-¿Hay que desmentir los bulos?
-¿Es mejor ignorar o replicar?
-¿Es bueno darle aire a los continuos despropósitos de las derechas?
-¿Por dónde empezamos a recuperar la cordura?
- Si los que mienten van ganando… ¿entramos en su juego y mentimos los demás también?
-Las fascistadas que repiten como papagayos muchos jóvenes, ¿cómo las podríamos contrarrestar?
-¿No podemos hacer nada para que los antivacunas y los terraplanistas dejen de soltar tanta insensatez intentando aturdir al personal?
-¿Qué nos está faltando, lecturas, sentido común, interés por verificar lo que nos cuenta tanto ultra desaprensivo?
-¿Cómo les desmontamos sus ardides tramposos?
-¿Por qué las injusticias y la desigualdad parecen importarle cada vez menos a los pobres y los marginados que las sufren?
-Tenemos muchas razones para valorar la calidad de vida que disfrutamos, ¿cómo es que nos empeñamos entonces en estar todo el tiempo cabreados?
-¿Le replicamos como se merece al cuñao de turno cuando en cualquier reunión nos suelte cuatro lugares comunes tan fachas como impresentables? ¿O nos callamos y dejamos que la bola de los fakes y la desinformación continúe creciendo?
¿Qué nos está pasando?
¿Estamos todos locos?
¿Hay una epidemia de distopía?.
-El mal rollo que se traen los políticos, ¿refleja el estado de ánimo de la ciudadanía?
-¿De verdad no hay manera de reconducir todo esto?
-Jueces, políticos, presuntos periodistas y demás crispadores, ¿no podéis sosegaros un poco? ¿O es mucho pedir?
Continuará...
J.T.
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