lunes, 30 de diciembre de 2024

Carta de Año Nuevo para un sobrino facha

Eres pobre, querido sobrino, hijo de pobres y nieto de pobres. Por bien que te vaya la vida ahora. Llegaste de niño a Catalunya junto a tu abuelo, vendedor ambulante en las Alpujarras y tu padre, un mecánico habilidoso que tampoco veía futuro en la Andalucía que nos vio nacer. Eran los años sesenta del siglo pasado y la tierra que os acogió os proporcionó trabajo, prosperidad y calidad de vida. A ti, además, una educación impensable por entonces en la pedanía donde naciste y que sí recibiste en Hospitalet y luego en la universidad Central, conocimientos que de adulto te facilitaron ganarte la vida con decencia como profesor de historia. Tienes suficiente cultura y criterio para saber que el fascismo no es el camino. Pero te marchaste de Catalunya, conseguiste el traslado a la tierra de la familia y te has hecho facha, ¿por qué?


Compruebo con estupor el tiempo que dedicas a fomentar el odio en redes sociales, me cuesta trabajo reconocer en tus tuits a aquel adolescente educado e inquieto que yo trataba en Barcelona durante los últimos años de la dictadura y primeros de la democracia. ¿Por qué te molestan tanto los inmigrantes, Manuel? ¿qué fuimos nosotros, que fue tu padre en la Seat de la Zona Franca, qué fue tu abuelo en la papelera del Prat? ¿por qué odias Catalunya, la tierra que durante tanto tiempo nos dio de comer? Te oigo hablar de Tabarnia y se me cae la cara de vergüenza, como cuando te alineas con la homofobia o despotricas del feminismo.


¿Qué privilegios defiendes, querido? ¿Los de quienes siempre te han esquilmado? ¿los de quienes nunca te dejarán ser como ellos? ¿los de quienes propagan el miedo a que te quiten o te ocupen los dos miserables pisos que tienes alquilados, que son los mismos que nos roban a todos a diario y a manos llenas? Sabes muy bien que ni tú ni nadie de la familia seréis considerados nunca de los suyos por mucho que ahora contribuyas a difundir sus consignas de crispación y frentismo. Te desprecian, pero tú te dejas usar, aunque en el fondo seguro que sospechas que si llegaran al poder te tirarían a la basura sin compasión, como un kleenex gastado que, una vez cumplida su función, ya no les sirve para nada. Se van a reír de todos los que como tú los defendéis ahora y lo sabes. Es más, ya se están riendo cuando te ven, a ti y a tantos como tú, hacerles gratis el trabajo sucio, ¿o no es gratis?


Con el fascismo no habría más prosperidad y lo sabes, no habrá más igualdad de oportunidades y lo sabes, como sabes también que son violentos, como sabes que la pensión de tu padre no mejorará, ni existirán esas coberturas sociales que a día de hoy no valoras porque no quieres contemplar que irán desapareciendo una detrás de otra. Como tampoco valoras la libertad que disfrutas pensando –o haciendo pensar- que ahora no existe. Veo tus perfiles y no te falta un perejil, que vivan los toros, la legión, la monarquía, el catolicismo y la España una, grande y libre… Te queda solo defender el terraplanismo, negar el cambio climático y sostener que las vacunas contienen un chip de control, ¡madre del amor hermoso! 


Sé de derechas si quieres, Manu, faltaría más. Me cuesta entenderlo pero es una opción legítima. Lo que no puedo entender es que estés contribuyendo a propagar los postulados ideológicos de unos intolerantes que, apenas puedan, intentarán buscarle la ruina a parte de tu entorno y finalmente acabarán yendo a por ti también. Porque eres pobre, no lo olvides, hijo de pobres y nieto de pobres. Y al fascismo los pobres, ignorantes o no, solo le sirven para conseguir el poder con sus votos merced al machaque al que estáis sometiendo al personal. 


Cuando descubran el timo será tarde, pero a ti no te entiendo porque conoces bien los procesos históricos. Como sabes que la llegada de Trump y el ascenso de los ultras en Europa no auguran nada bueno. No puede ser que se repita el cuento y que solo acabe viéndose claro hasta qué punto el fascismo es una ruina cuando ya sea demasiado tarde para evitarlo ¿Qué beneficio sacas tú alentando la ideología ultra, a qué aspiras, estás seguro que eso es lo mejor para tus hijos? No olvides nunca que, aunque los malos acabasen ganando, quienes continuaremos luchando contra la injusticia y la desigualdad siempre seremos más. 


