domingo, 15 de junio de 2025

La agonía no ha hecho más que empezar


Han pasado ya cuatro días y somos muchos los que aún estamos digiriéndolo, muchos también quienes, entre la estupefacción y el desencanto, hemos vivido el pasado fin de semana intentando acabar de procesar lo que sucedió el pasado jueves cuando se conocieron las impúdicas conversaciones entre Koldo, Ábalos y Cerdán ¡Grabaciones de años! Han sido muchas las cosas que han saltado por los aires desde que Pedro Sánchez optó por humillar públicamente a quien fuera su hombre de confianza durante una década larga (“no debimos confiar en Santos Cerdán”) y comunicó al mundo que, así cayeran chuzos de punta, él continuaba para bingo, que hasta el año veintisiete no habrá elecciones.  


No va a poder ser y él lo sabe, por lo menos no va a poder ser como a él le gustaría, limitándose a continuar tirando de un ya marchito manual de resistencia. Las prácticas corruptas (presuntas) de sus dos secretarios de organización han roto los esquemas hasta a los más incondicionales, no se puede estar huyendo hacia delante toda la vida basándose en que actuar como dique de contención de la ultraderecha supone un seguro de vida para el Gobierno de coalición que ninguno de sus apoyos se atreverá a despedazar. No le va a bastar con promover una auditoría y remodelar la ejecutiva porque quienes lo mantienen en el poder empiezan a dejar claro que ya está bien, que hasta aquí hemos llegado.


Los socialistas se empeñan en repetir que la deslealtad y las prácticas corruptas (presuntas) de Cerdán y Ábalos son solo un asunto de partido. Pero vamos a ver, ¿de verdad se piensan que todos somos tontos? Como hasta ahora Sánchez ha ido saliendo más o menos airoso de las arremetidas fascistas, parece como si el apoyo del que ha gozado por parte de quienes lo hicieron presidente le hubiera hecho perder la perspectiva y no pisar tierra firma. Que frente a Sánchez solo exista un inútil como Feijóo o un impresentable como Abascal no te blinda por los siglos de los siglos. 


Esta vez no se puede limitar a dejar pasar los días y que el temporal escampe. Esta vez hay que actuar con contundencia, transmitiendo un coraje y una determinación que la ciudadanía está necesitando con urgencia para poder mantener una cierta esperanza y no perderle al Gobierno el poco respeto que algunos aún le tienen. Alguien le tiene que decir al presidente que se ha acabado eso de dejar languidecer los asuntos espinosos, que hay coger el toro por los cuernos y dejarse de tibiezas. 


El caso de Cerdán y Ábalos, las conversaciones que les grabó Koldo hablando de papeletas amañadas y de comisiones, ha venido a sumarse a la estrategia de acoso y derribo con la que las derechas nos torpedeaban cada lunes desde hace semanas y cuya intensidad había aumentado en los últimos días hasta desembocar en la explosión del pasado jueves que, mire usted por dónde, parece haber pillado con el pie cambiado hasta a Feijóo, que debía tener el hombre su hoja de ruta ya pactada con todos “los que pueden hacer e iban haciendo” sin contar con un regalo que, desde el 12 de junio, ha acelerado el pulso de la vida política y ciudadana.


Lo que sucedió el jueves “ha modificado la pantalla”, en palabras del lehendakari Imanol Pradales; “hay que resetear”, proclamó Yolanda Díaz; “si se confirman las informaciones, cambiaría el rumbo de la legislatura”, afirma Ione Belarra; si no es un caso aislado, declaran en ERC, no se podrá contar con ellos. En resumen: queda mucha tela por cortar.


Hay muchos corazones de izquierdas rotos estos días, gentes que han trabajado por mejorar este país, que han votado a quienes ahora gobiernan y que ven cómo todo se puede ir al carajo porque, en el partido presuntamente de izquierdas que llegó al poder abanderando la regeneración democrática, hay quien se lo lleva crudo certificando para nuestra desgracia que el bipartidismo funciona en claves para las que da igual que sea el PSOE o el PP quien presida el gobierno.


Todo esto pide bisturí ya, nada de medias tintas, tomar decisiones en las que la ciudadanía pueda confiar. Si tanto se empeñan Sánchez, Bolaños, López y compañía en precisar que el terremoto Cerdán es un asunto de partido, ¿por qué no hacen como el PNV y deslindan partido de gobierno? ¿Por qué en esa nueva ejecutiva que anuncian no apuestan por un secretario o secretaria general diferente a quien ocupe la presidencia del Gobierno? ¿Por qué Pedro Sánchez no deja de marear la perdiz y se somete a una cuestión de confianza?


Creo que no le quedará más remedio que hacerlo. De lo contrario, cada minuto que transcurra funcionará en contra, no ya de sus intereses y los de su partido, sino de quienes, aún abochornados, aspiramos a encontrar la manera de cortarle el paso a las derechas y dejar de desayunarnos cada mañana con un nuevo sobresalto. Esto ya no es resistir. Es agonizar. Con la respiración asistida de la derecha catalana, por cierto.


