Le quisieron quitar la cámara y ella se negó. Aquel 24 de
noviembre de 2012, los maderos no parecían estar dispuestos a que Ana los
grabara mientras ellos actuaban en la Alameda sevillana contra los ocupantes de
la corrala “La Ilusión”, en la calle Lumbreras. Ana García Benítez, reportera
gráfica de televisión, treinta y cuatro años, tres menos por aquel entonces, carácter y determinación bien
plantados, se negó a que los presuntos servidores públicos le impidieran hacer
su trabajo. Había sido enviada a la cobertura sin compañero de equipo: ella sola,
ella misma con su mecanismo ¡viva la optimización de recursos! Eso debió hacer
crecerse a la pasma que, conocedora de la falta de solidaridad en este cada vez
más prostituido oficio de comunicar, vio el campo libre para intimidarla. Como
Ana –hay que conocer a Ana- no se amilanó, ella y su cámara acabaron en el
furgón policial y mi querida cascarrabias terminó pasando veinticuatro horas en
los calabozos.
Si en lugar de calabozos sevillanos hubieran sido
madrileños, si en lugar de una currante precaria se hubiera tratado de un cámara
“first class” pongamos de Tve, Efe o
Telemadrid, el pollo que se hubiera montado podía haber llegado a tener hasta
repercusión internacional. Pero esto del extrarradio es lo que tiene: muchas de
las cosas que ocurren, no existen. Y si a ello le sumamos la precariedad
laboral, pues nos acaba saliendo una funesta ecuación cuya resultante es ahí te
pudras.
Estos días, tres años y medio después de aquellos
vergonzosos acontecimientos, se “celebra” el juicio contra Ana y tienen las
narices de pedirle ¡nueve meses de cárcel! Si la repercusión de su detención
fue vergonzosamente escasa, la del juicio ahora no se queda atrás en desidia.
Si no fuera por la Asociación de la Prensa de Sevilla, algún que otro medio
andaluz y ese eficaz invento llamado Facebook, apenas nos habríamos enterado.
Ignorar el marrón que le pretenden colgar a Ana es apostar
por la degradación del oficio periodístico, por la barra libre para todo aquel
que nos quiera faltar el respeto, es facilitar la impunidad de aquellos a
quienes molesta la presencia de testigos incómodos en lugares comprometidos. Si
alguien piensa que es solo a Ana a quien están juzgando, se equivoca. Nos están
juzgando a todos. Y nos están mandando avisos indisimulados del riesgo que
corremos si queremos hacer nuestro trabajo, aunque sea en precario, de manera
honesta y resuelta.
Con el juicio a Ana García Benítez salimos perdiendo los profesionales
de la información, los ciudadanos y la libertad de expresión. Ana plantó cara y
ahora quieren que lo lamente. Los medios de comunicación no lo cuentan y a
muchos de los periodistas que callan esta historia no se les cae la cara de
vergüenza, como tampoco se les cae cuando toleran sumisos, dóciles y genuflexos
las presiones y amenazas que reciben del poder. Con su
silencio certifican su cobardía.
J.T.
JT un profesional de la información, no informa usando la palabra "maderos". Sólo hace falta leer hasta ahí, para ver lo sesgado del resto de la opinión.
ResponderEliminar¡Ojo! No tengo nada a favor, de todo el colectivo de policía en general, pero tampoco nada en contra. Llamarlos "maderos" es una generalización enorme y sumamente peyorativa.
Qué no necesites nunca a un madero, cuando te veas en una discusión nocturna, que ningún madero de montaña tenga que rescatarte en una excursión por el monte, no llames a ningún madero si tienes una accidente con el coche y el otro implicado se pone farruco, patrulla las calles de una gran ciudad para mantener el orden (te recomiento las 3000), hazlo tú y que no tenga que arriesgar el cuello un madero.
me parece que no
ResponderEliminarla policía le ha dicho que no grave, si sigue haciéndolo es desobediencia
está bien que la chica proteste y siga en sus trece pero estas son las consecuencias. Si le dicen que no filme, no debe hacerlo y luego (ella o su asociación) que proteste lo que quiera
un aplauso para ella y para ti por contarlo ¡¡Sí se puede!! tener honestidad y ser profesional: ánimo a todos, gracias.
ResponderEliminarPor lo que veo, mi comentario sobre el mal uso de la palabra madero, ha sido censurado.
ResponderEliminar¿Qué pide usted entonces?
¿Pide libertad de expresión para los periodistas, pero a los demás usted les pasa la tijera?
Muy coherente. Por cierto, mi mensaje carecía de cualquier insulto hacia usted, o cualquier cosa que justifique el que actúe como la Santa Inquisición y no lo apruebe.
En fin, allá con su conciencia e hipocresía. Luego pedirá respeto para el gremio.