Xavier García Albiol lleva practicando maneras ultras desde que fue alcalde entre 2011 y 2015, ya por entonces usaba la xenofobia como arma electoral, nunca mejor dicho lo de “arma”. Llenó la ciudad de vallas con el eslogan “Limpiando Badalona” e iba de barrio en barrio soltando en sus mítines injurias contra rumanos, paquistaníes o gitanos. Cinco años después recuperó el puesto tras la dimisión del anterior alcalde socialista, aunque a los dieciocho meses fue destituido mediante una moción de censura. No obstante, en 2023 consiguió ganar de nuevo señalando y denigrando a los inmigrantes una vez más, es decir, enfrentando otra vez a los pobres contra quienes eran más pobres que ellos.
Y ahí lo tenemos a día de hoy aún, practicando el racismo de manera institucional: “Quiero dejar muy claro –precisó este miércoles tras culminar el desalojo- que el ayuntamiento de Badalona no va a gastar ni un solo euro en darles vivienda a personas que se han dedicado a hacer la vida imposible a los vecinos.” Con manifestaciones así en el PP, los intolerantes de Vox se quedan sin recorrido. La ultraderecha, no lo olvidemos, salió de entre las filas populares y algunos está claro que se quedaron.
Ahora, tras desalojar a los cientos de personas que sobrevivían en el instituto, remata la faena con un bulo: “Pedro Sánchez y sus socios de gobierno –declaró ayer- dicen que debemos acoger a todo el mundo sin ningún tipo de control.” Esta afirmación es claramente mentira pero la utilizó como soporte del mensaje que lanzó a continuación: “Pues ahora le corresponde a Sánchez buscarle vivienda a estas personas”.
No cuela, pero confunde, que algo queda. No hay mayor obscenidad democrática que dejar a cuatrocientas personas en una plaza con sus maletas y su miedo. Llamemos a las cosas por su nombre: esto es racismo puro y duro. Mucho me temo que Badalona, como tantos otros lugares donde ocurre lo mismo aunque sus alcaldes no actúen con el inhumano desahogo que practica Albiol, no levantará cabeza mientras el odio continúe proporcionando votos y la izquierda no logre convertir la dignidad en mayoría.
Ayer, tras echar a todos los inmigrantes del B9 y dejar el centro rodeado de policías, este valiente justiciero se fue a visitar un pesebre. He aquí la particular interpretación del espíritu navideño por parte del alcalde de una ciudad con casi un cuarto de millón de habitantes. La mayoría de ellos lo pusieron donde está. No hay más preguntas, señoría.
J.T.

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