J.T.


lunes, 9 de junio de 2025

Huir hacia delante no es el camino





Gobernar con votos de la izquierda y hacer cosas de derechas es un timo a la  mayoría progresista de este país que dura ya demasiado tiempo. Llevamos siete años confiando en que a los ultras se les ponga de una vez en su sitio y no hay manera de que estos pierdan fuelle. Al contrario, cada vez cuentan con más foros donde soltar sus arengas anticonstitucionales. Caen chuzos de punta y al presidente parece como si no le afectara. Hasta ahora ha sobrevivido, sí, pero ¿seguro que no podía haber hecho algo hace tiempo para que evitar la llegada del clima irrespirable que soportamos? ¿Se trata de sobrevivir o de poner las bases para que el fascismo nunca tenga la posibilidad de gobernarnos? 


¿Acaso no tenemos claro lo que nos espera apenas lleguen al poder? Los viernes negros de Soraya y Montoro en tiempos de Rajoy anunciándonos cada semana recortes y pérdidas de derechos serán un juego de niños comparado con lo que serán capaces de hacer Feijóo y Abascal apenas puedan. No se evitará esto limitándose a usar el miedo como coartada cuando llegan tiempos electorales. “Que viene el lobo, vótenme a mí”. Te votan a ti, consigues formar gobierno gracias al apoyo de partidos de izquierdas y, salvo en asuntos sociales, y no en todos, te dedicas a practicar parecida política a la que estaría haciendo el Partido Popular.


Esta manera de actuar tiene una fecha de caducidad que cada día parece más cercana. Porque huir hacia delante no es el camino. Y eso es lo que se hace cuando no se tocan los intereses de los bancos, ni los de las constructoras o las empresas energéticas, o cuando aumentas el gasto militar. Huir hacia delante es lo que se hace también cuando no rompes relaciones con países genocidas, cuando procrastinas a la hora de poner orden en el ámbito judicial o cuando no limpias a fondo y para siempre el repugnante y hediondo mundo de las cloacas.


La derecha está impaciente porque no consigue echar a Sánchez a pesar de la pertinaz estrategia de acoso y derribo que practica sin descanso, pero si yo fuera Aznar o alguno de sus secuaces igual no me preocuparía tanto. Esferas de influencia claves para el funcionamiento del país nunca han dejado de estar en manos de gentes pro PP. Este gobierno ha apostado por la cohabitación con los poderes fácticos de las derechas en lugar de plantarles cara, ha preferido dejar pasar fechorías imperdonables en lugar de pegar un puñetazo sobre la mesa cuando se pasan veinte pueblos y decir hasta aquí hemos llegado. 


Huir hacia delante dedicándose a pulir la imagen internacional no es la solución. No puedes dejar pasar tanto torpedeo intolerable porque si lo haces, al final estás allanándoles el camino. La Conferencia de presidentes autonómicos, bufonadas de la responsable madrileña aparte, me hacía recordar este fin de semana lo que ocurrió a mitad de los años 90, cuando el aumento de la cuota de poder en ayuntamientos y autonomías por parte del PP fue el preludio de la victoria de los populares en las elecciones generales de 1996. 


Ya gobiernan en once comunidades, en muchas de ellas gracias a infames pactos con la ultraderecha, y en las dos ciudades autónomas también, mientras los socialistas continúan dormidos en los laureles, templando gaitas para evitar que se inquieten la iglesia, la monarquía o el dinero y renovando licencias a las televisiones privadas hasta el año 2040 para que les sigan metiendo caña desde la mañana hasta la noche. 


Si el presidente y sus ministros saben, porque seguro que lo saben, que la derecha nunca les agradecerá ningún favor, que no tendrán piedad alguna con ellos cuando consigan descabalgarles ¿por qué no dejan de pasarle balones para que continúen marcando goles? ¿les va la marcha y no tienen nada que decir cuando te montan manifestaciones llamándote mafia, por ejemplo? Aquí hay algo que se me escapa. 


Insisto, solo haciendo cosas de izquierdas se fijan los límites con las derechas y se conserva la confianza de tu electorado. El comodín del miedo al fascismo, como estamos viendo ya en tantos países, llega un día en que deja de funcionar. Si haces cosas de derechas al final el votante, aunque vaya en contra de sus propios intereses, preferirá el original a la copia. 


J.T.



lunes, 2 de junio de 2025

Nigüelas repara la dignidad de cinco fusilados en la guerra civil


Tardabas en darte cuenta que detrás de las fotos se encontraban las urnas. Eran cinco imágenes ampliadas, con su correspondiente marco cada una, tomadas en los años treinta, meses antes de que, a quienes aparecían en ellas, los mataran y los hicieran desaparecer; instantáneas descolgadas de las paredes de las casas familiares y trasladadas un sábado de mayo de 2025 hasta la Casa de la Cultura de Nigüelas, provincia de Granada, para presidir el homenaje que allí iba a tener lugar. No debían llevar mucho tiempo colgadas las fotos, sin duda hizo falta superar el miedo que durante décadas se instaló en el valle de Lecrín hasta que, de un tiempo a esta parte, la ley les otorgó por fin el derecho de reivindicar la memoria de sus antepasados asesinados, reclamar su búsqueda y que se llevaran a cabo los trabajos necesarios para certificar su identidad.