Feliz año nuevo, sobrino. Tu tío que te quiere.


J.T.

lunes, 23 de diciembre de 2024

Podemos importa. Y mucho.



Agoreros de toda clase y condición vienen anunciando la muerte de Podemos desde el mismo día, 17 de enero de 2014, en que este proyecto político se dio a conocer. El sistema se percató enseguida que lo que significaba esta iniciativa política no era precisamente una broma, que sus análisis eran profundos y sus propuestas ponían el dedo en la llaga. El bipartidismo y la monarquía corrupta, la banca y el empresariado supieron ver pronto que las reflexiones y diagnósticos de aquellos profesores universitarios calaban porque manifestaban exactamente lo que buena parte de la ciudadanía sentía y pensaba en aquellos momentos. Había que cargárselos pues, matarlos, acabar con ellos. Aquel maldito espejo de Blancanieves les estaba diciendo que existía alguien más guapo. Intolerable.


Y a ello se pusieron. Casi once años después, los más de veinte casos judiciales abiertos contra diferentes miembros de la formación con cualquier pretexto, pero siempre sin fundamento, han quedado en agua de borrajas como no podía ser de otra manera. Los dos últimos, el caso Neurona y el caso Niñera, acaban de cerrarse por fin dejando claro que todo fue una patraña urdida para arruinarles la vida a quienes habían osado poner en solfa las inercias de la manoseada Transición, los acuerdos que durante décadas habían dejado vivos en las instituciones a buena parte de los herederos de la dictadura. Algunos nunca dejaron de asomar la patita y otros, desde que han decidido quitarse las caretas en los juzgados, la policía, el ejército o los periódicos, están consiguiendo acorralar a los miembros socialistas de un gobierno que nunca supo verlas venir hasta que no les ha tocado a ellos.


Como sigamos así, la jaula de grillos que es hoy el Parlamento podría convertirse más pronto que tarde en una bañera de pirañas. Recordaba el otro día Gabriel Rufián, recién elegido mejor orador del año, cómo hace ya doce años "una diputada del PP dijo en el Congreso “que se jodan” durante un debate en el que se hablaba del paro y de parados. Aquello fue un escándalo, se le sancionó y ella y su partido tuvieron que pedir perdón. Hoy se aplaudiría, se jalearía y se harían camisetas con la frase”.


Aún así, las encuestas de estos días certifican una vez más que Podemos, ese muerto que tantos han querido matar tantas veces, goza de buena salud. Ahora solo disponen de cuatro diputados en el Congreso, es verdad, pero se trata de cuatro votos tan válidos como los siete de Junts o de Esquerra, los seis de EH Bildu o los cinco del PNV. Cuatro escaños sin los que no se puede hacer nada. Cuatro votos que Ione Belarra y sus compañeros usan para cumplir con lo que sus electores esperan de ellos: conseguir avances sociales, luchar contra la desigualdad o poner pie en pared frente a las injusticias. Algo que en Sumar no han sabido hacer. O no han querido, vaya usted a saber. 


La última humillación sufrida por la ministra de Sanidad, plegándose con el asunto Muface a una decisión contraria a su voluntad política, deja a Mónica García en muy mal lugar. Sumar nunca fue nada y ahora es mucho menos. Si mantiene alguna expectativa de voto es gracias a la incondicional militancia de Izquierda Unida, que sigue dentro porque no sabe qué hacer con su vida. Y mientras tanto en Podemos, cada vez que habla Irene Montero le tiemblan las piernas a más de uno, cada vez que Ione Belarra interviene en el parlamento deja más en evidencia la tibieza de un Gobierno de coalición algunos de cuyos miembros, empezando por el presidente, están empezando a sufrir el mismo tipo de ataques que soportaron tantos responsables de Podemos mientras los socialistas miraban para otro lado.


Y hete aquí el panorama actual, los mismos cañones que dispararon contra el partido morado andan ahora copando telediarios y primeras páginas con Ábalos, Aldama, Koldo, Begoña…  los mismos que acosaron en su casa durante meses a un vicepresidente y a una ministra del gobierno están yendo ahora a por todas contra el entorno familiar y político del presidente. Puede que Pedro Sánchez se haya dado cuenta ya que se equivocó apostando por intentar hundir a Podemos. Sus cuatro diputados y los postulados políticos que estos defienden le son a día de hoy más necesarios que nunca, sobre todo desde que en Junts han decidido hacerle descarados ojitos al Partido Popular. 


