro mosqueo igual que aquel 22 de mayo, cuando la derecha tiñó de azul el noventa por ciento de la piel de toro, habremos certificado sin remedio una maravillosa muerte de éxito.

Seguiremos llenando las plazas de indignación y cabreo, ok. Y ellos, desde sus despachos, seguirán descojonándose de todos nosotros, mínimo, cuatro larguísimos años más.

J.T.

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