sábado, 19 de diciembre de 2015

Historia de dos luchadores contra la injusticia

Los Caballeros Templarios acabaron con la tranquilidad de su gente en Tepalcatepec, estado de Michoacán, y la indolencia del gobierno mejicano con su paciencia. Así que un buen día de la primavera de 2013, el doctor José Manuel Mireles decidió que se había acabado la broma y a partir de ese momento empezó a dividir su tiempo entre la atención a sus pacientes en el consultorio médico del pueblo y el liderazgo de los Consejos Ciudadanos de Autodefensa: no más abusos de los narcotraficantes contra él, su familia y sus vecinos, no más decapitaciones brutales, no más violaciones, extorsiones, secuestros ni ejecuciones, no más miedo al crimen organizado. ¿Que para ello había que recurrir a las armas? Pues se recurre.

Encabezó una organización de campesinos armados que durante un tiempo consiguió sus objetivos, porque se recuperó una cierta tranquilidad en la zona, pero no tardó en sufrir el primer atentado: un sospechoso accidente de avión el 4 de enero de 2014 en el que salvó milagrosamente la vida y que le tuvo un tiempo hospitalizado. Finalmente se repuso y continuó en la lucha con más bríos aún, aunque el gobierno encontró la manera de neutralizarlo: consiguieron seducir a buena parte de sus voluntarios, incluidos algunos de sus lugartenientes, como Estanislao Beltrán, más conocido como "Papá Pitufo" y acabaron integrados en las llamadas Fuerzas Rurales de la policía mexicana.

Desde junio de 2014, el doctor Mireles está en la cárcel a la espera de juicio, acusado de haber violado la ley federal de armas de fuego y explosivos.

En Venezuela, en la sierra de Perijá, estado de Zulia, el cacique yukpa Sabino Romero, de la comunidad  Chaktapa, mantuvo durante años una dura pelea con los terratenientes de la zona para recuperar las tierras de sus ancestros. Un contencioso enquistado durante decenios que llevó a Sabino a liderar la conquista de alguna de las fincas para asegurar el futuro de las gentes de su tribu y la agresiva explotación de carbón en la zona. Desde la época de Chávez, el gobierno venezolano siempre ha estado en teoría a favor de las reivindicaciones de Sabino y su gente, pero la burocracia caminaba más lenta para resolver el contencioso que la voluntad política de desquite de los terratenientes. Así que los sicarios acabaron haciendo su trabajo antes que los funcionarios gubernamentales.

Mandaron a Sabino al hospital gravemente herido, éste se repuso y solo algunos meses después, el 3 de marzo de 2013, consiguieron rematar la faena y acabaron definitivamente con la vida del cacique Romero. Los tres escaños obtenidos por los indígenas el pasado 6 de diciembre en el parlamento venezolano han pasado a formar parte de la oposición a Maduro.

Las historias del doctor José Manuel Mireles y del cacique Sabino Romero están contadas en dos sobrecogedores documentales, de más de hora y media de duración cada uno, proyectados hace unos días en el Festival de Cine de La Habana. Dos elocuentes muestras de las miles de heridas abiertas y silenciadas que tiene América Latina en estos momentos. Dos potentes historias que apenas han ocupado tímidos recuadros en páginas par de remotos periódicos.

El documental dedicado al doctor Mireles se llama "Cartel Land" (Tierra de cárteles), una producción mexicana-estadounidense dirigida por Matthew Heineman y producida por Our Time Projects y Documentary Group. "Sabino vive"es el título del dedicado al cacique Romero, Lo dirige Carlos Aizpurúa y está producido por el CNAC (Centro Nacional Autónomo de Cinematografía) venezolano. Dos estremecedoras historias para momentos de reflexión.

Aquí los tenéis. Merece la pena verlos








J.T.

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