Más vale que nadie baje la guardia. Como sostiene mi admirado Javier Leizaola, “vienen curvas y toda alerta será poca”. Feliz Navidad.


J.T.

lunes, 16 de diciembre de 2024

Juliana, Fortes y la osadía de González Amador




No soy sospechoso de ser amigo de Xabier Fortes, pero en un asunto como el de Alberto González Amador hay que estar con él sin discusión alguna. Que el conductor de La noche en 24 horas de tve sea pelín pendenciero y algo picajoso cuando no le gusta lo que se escribe del programa que también dirige, no significa que no haya que salir a la palestra a manifestar nuestra solidaridad con él cuando se produce una amenaza como la que ha recibido. Vía burofax, el defraudador confeso le ha hecho saber que no le gusta que le llamen defraudador confeso y le ha conminado, como también a Enric Juliana, director adjunto de La Vanguardia, a un acto de conciliación previo a la interposición de una querella. Les pide cinco mil euros a cada uno por supuestas injurias y calumnias y no doy crédito, lo siento, ¿nos hemos vuelto todos locos? ¿pero qué broma es esta?

 

Ni Fortes ni Juliana son precisamente unos rojos peligrosos, al contrario, ambos exhiben un talante moderado y por lo general suelen meterse en pocos charcos. Perfiles ideales pues para que gentes como la todavía pareja de Ayuso los elija a la hora de mandarnos recaditos a los demás. Cuidado conmigo, plumillas no adictos que os permitís airear mis asuntos; si soy capaz de ir a por estos, imaginaos lo que puedo llegar a hacer con vosotros como me sigáis tocando las narices.

 

Lo que está perpetrando González Amador y el entramado que lo alienta es rotundamente intolerable. Hay que decirlo mil veces porque mil veces él y quienes se mueven con y como él se están pasando de la raya sin que nadie los ponga en su sitio. No a la cara dura, no al desprejuicio, no al matonismo, no a la desvergüenza. Ante la impunidad con la que se comportan estos amorales va siendo hora de poner pie en pared porque vamos bastante tarde.

 

La verdad es que el inefable Amador –todo un imbatible oxímoron este su segundo apellido- no se conforma con amilanar al mundo del periodismo. La lista de “querellados” va desde los periodistas Juliana y Fortes al presidente Pedro Sánchez pasando por tertulianos como Luis Arroyo o Pedro Simón, políticos como Rita Maestre u Óscar López y cómo no, el Fiscal General del Estado. El dinero que pide en total, si sumamos todas las demandas de conciliación, supera ya los cuatrocientos mil euros, es decir, casi cincuenta mil por encima de la cantidad que reconoció haber defraudado a Hacienda.

 

En palabras de Pepa Sebastián, “lo que el tipo pretende es que le salga gratis el fraude”. Si pierde las querellas, la osadía le puede salir por un pico, ¿o sabe ya que no las perderá dadas sus conexiones en las alturas? Si su chica se ha cargado a Casado y él a Lobato, si su mentor Miguel Ángel Rodríguez se permite provocar a la directora adjunta de eldiario.es escribiéndole “os vamos a triturar” ¿por qué demonios van a dejar tranquilos a los periodistas que no usan Televisión Española como está mandado, es decir, como lo hace Telemadrid desde que echaron a José Pablo López, flamante presidente por cierto de la Corporación RTVE desde el pasado 2 de diciembre? Porque desde luego, lo que parece claro es que las Asociaciones de la Prensa no les preocupan en absoluto.

 

Estoy de acuerdo con José Pablo López cuando sostiene que “vivimos en un retroceso democrático donde se tratan de silenciar las críticas a golpe de querella-mordaza. Que el miedo se instale en nuestras rutinas profesionales. Que hablar sea cada vez más caro”. Desde el PP, como revelaba hace unos días Jesús Maraña, se intentó acabar con Intxaurrondo, Fortes y Broncano como condición sine qua non para pactar el nuevo Consejo de Administración. Consiguieron en su día la rendición socialista con la expulsión de Jesús Cintora y lo han vuelto a intentar ahora, aunque esta vez les ha salido el tiro por la culata. Algo tarde empiezan Sánchez y su gobierno a pegar algún que otro tímido puñetazo sobre la mesa.

