Apagón general, sabotaje en la alta velocidad, filtración de mensajes privados del presidente del Gobierno, activistas de ultraderecha montando pollos en la sala de prensa del Congreso de los Diputados… Ni un lunes sin sobresalto. Me pregunto qué nos tendrán preparado para esta semana. No descansan en los cuarteles generales del golpismo, cada día más desesperados porque la desestabilización por la que pelean no acaba de llegar.
La mano que mece la cuna no tiene motivos para quejarse: muchos jueces hacen lo que pueden; la mayoría de los medios, trufados de estómagos agradecidos para con la ultraderecha y la derecha ultra, profanan a su vez el periodismo sin descanso, mienten como siempre y agitan como nunca. Pues bien, ni así encuentran la manera. Elecciones ya, reclama Núñez Feijóo, al tiempo que anuncia un congreso-cónclave para estar preparados porque “no se fía de Pedro Sánchez”. Es decir, que propugna unas elecciones para las que admite no estar preparado.
No hay nada peor que estar en manos de un torpe y el líder del Partido Popular no puede ser más torpe. Para su formación política por supuesto, pero también para la salud democrática de nuestro país, que precisa un líder de oposición sólido y constructivo que a día de hoy no existe. Feijóo no sabe lo que es eso y parece conformarse con ir recogiendo la fruta que cae de los árboles que agita la ultraderecha. No le basta con el trabajo sucio de los fascistas y lo sabe, pero el pobre no da para más. Que si estado terminal, que si desguace, que si Pedro está rodeado, ¿es esa la manera de hacer oposición, apuntándose al acoso y derribo que los demás hacen por él ?
Asombra por otra parte la lentitud del gobierno para zanjar asuntos apremiantes que se eternizan. ¿Tan difícil es quitarle la acreditación a quien la utiliza para reventar ruedas de prensa? Tranquilo, que ya lo resolveremos, nos dicen, y claro, uno no puede sino echarse a temblar cuando recuerda cómo han resuelto atascos como el del Poder Judicial u otras instituciones del Estado donde la derecha los lleva al huerto como quiere, con acuerdos que dejan a las izquierdas no solo en inferioridad de condiciones, sino en el más triste de los ridículos.
Se queja el Partido Socialista de siete años de acoso pero se la coge con papel de fumar a la hora de replicar, de remangarse y ponerse a cambiar cosas ¿Acaso las derechas se andan con tantos escrúpulos cuando llegan al poder? Si no paran de desestabilizar ni un minuto cuando no lo tienen, ¿van a gastar alguna consideración cuando vuelvan a controlar el BOE y a gestionar los presupuestos? Pues claro que no. Aquí hay decisiones urgentes que hay que tomar y no se toman, decisiones de izquierdas que están pidiendo a gritos ser adoptadas y no se adoptan, ¿a qué viene marear tanto la perdiz?
Quienes pensamos que las derechas están llevando a cabo, tacita a tacita, un golpe de estado estudiado y coordinado, nos preguntamos cómo es posible que el Gobierno no reaccione. He aquí la pregunta del millón, ¿por qué un gobierno de coalición progresista no pone pie en pared de una vez para frenar esta escalada? Quienes han tratado a Pedro Sánchez suelen hablar de su sangre fría -¿o de horchata?-, de su capacidad para encajar las provocaciones sin inmutarse, para cabalgar mientras ladran… Pero lo que pasa es que no solo ladran sino que ensucian a sabiendas de que tanta bazofia, tanta casquería como ahora está de moda decir, acaba calando.
La ultraderecha está llevando la iniciativa mientras el gobierno, como si se tratara de un partido de tenis, se las ve y se las desea para devolver los golpes, ¿no tendría que ser al revés, no tendría que ser el ejecutivo el que hiciera antes, el que hablara antes, el que aportara, moviera, intentara… en lugar de dejar el empleo de estos verbos a José María Aznar, que los utiliza para enardecer a los suyos?
Igual convendría no olvidar que los fascistas actúan como fascistas siempre, que ni saben ni quieren actuar de otra manera y que llevan ya demasiado tiempo comiéndonos la tostada. Me niego a creer que no darle a esto la importancia que tiene forma parte, como hay quien lo asegura, de una estrategia calculada de Sánchez y los suyos para que el voto del miedo les siga manteniendo en el poder ¿No se tratará más bien de una coartada para no verse obligado a promover la política de izquierdas que tiene la obligación de hacer?¿Para cuándo la suspensión de los desahucios, por poner solo un ejemplo, para cuándo dejar de defender a rentistas y especuladores y coger de una vez por los cuernos ese toro llamado política de vivienda? ¿Para cuándo el aumento del gasto en políticas sociales, para cuándo romper relaciones con Israel y frenar el gasto en armamento?
Se ponga como se ponga, el PSOE necesitará siempre, y lo sabe, contar con una izquierda fuerte, no descafeinada como ellos, para que el país no acabe cayendo en manos de los fascistas y poder plantarles cara de verdad. Tenemos derecho a levantarnos los lunes sin temor a ver qué nueva canallada se les ha ocurrido a los golpistas durante el fin de semana.
J.T.
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