Las noticias que llegan desde Aragón, tras el momento de esperanza que ha supuesto Extremadura, confirman que Izquierda Unida y compañía han optado una vez más por no salirse del redil. Estos días hemos asistido estupefactos al enésimo "acuerdo de despacho". Bajo la batuta de un Antonio Maíllo entregado a los focos de la factoría Ferreras, IU ha preferido abrazarse al espectro de Sumar, que en Aragón es poco más que una sede cerrada y un logo vacío, antes que consolidar la unidad con Podemos.
Para que la izquierda tenga futuro en España, es imprescindible que el motor sea Podemos. Tarde o temprano acabará entendiéndose, lo que no sabemos es cuántos descalabros más tendrá que costar ni cuánto tiempo habrá de transcurrir aún. Con la monarquía blindada, la iglesia disfrutando a estas alturas de privilegios medievales, y la banca y las multinacionales dictando parte del BOE, solo Podemos ha ido demostrando el cuajo necesario para señalar las costuras del sistema. Por eso los poderes amenazados, que son fuertes y listos, llevan diez años intentando acabar con ellos. Pero no pueden ni podrán. La opción de Podemos en Aragón la encabeza María Goikoetxea, “impugnadora sin paliativos de la corrupción y los casos de acoso sexual del PSOE, así como de la inacción del gobierno en materia de vivienda, la complicidad con el genocidio en Palestina o el mayor rearme de la historia de nuestro país.”
El resto de las izquierdas, con tantos años de práctica en el arte de templar gaitas, no acaba de atreverse a salir del bucle donde, a la vera del PSOE, disfruta de cuatro prebendas malcontadas que mejoran algo sus vidas pero nunca las de la gente a la que dicen defender. No se puede reclamar la unidad y al mismo tiempo continuar transigiendo con las injusticias de siempre. Quedó claro en Extremadura este mismo mes de diciembre. Cuando se apuesta por una fórmula valiente como la liderada allí por Irene de Miguel, los resultados se multiplican. Es verdad que de momento sirve para poco, pero al menos estaremos de acuerdo en que se trata de un buen comienzo.
En Aragón, la irrupción de un "Sumar 2.0" parece diseñada solo para reventar cualquier posibilidad de coalición que incluya la firmeza de Podemos, aunque eso desemboque en el fracaso electoral. Resulta casi cómico, si no fuera trágico, ver a Izquierda Unida y a los restos de Sumar mendigando espacio en los estercoleros mediáticos a cambio de sacrificar a Podemos repitiendo sin cesar que son solo “cuatro gatos”. Digo yo que si fueran solo cuatro gatos, quienes quieren acabar con ellos no necesitarían dedicar tanto esfuerzo, dinero y tinta a la hora de calumniarlos y denostarlos. Si los ningunean como hicieron con de Miguel, es porque saben de la potencia de su mensaje y hasta qué punto dan en el clavo porque su poso ideológico es una firme apuesta de futuro.
Que nadie se equivoque de culpables a la hora de valorar lo que sucede en Aragón de cara a las elecciones del próximo 8 de febrero. Los responsables de que se presenten tres listas electorales a la izquierda del PSOE no son quienes se niegan a ser domesticados sino quienes, por un minuto de gloria en la televisión o un sillón de perfil bajo, prefieren pactar con el vacío antes que con la coherencia. Sin el empuje de Podemos, esa izquierda "cuadra-círculos" está condenada a dar tumbos por el mundo como pollo sin cabeza hasta acabar siendo, como mucho, una nota a pie de página en la historia. Es posible que Podemos tarde en crecer y volver a ser lo que fue, pero lo hará. Repetiré algo que ya tengo escrito por algún sitio: queridas izquierdas inodoras e insípidas, los muertos que matáis, o intentáis matar, gozan de mejor salud que vosotras.
J.T.

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