jueves, 22 de enero de 2015

Podemos y la Semana Santa

Mi amigo Alberto, rojo sevillano donde los haya y ateo militante, tiene un trauma confeso: estar a punto de cumplir cuarenta años y no haber conseguido nunca ser costalero en la cofradía de Los Panaderos. Conozco algún pasota ilustrado de la calle San Vicente que es capaz de decirte hasta el número de angelotes que lleva labrados el paso de la cofradía del Buen Fin. Tanto Alberto como el pasota forman parte de ese misterioso y chocante puzzle que pone a Sevilla en todos los mapas durante los primeros días de cada primavera.

El espectáculo que los sevillanos sacan a la calle en los días de más sensualidad del año, cuando la ropa se va quedando en los armarios, la música te envuelve por cada esquina y el azahar amenaza con hipnotizarte apenas te descuidas, admito que consiguió atraparme durante mis años de estancia en aquella tierra, en los que siempre me hice la misma pregunta:

¿Cómo es posible que este decorado, este olor, esta puesta en escena conformen un espectáculo con tantos guiños a la sensibilidad y al disfrute pagano puro y duro, y que su gestión se encuentre en manos de tanto carca cargado de caspa?

Desde hace mucho tiempo, las fiestas de primavera en Andalucía necesitan un reseteado e insinuar eso, como ha hecho alguien en Podemos, es decir por fin en voz alta lo que mucha gente en Andalucía piensa. Mucha gente a la que, aunque les guste disfrutar la semana santa, no soporta tanto componente fascista como aún la ensucia. Que los responsables de organizar esos fastos se pasen directamente por el forro la ley de memoria histórica en todo lo que tiene que ver con símbolos y costumbres.

La primera cofradía que sale a la calle en Sevilla el domingo de ramos se llama "La Paz" y fue fundada tras la guerra civil por el criminal que más sevillanos mató entre 1936 y 1937: Gonzalo Queipo de Llano. Todos los lunes de semana santa, casi tres mil nazarenos salen desde el barrio de El Tardón arropando los pasos de una cofradía fundada en 1940 y llamada "San Gonzalo" en honor de Gonzalo... Queipo de Llano. Desde la barriada del Tiro del Línea, ese lunes también, más de dos mil nazarenos exhiben en carrera oficial los pasos de la cofradía de "Santa Genoveva" ¿Por qué se llama Santa Genoveva? Pues porque la mujer de Queipo de Llano se llamaba... Genoveva Martí Tovar, sufrida dama cuyos restos mortales reposan junto a los de su ejemplar marido... en un lateral de la Basílica de la Macarena.

En Málaga, tanto la legión como el ejército y la guardia civil continúan con el mismo desmesurado protagonismo que obtuvieron en semana santa cuando Camilo Alonso Vega, desde su balcón en calle Larios, disfrutaba oyendo cantar "Soy el novio de la muerte" a los legionarios que acompañaban al Cristo de Mena o viendo desfilar a la guardia civil en la cofradía de la Expiración.

¿Van a continuar pasando los años y nadie le va a hincar el diente a esta historia? Eso es lo que, como ahora creo entender que ha hecho Podemos, habría que poner en cuestión en lugar de pasarlo por alto y mantener un absurdo tabú, como lo demuestra que apenas alguien sugiere revisar algunos aspectos de la semana santa, todo el mundo le salte a la yugular como si hubiera proferido la mayor de las herejías.

La semana santa en Andalucía necesita un resetado, es un hecho. No solo porque existe aún mucha parafernalia fascista que tendría que haber desaparecido de sus fastos hace ya bastante tiempo sino porque, y he aquí lo paradójico de la situación, el predicamenteo de estas fiestas se ha potenciado básicamente, desde los años ochenta. ¡Oh, casualidad!, precisamente desde que los socialistas llegaron al poder. En los años sesenta, en Almería apenas salían cuatro imágenes y sobre ruedas. Hoy hay más de veinte procesiones, y entre todas ellas unos cuantos centenares de esforzados costaleros que yo no consigo explicarme de dónde han podido salir. Hasta en Sevilla, hace cuarenta años, había cofradías que tenían que pagar si querían contar con costaleros para sacar los santos a la calle. Y a día de hoy, gentes como mi amigo Alberto se dan de leches por joderse las cervicales durante ocho o diez horas bajo una de las trabajaderas de uno de los cientos de pasos que inundan en Semana Santa las calles no solo de Sevilla, sino de toda Andalucía.

La justificación que estoy harto de escuchar a políticos de todos los colores es que, en torno a la semana santa, hay muchos votos en juego que no se pueden perder. Y con esa coartada hemos tenido durante las últimas décadas a Canal Sur dando la vara con las procesiones hasta el infinito y más allá (¡viva la televisión pública!) y a  alcaldes socialistas presidiendo "estaciones de penitencia" y estrechando con entusiasmo la mano a muchos hermanos mayores que nunca los votaron ni los votarán jamás.

Decir  en voz alta que hay que secularizar la semana santa, alejarla de connotaciones políticas y acabar con su insoportable tufo fascista es casi una una perogrullada. Pero, como en el cuento "El traje nuevo del emperador", alguien ha "osado" insinuar tímidamente que el rey cabalga desnudo y acto seguido se monta el gran guirigay. Prescindiendo del uso político que se quiera hacer de todo este embrollo, lo cierto es que habrá que agradecerle a la presunta torpeza de la lideresa de Podemos en Sevilla que se haya puesto sobre la mesa un asunto que hace mucho tiempo que muchos estamos deseando se le meta mano.

Lo que no quiere decir, ¿verdad, querido Alberto Navarro? que no nos sigamos cabreando los martes santos cerveza en mano si, por culpa de la cofradía del Cerro, San Benito y la Candelaria no hacen la entrada a su hora, como está mandao, en carrera oficial. ¡Faltaría más!

J.T.

1 comentario:

  1. También es fascista la expresión que invariablemente escuchas a la más mínima crítica: "Pues si no te gusta, te vas a la playa".

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