Si, habida cuenta del empeño que el psoe andaluz está poniendo estos últimos tiempos en autodestruirse, Javier Arenas consigue por fin hacer realidad el sueño de su vida y se instala en la poltrona del sevillano palacio de San Telmo, como presidente de la Junta de Andalucía creo que tendrá que decidir, nada más sentarse, qué hacer con las alfombras.
Con las alfombras de su palacio y con las de todas las consejerías, delegaciones, empresas públicas y mediopensionistas, con los entes, con las contratas y subcontratas... con tanto suculento bocado manejado por probos gestores con esmerado y aplicado desahogo durante más de treinta años.
Treinta años sin levantar las alfombras dan para mucho
Treinta años de gestión haciendo de su capa un sayo no tienen por qué poner en duda la honestidad de nadie, claro que no.
Pero treinta años de gestión hacen necesario propiciar que corra el aire. Yo no digo que debajo de tanta alfombra sin levantar durante tanto tiempo tenga que haber algo más que polvo. Pero hay que levantarlas.
Pepe Griñán, actual presidente de la Junta de Andalucía. ¿Se querrá ir?
Javier Arenas, candidato por el pp a la presidencia andaluza.
Se lo están poniendo a huevo
El espectáculo al que estamos asistiendo estos días (los sospechosos Eres y los tiras y aflojas con la jueza que investiga un asunto que huele bastante a chamusquina, los presuntos tráficos de influencias, los navajazos dentro del mismo partido y del mismo gobierno...) permite deducir que el engranaje del poder en Andalucía está algo oxidado y no parece demasiado osado plantearse que lo que está saliendo a flote pueda ser tan sólo la punta de un peligroso iceberg.
¿Qué porcentaje del funcionariado actual del gobierno andaluz tiene su puesto asegurado de por vida sin más méritos que haber sido colocados a dedo en su día por un familiar, un amigo o un conocido?
¿Cuántas empresas proveen a las instituciones andaluzas sin que la relación comercial que practican sea producto del preceptivo concurso público?
¿Hacen falta tantas universidades, hacen falta tantas televisiones locales, provinciales? ¿Tiene sentido, en estos tiempos, el enorme gasto que supone la televisión autonómica?
¿Cómo se controla la gestión de tanta empresa creada desde el gobierno andaluz y que funciona en su órbita sin que las competencias públicas y privadas estén claramente delimitadas?
¿Cuántas canonjías innecesarias existen en torno a cada estructura de poder?
¿Qué hay de tanta subvención, y de tanta fundación y de tanta precipitada inauguración?
Miedo me da que Arenas, si llega el día, decida ponerse a levantar alfombras. Y por favor, que nadie me venga con el argumento de que entre sus correligionarios del pp en otras comunidades hay mucho delincuente. ¿Y qué?
J.T.
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