 

La pareja de Ayuso le viene al Partido Popular como anillo al dedo para continuar moviendo hilos por la puerta de atrás, aunque cada vez parece importarles menos que hasta quienes no están en el ajo acaben viendo claras sus jugadas. Todo esto no es una arremetida aislada ni mucho menos, sino que forma parte del proceso con el que la ultraderecha y la derecha ultra vienen empantanando desde hace ya demasiado tiempo tanto la paz social como la convivencia ciudadana.

 

El magistrado Ignacio González Vega asegura que no hay recorrido judicial para las querellas de González Amador contra quienes le llaman defraudador confeso, pero admite que estas iniciativas van encaminadas a que cale entre los periodistas lo que denomina “efecto desaliento”, es decir, que nos pensemos dos veces según qué cosas antes de decirlas o escribirlas.

 

Pues va a ser que no.

 

J.T.

 

 


lunes, 9 de diciembre de 2024

El ruido del poder y el silencio del pueblo


“No me da miedo el ruido del poder, no me dan miedo los tanques, me da miedo el silencio del pueblo”. Hasta la saciedad repitió Julio Anguita estas palabras, tan vivas hoy como el día en que las pronunció. Ruido, ruido, ruido. Antes de sables y ahora de togas o de guasaps envenenados. Ruido en el Congreso, ruido en demasiadas redacciones, ruido en muchos juzgados y en según qué jefaturas de gabinete donde sus responsables andan desatados. Ruido ensordecedor por parte de los mismos que se cargaron la preeminencia de Podemos porque hacían demasiado ruido, ¿no es maravilloso? 


Ruido en todas partes menos en la calle, ha de ocurrir una desgracia como la de Valencia para que empecemos a movilizarnos… un poquito. A mí me parece la puntita nada más, lo siento mucho, hay miles de razones por las que deberíamos estar haciendo un ruido en la calle cada vez más imprescindible para preservar la democracia y no lo hacemos. No plantamos suficiente cara al discurso facha, nos callamos por discreción, por pereza o por miedo. Y ellos van avanzando posiciones en los ámbitos familiares, en las reuniones de amigos, en los taxis o en los bares. Parece como si nos faltara sangre en las venas para contestar como se merecen. Estamos paralizados mientras la ultraderecha va tirando de una inventiva cada vez más tóxica que consigue calar, permanecemos inmóviles mientras los conjurados contra el gobierno consiguen que sus mensajes se reproduzcan por esporas sin que casi nadie pegue un puñetazo encima de la mesa y ponga las cosas en su sitio. Es fácil, porque a quienes mienten es fácil sacarles los colores. Pues no, son ellos quienes consiguen imponer su discurso, obedientes todos al célebre “Quien pueda hacer, que haga” del ínclito Aznar, ese eterno malencarado. 


Por arte de magia no se va a solucionar la catástrofe de la sanidad ni tantas otras, sin pelea no se va a parar el destrozo de la universidad pública, que durante décadas ha sido el principal igualador de oportunidades de la sociedad española. Coincido con quienes afirman que no luchar para frenar tamaño abandono ni para impedir el crecimiento de los centros privados es un error que se pagará caro. Algo parece moverse entre los estudiantes, pero me temo que tendrán que alzar mucho más la voz si quieren que las huestes mediáticas se vean obligadas a hacerse eco de ello en lugar de usar sus primeras páginas para ultrajar a diario el oficio periodístico.


Retrasmiten en directo el retroceso que nos amenaza y nos quedamos cruzados de brazos tan panchos. Que un templo de la democracia como en teoría ha de ser nuestro Senado albergue un encuentro internacional de negacionistas, de enemigos del aborto y de los derechos de los homosexuales, que eso ocurra y nadie diga de una vez hasta aquí hemos llegado es algo que no alcanzo a entender ¿qué será lo próximo, una propuesta para discutir si la tierra es plana o no? Se envalentonan y se ríen en nuestra cara. Y para más inri, se han acostumbrado a burlarse de nuestro sentido común porque se atreven a proclamar que lo hacen en nombre de la libertad.