Las urnas con sus restos, colocadas tras las fotos en una mesa con la bandera republicana dispuesta sobre el escenario, iban a ser entregadas a sus familias durante un acto de reparación tan entrañable como solemne. En la fosa número uno de esta localidad con poco más de mil habitantes se han encontrado diecinueve cuerpos y todavía hay catorce pendientes de ser identificados. Eran vecinos de Alhendín, Lanjarón y otras localidades no demasiado lejanas, cuando sus asesinos no tuvieron suficiente con matarles en agosto de 1936 sino que además les hicieron desaparecer transportando sus cuerpos hasta el cementerio de esta localidad casi escondida donde hoy nos encontramos. Les robaron hasta el derecho al duelo, que cinco de ellos hoy por fin recuperan.


Asistir a un acto de este tipo, en mi caso se trataba de la primera vez, es una experiencia sobrecogedora. Arqueólogos e historiadores intervienen para resumir sus trabajos. Explican que la zanja tenía metro y medio de profundidad y que los cuerpos, maniatados la mayoría, además de los impactos de las balas presentaban signos de violencia. Las cinco personas a quienes el laboratorio de Identificación Genética de la Universidad de Granada ha conseguido ponerle nombre y cuyos restos hoy son devueltos a sus familias, se llamaban Juan Antonio Pérez Ortega, Francisco Tito Mingorance, Francisco Ruiz Pérez, Ángel Matarán Muñoz y su hijo Alfonso, de 19 años. 


Matarán padre era maestro de escuela en Alhendín durante la República y fue señalado por el cura del pueblo apenas se produjo el golpe de Estado. Su delito: haber cerrado las ventanas de la escuela años antes cuando pasaba una procesión para que el ruido no le impidiera continuar impartiendo la clase. Su hijo mayor se empeñó en acompañarlo al cuartelillo cuando la guardia civil fue a buscarlo a casa para “hacerle algunas preguntas” y nunca más se supo de ninguno de los dos hasta que hace poco las pruebas de ADN confirmaron la identidad de ambos. Francisco Tito Mingorance, guardia civil, fue secuestrado y ejecutado por sus compañeros y su rastro se borró hasta de los registros, Juan Antonio Pérez Ortega fue asesinado de varios tiros en la nuca delante de sus hijos…  


Estremece escuchar a sus familiares contar estas historias cuando les toca subir al atril. Son personas jóvenes en su mayoría que han mantenido viva la necesidad de reparación que sus mayores buscaron durante toda su vida. Habían sido testigos directos del momento en que sus antepasados fueron “arrancados violentamente de la vida”, en palabras de la poetisa Julia Ochoa recitadas por la profesora Andrea Villarrubia y han muerto, algunos hace poco tiempo, sin poder ser testigos del momento con el que siempre soñaron.


“Han vuelto con nosotros”, proclamó el periodista Francisco Vigueras; “No se reciben unas cajas con restos humanos, sino con dignidades humanas”, puntualizó durante su intervención Juan Mata, profesor de la Universidad de Granada. Mientras escuchaba estas intervenciones, todas ellas envueltas en una intensa, pero contenida, carga emocional me preguntaba cómo es posible que, cuando aún quedan tantas heridas por cerrar como es debido, estemos asistiendo de nuevo en España a la revitalización del mismo fascismo y la misma intolerancia que desembocó en aquella tragedia. Por eso me parecieron tan oportunas las palabras de mi compañera Nieves Concostrina durante su intervención en el homenaje:


“Yo ya no disculpo ni a los cobardes, ni a los desinformados, ni a los desganados, porque por su culpa la democracia, las libertades y los derechos corren serio riesgo”, dijo. Y añadió: “A los mismos que secuestraron la educación en su momento y señalaron a los maestros a los que mataron, se les ha vuelto a poner la mayor parte de la enseñanza bajo su dominio y su control”. Todas las alertas que se divulguen en esta línea serán pocas. Por eso, actos de justicia y reparación como el de Nigüelas deberían conocerse y difundirse todo lo posible. Que es, sin duda, mucho más de lo que se hace. Entre otras cosas porque poseen un alto valor pedagógico e invitan a no bajar jamás la guardia, a reflexionar, tomar nota y trabajar sin descanso para que la historia no vuelva a repetirse.


Aún quedan decenas de miles de personas ejecutadas hace casi noventa años y que continúan desaparecidas o sin identificar. Ya que nos encontramos en la provincia de Granada, se me ocurre que igual algún día conseguimos por fin asistir a un acto similar con los restos de Federico García Lorca, asesinado también por los mismos días en que lo fueron quienes el pasado sábado 24 de mayo homenajeamos en Nigüelas. Como proclamó durante el acto Juan Alberto Martínez Yáñez, vocalista del grupo “Niños Mutantes”: “Aunque nos roben la vida/Aunque nos quiten la sangre/Tendré que seguir cantando/ aunque no me escuche nadie”.


J.T.