Se pongan como se pongan los equidistantes, lo del anuncio de Campofrío no tiene ni medio pase. Cada vez que lo repaso me ratifico más. Hablamos de él y le hacemos publicidad, vale, pero este cursi y retorcido insulto a la inteligencia conviene denunciarlo cuantas más veces mejor porque revela exactamente de qué lado están sus promotores, aunque pretendan flotar por encima del lodazal.
El spot es un artefacto tramposo y equidistante que confunde convivencia con amnesia y diálogo con blanqueamiento. Con personajes como Ana Rivero, taquígrafa del Congreso durante más de cincuenta años años- Carmen Machi, Javier Sardá, Henar Álvarez o Pepón Nieto, la pieza habla de la polarización como si se tratara de un virus estomacal que nos impide disfrutar de la vida y de la Navidad. “Nos necesitamos como el comer”, el eslogan con el que acaba el video, rezuma un buenismo estomagante.
Los guionistas pretenden convencernos de que la polarización es un mal difuso, casi atmosférico, una especie de resfriado social que “nos afecta a todos por igual”. Que todo es ruido, exageración o crispación compartida. Un guirigay, vaya. Nada más lejos de la realidad, sobre todo cuando nos presentan a Ana Rosa Quintana soltando, con gesto pícaro, “con lo que a mí me gusta la fruta”. Esto no se puede considerar un chiste inocente, porque con esa frase se está insultando al presidente del Gobierno y se hace utilizando una sinécdoque perfectamente identificable en la política española reciente: el “me gusta la fruta” que surgió para encubrir y normalizar el insulto directo de Isabel Díaz Ayuso a Pedro Sánchez en el Congreso en noviembre de 2023.
Aquel dia, Ayuso profirió un improperio claro desde la tribuna de invitados al presidente del Gobierno, quien le recordaba desde el atril la defenestración de Pablo Casado por denunciar las corruptelas de su hermano. Miguel Ángel Rodríguez se aplicó acto seguido a desvirtuar el exabrupto con una maniobra infantil, no, no ha dicho hijo de puta, ha dicho “me gusta la fruta”. La presidenta madrileña hizo suya la coartada, la adoptó como bandera irónica y así fue como la dichosa expresión acabó circulando como código compartido para repetir el insulto sin asumirlo explícitamente. Metonimia política de manual: se nombra el eufemismo para mantener vivo el agravio. Y eso, exactamente eso, es lo que reproduce Ana Rosa Quintana cuando interivene en el anuncio.
No hay equidistancia posible ahí. Eso es lenguaje político cargado, señalización ideológica, guiño cómplice a una audiencia que sabe perfectamente qué se está diciendo y contra quién. Que Campofrío lo incorpore sin problema mientras predica concordia, insisto, es un insulto a la inteligencia del ciudadano informado y una intención clara de confundir a quien no recuerda qué se dijo exactamente y dónde.
Aquí está el truco del nefasto anuncio, en equiparar al insultador y al insultado, al agitador y al que responde, al que deshumaniza y al que es deshumanizado. En convertir la agresión política en mal ambiente, la desinformación en exceso de opiniones y el autoritarismo verbal en formas poco cuidadas, diluido todo en un mensaje almibarado y casposo. Por eso el anuncio es indignante, porque vacía el término “polarización” de contenido político y lo rellena de moralina barata. Pide que nos demos la mano mientras legitima los códigos del desprecio. Llama a rebajar el tono, pero normaliza el insulto camuflado.
Como decía al principio, se pongan como se pongan los equidistantes, esto no tiene ni medio pase. Denunciarlo no es polarizar, sino negarse a que nos llamen idiotas. “Hay que plantarse ante lo inaceptable”, le hacen decir a la taquígrafa para rematar con el eslogan “Nos necesitamos como el comer” que ya citábamos antes. “Inaceptable”, ¿qué quieren decir con inaceptable, que tanto monta-monta tanto? Pues va a ser que no.
Necesitamos como el comer que la manipulación salga de nuestras vidas, no que se frivolice con una ambigua invitación a disfrutar como la que se hace en el vídeo. Campofrío ha dilapidado estas navidades el excelente capital acumulado durante años pasados. Una de dos: o nos tenían engañados hasta ahora, o la han cagado esta vez. Me gustaría pensar que se trata de la segunda opción.
J.T.

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