Como escribían el otro día en este mismo diario mis compañeros de “Tremending”, si buscas la palabra "libertad" en el diccionario del PP te aparece el maserati del novio de Ayuso, Alfonso Guerra añorando los chistes de homosexuales o Pablo Motos criticando al ministerio de Igualdad, al de antes, claro. Por no hablar del uso que hacen del término libertad según qué portadistas u opinadores de diarios como ABC, La Razón o El Mundo: ¿Que no soy capaz de titular con un bulo en primera? ¡Agárrame el cubata! Y acto seguido se disponen a perpetrar el dislate del día con la tranquilidad que proporciona saberse bien respaldados. Existe mucho más y mejor periodismo que el que se hace en buena parte de los cenáculos madrileños, Madrid DF como se ha puesto de moda decir. Pero nos dejamos marcar la agenda por quienes apuestan por la crispación. Hago mías estas palabras de Javier Aroca a propósito de este watergate que tenemos entre manos llamado "filtraciones": "Los que más saben de eso en este país son los periodistas políticos de Madrid. Si ellos quisieran sabríamos lo que ha pasado. Pero no hablan: 1) Por deontología profesional 2) Por miedo. 3) Porque están en el ajo y por eso no hablan”.


Hay miedo entre los políticos, los periodistas y los jueces honestos que tendrían la posibilidad de parar todo esto de una vez y no entiendo por qué no lo hacen. Saben que si no te alineas con los profesionales de la infamia en cualquiera de estos tres ámbitos, al final te van a acabar crucificando igual ¿A qué esperan pues para hacer lo que tienen que hacer, que además saben hacerlo? Aunque solo sea por dignidad porque, como también decía Julio Anguita, “con la dignidad no se come, pero un pueblo sin dignidad se pone de rodillas y termina sin comer”.


J.T.

lunes, 2 de diciembre de 2024

La ametralladora de falacias

El ultrafascista Vito Quiles aparecía el otro día en las redes abrumando en un vídeo a David Broncano con una pregunta tras otra basadas todas ellas en mentiras y torticeros juicios de valor sin otorgarle al interpelado el tiempo necesario para replicar de manera sosegada. Aún así, el presentador de La Revuelta salió airoso del asalto callejero del que fue víctima, un acoso infestado de odio y rebosante de bulos. 


Esta flagrante agresión me recordó aquel cara a cara electoral en el que Núñez Feijóo utilizaba una técnica similar para intentar acorralar a Pedro Sánchez, propósito que en buena parte el todavía líder del PP consiguió porque, sorprendido, el presidente no pudo o no supo reaccionar con la rapidez necesaria al incesante bombardeo de disparates del que era objeto hasta el punto que acabó perdiendo el debate. 


Pues bien, esa técnica invasiva cuenta con un nombre que el lector probablemente conozca, pero del que yo admito no haber tenido noticia hasta que hace poco una de mis hijas me habló de ello. Se conoce como “Galope de Gish” o ametralladora de falacias. El término fue acuñado hace treinta años por la antropóloga estadounidense Eugenie Scott para definir la encendida manera que un bioquímico de Kansas llamado Duan Gish tenía de defender sus tozudas ideas creacionistas. Para negar la evolución de las especies en los debates donde intervenía, Gish recurría a un tsunami de medias verdades, mentiras y tergiversaciones expuestas a tal velocidad que los contrincantes no conseguían disponer del tiempo mínimo para rebatirlas. Daba igual la solidez o la exactitud de los argumentos desplegados, porque se trataba de abrumar al oponente sin permitirle casi ni respirar, ¿verdad que les suena?


Cada punto planteado por quien utiliza la técnica del Galope de Gish exige mucho más tiempo para ser rebatido que para ser enunciado. Dado que la ametralladora de falacias está basada en el desprejuicio y la amoralidad, solo puede ser contrarrestada, y con mucha dificultad, si conocemos bien a quienes sabemos que la usan y conseguimos desmontar sus trampas antes de que tomen carrerilla. 


¡Qué pereza tener que lidiar a diario con este tipo de especímenes. En una tertulia o en un debate todavía existe la oportunidad, aunque sea poca, de frenarlos. Pero cómo nos defendemos cuando no existe la posibilidad de réplica? ¿Qué hacer cuando Florentino Pérez, por ejemplo, usa un atril inexpugnable para lanzar una mentira tras otra sobre periodistas de países como Namibia o Finlandia que no votaron por Vinicius para el balón de oro? ¿Qué hacer cuando Pablo Motos, desde el blindaje que proporciona un monólogo televisivo, recurre a un bulo tras otro para atacar a su adversario profesional? ¿Qué hacer con Ayuso o con Feijóo, que no saben sino mentir, o con ese aventajado alumno que les ha salido en Valencia llamado Carlos Mazón y que no deja de perpetrar amoralidades? ¿Cómo salir al paso de tanta infamia? ¿Cómo evitar que luego estas iniquidades circulen de guasap en guasap sin control alguno hasta convertirse en el único tema de conversación entre cuñaos a la hora del aperitivo? 


Insisto, ¡qué pereza, desayunar cada día con la última escaramuza de un juez empeñado en sacar petróleo de donde no hay, magnificada esta a su vez por un presunto comunicador que le otorga encantado todo el pábulo del mundo! ¡qué pesadez el constante empeño por irse sacando conejos de la chistera, llámense Aldama o llámense como se llamen, y airear a bombo y platillo acusaciones sin pruebas! No es calidad democrática tener que salir cada día al paso de bulos infames, tampoco tener que demostrar tu inocencia mientras los mentirosos acusan sin pruebas con todos los altavoces del mundo dispuestos a propagar mendacidades a los cuatro vientos.  


El diputado del PNV Aitor Esteban dio el otro día en el clavo: tienen demasiada prisa y en consecuencia les da todo igual. Ven lejos el momento de llegar al poder y no lo soportan. Les sobra la democracia, les sobra la verdad, les sobra la decencia. Y no les falta dinero ni recursos para obligarnos a soportar este insufrible estado de crispación. No sé si estamos a tiempo, pero de alguna manera empieza a ser urgente poner pie en pared e impedir que la desesperación de los intolerantes siga comiéndonos el terreno. 


Afirma mi amigo Rubén Sánchez que para acabar con la impunidad de quienes viven de la difamación es necesario que el mayor número posible de víctimas se enfrenten a ellos en los tribunales de justicia. No sé yo si con eso basta, porque el uso cada vez más generalizado de técnicas como el Galope de Gish es la demostración más palpable de que nos enfrentamos a un ejército de amorales a quienes todo da igual. El diagnóstico parece claro. Ahora solo nos queda dar con la solución antes de que sea demasiado tarde. 


J.T.










lunes, 18 de noviembre de 2024

¿Hay que abandonar la red X?


La respuesta es no. Al menos de momento. Voy a intentar explicar mis razones: El argumento para marcharse no puede ser que en la red X se manipula, circulan mentiras o se contribuye a generar odio. Son muchos los medios de comunicación que vienen haciendo esto desde hace ya demasiado tiempo sin pudor alguno. Las soflamas diarias de ese activista llamado Vicente Vallés, por ejemplo, de ese presunto periodista que utiliza el informativo que presenta en Antena Tres como vehículo de propaganda antigubernamental retorciendo la realidad sin complejos, ¿es menos peligroso que un bot de twitter? 


Los radio predicadores mañaneros madrileños insultando a troche y moche, potenciando las informaciones que quiere la ultraderecha y ninguneando las que no les interesan, ¿acaso salen ganando en las comparaciones con los energúmenos que propagan el rencor por las redes? Que la iglesia católica financie la cadena de radio Cope para que sus oyentes acaben detestando a unos y enalteciendo a otros, atropellando así el sentido común y la inteligencia de quienes les escuchan, ¿es más aceptable que el hecho de que un millonario caprichoso haya comprado la red  X por 44 mil millones de dólares? ¿se sostiene de alguna manera el argumento de que con un dueño así hay que marcharse de sus dominios? ¿es quizás mejor informarse a través de medios como ABC, El Mundo, La Razón, Telecinco, Antena Tres, o La Sexta, todos ellos propiedad de personajes o sociedades cuyos intereses últimos no son menos zafios que los del tal Elon Musk?


Irse de twitter, ahora X, es rendirse, tirar la toalla en un momento en el que todo el que puede y tiene algo que decir es importante que lo difunda por cuanto mayor número de altavoces mejor. De lo contrario los dueños de los mensajes, de eso que últimamente se ha dado en llamar el relato, se quedarán solos campando a sus anchas y gozando de la impunidad más absoluta. Es a lo que aspiran, por eso hay que dar la batalla. Toca plantar cara, toca remangarse, toca contrarrestar la indecencia de quienes mienten, toca defender la lucha contra la desigualdad y la injusticia en todas aquellas trincheras donde sea posible. Y de momento twitter vale para eso, por mucho que manipulen el algoritmo, por mucho que se apliquen a la hora de ocultar unos mensajes y resaltar otros. 


No se puede luchar contra algo desde fuera. Hay que estar. Y la red X permite a quienes todavía somos usuarios tener seleccionados dominios que nos mantienen orientados e informados. Las cuentas de los medios de comunicación con prestigio, tanto nacionales como internacionales, nos vienen alimentando a muchos desde hace más de quince años. Las razones que tanto The Guardian como La Vanguardia aducen para abandonarla no solo no me convencen, sino que me entristecen. Sin estos medios, a día de hoy, mi capacidad de análisis disminuye. No me vale que me digan que estarán en otras redes porque ellos saben, como yo, que no hay ninguna red social que esté libre de culpa, que ninguna estaría en condiciones de tirar la primera piedra. Y si hay alguna que aún mantiene cierta limpieza, solo hay que dejar pasar algo de tiempo para que acabe llenándose de intrusos que buscarán encanallarla como a las demás. A quienes sabemos separar el grano de la paja, eso hace tiempo que no nos preocupa, por mucho que nos incomode.


Abandonar un entorno que resulta útil a muchos es amputar la libertad de elección. Si eso se hace en nombre de la libertad de expresión, me cuesta mucho entenderlo. El argumento de que no podemos contribuir a enriquecer a un amoral como Musk tampoco me vale. En nuestra vida diaria, enriquecemos queramos o no a impresentables dueños de supermercados, grandes almacenes, tiendas de ropa, bancos, eléctricas, petroleras o marcas de telefonía. ¿Qué hacemos para evitarlo? ¿Nos vamos de todos lados y nos pasamos el resto de nuestras vidas subidos a una columna como Simón el estilita? 


No puedo compartir una decisión como la de The Guardian o La Vanguardia a la que, dicho sea con todos los respetos, le encuentro serios tintes de hipocresía. Una vez más, me viene a la memoria la manida secuencia del corrupto y simpático capitán Renault de Casablanca, cuando este aparenta desconocer que en la trastienda del bar de Rick se juega a la ruleta. Los medios y los particulares que estos días comunican que se marchan de la red X, ¿acaban de descubrir ayer que en ella se miente y se genera odio? ¿cuánto tiempo llevan recibiendo insultos de cuentas anónimas? ¿desde cuándo se ven obligados a soportar amenazas solo por opinar? ¿cuánto hace que decidieron no hacerle caso a los ataques que recibían? ¿por qué ahora sí? ¿acaso Trump y Musk serán menos peligrosos para nuestro futuro si nos vamos de lo sitios donde aún podemos denunciar sus fechorías? Que sean ellos los que se encarguen de echarnos, por favor, que puede que lo hagan más pronto que tarde, pero no se lo pongamos tan fácil.


No acabaremos con la desinformación, los bulos y los mensajes de odio en las redes sociales yéndonos de twitter. Estoy de acuerdo con Pilar Eyre, marcharse me parece infantil, clasista, paternalista, acomplejado, cobarde y miope. En esa red somos muchos los que no insultamos, los que buscamos ahí compañía, información, compartir nuestras cosas y hacer campaña de nuestras causas. Puede ser que twitter esté cavando su propia tumba a juzgar por el empeño que pone en desnaturalizar su sentido pero, como dice Suso del Toro, a día de hoy continúa siendo un instrumento útil alternativo a los medios del poder ¿les dejamos la plataforma entera solo a los difusores de bulos y odio sin ponerles contrapeso? La respuesta es no, por muchas razones pero sobre todo dos: la primera que los fascistas no pueden monopolizar el mensaje; y la segunda que nunca es buen momento para rendirse. Ahora, menos todavía. 


J.T.

lunes, 11 de noviembre de 2024

Combatir la desinformación es urgente


No hagan caso a todo lo que se publica, dijo el rey a los vecinos de Paiporta durante su desafortunada visita a la zona de la catástrofe, hay mucha intoxicación informativa y muchas personas interesadas en esto ¿Para qué?, le preguntaron, para que haya caos, respondió. El jefe del Estado certificando la desinformación en vivo y en directo, el jefe del Estado denunciando el caos, se supone que con conocimiento de causa ¿Quiénes son esas “personas interesadas en esto” a las que se refería Felipe VI? ¿las conoce, lo sospecha, o sencillamente le salió la vena campechana de su padre en el peor momento, justo cuando algunos cachorros del fascismo desinformador conseguían hacerse una foto abrazados a él? Lo que dijo es verdad y muchos llevamos denunciándolo desde hace demasiado tiempo, pero pronunciadas por el rey y justo en aquel momento, esas palabras adquieren otra dimensión. Ni pueden ni deben pasar desapercibidas.


Ni una rendija de desinformación en la televisión pública, atajó Silvia Intxaurrondo el jueves en tve cuando uno de sus contertulios intentaba justificar alguno de los infectos titulares con los que ABC nos viene angustiando a diario a propósito del espanto valenciano. Me encanta esa declaración de intenciones, ojalá llegue el día en que eso se consiga, pero de momento no existe ni un solo informativo, de medio público o privado, que no haya otorgado pábulo en algún momento a bulos y fakes de la peor especie. 

 

Estamos rodeados, mienten los políticos, mienten los periodistas, unos más periodistas que otros, es verdad, pero mienten; mienten los propagandistas que colonizan las tertulias con venenosas instrucciones aprendidas de antemano. Están acostumbrados a mentir y jugar con el dolor de las víctimas. Puede que esto siempre haya sido así, pero de un tiempo a esta parte es mucho más así que nunca. La desinformación, la información falsa, penetra en el ánimo ciudadano más de lo que parece. En unos casos amenaza la salud, en otros la seguridad o el medio ambiente. Y sobre todo, pervierte y degrada la democracia.


No es algo nuevo, es verdad, ahí tenemos a Aznar proclamando la existencia de armas masivas en Irak y adjudicando a ETA la autoría de los atentados del 11M, a Rajoy con los hilillos de plastilina cuando el Prestige; a Trillo confundiendo a los familiares de las víctimas del Yak-42. Podíamos seguir, pero solo voy a añadir la que más me ha escandalizado de todas las desinformaciones recientes: Felipe González asegurando que se hizo cargo de la gestión durante las inundaciones de Bilbao en 1983 cuando quienes tenemos memoria recordamos que aquella desgracia le tocó administrarla al lehendakari Carlos Garaicoetxea.


Al caos de Valencia estos días solo le faltaban los buitres fascistas revoloteando por allí intentando confundirnos, unos manchándose de barro a propósito antes de entrar en directo, otros haciéndonos creer que la ropa que se recibe como ayuda se desprecia y se tira a los contenedores, otros haciéndose selfies con croma simulando una preocupación que jamás en su vida tendrán por los desfavorecidos. Como ha denunciado mi amigo Emilio Morenatti, se están propagando por redes imágenes que no son de las inundaciones de Valencia, no dejan de subirse declaraciones que no son de personas afectadas por la catástrofe, incluso fotografías hechas con inteligencia artificial… ¡un horror!


El caso es que todo me suena a ya visto, a ya vivido.Otro amigo mío suele decir que cuando alguien muere, muere toda la experiencia acumulada que ayuda a evitar errores y a saber que, de volver a cometerlos, las consecuencias volverán a ser terribles. Se va muriendo demasiada memoria, pero lo grave es que esta también parece estar muriéndose en personas que aún continúan vivas, gente que sabe de sobra que cuando se va cuesta abajo y sin frenos, uno acaba estrellándose.  


¿Se puede solucionar el problema de la desinformación? Por lo menos se puede intentar. Algunas recomendaciones, si me permiten: no hay que quedarse solo con el titular de una noticia; antes de asumirla como buena y mucho más si vamos a redifundirla, debemos comprobar quién la firma y cuándo se publicó, porque a veces nos cuelan declaraciones y datos que no corresponden a la actualidad. Hay que leer el cuerpo de la información siempre, porque en ocasiones este no tiene nada que ver con las frases que aparecen destacadas. Imprescindible además contrastar y verificar a través de diferentes medios, tener claro qué intereses defiende la persona, el periódico o la tele que nos está contando según qué cosas. Los adjetivos y los juicios de valor no son periodismo, mucho menos las expresiones salidas de tono. En la lucha contra los bulos, en la pelea contra esta desinformación que, como admite hasta el jefe del Estado, busca el caos, tenemos que estar todos, la sociedad civil, los profesionales que defendemos el periodismo decente, las instituciones, los medios… 


Desenmascaremos a los mentirosos y, sobre todo, no caigamos en la trampa de repetir lo que estos dicen para refutar sus falsedades. Es lo que buscan. Al desinformador, ni agua. Y si es fascista, característica esta que suele coincidir la mayoría de las veces con los autores de bulos, mucho menos. Aún así, he de admitir que en estos momentos estoy poco optimista, sobre todo cuando recuerdo aquella frase de Albert Camus: "Fue en España donde mi generación aprendió que uno puede tener razón y ser derrotado, que la fuerza puede destruir el alma, y que a veces el coraje no obtiene recompensa". Pues eso. 


J.T.