domingo, 9 de noviembre de 2025

¿Se atreverán a condenar a una persona inocente?


Este jueves quedará visto para sentencia el juicio contra el Fiscal General del Estado. El día anterior, el tribunal tomará declaración a Álvaro García Ortiz, la caverna disfrutará al ver cumplidos sus sueños más húmedos y la patata caliente quedará en el tejado de los jueces que han de emitir la sentencia. ¿Se atreverán a condenar a una persona inocente? No olvidemos que el fiscal general está siendo juzgado por una supuesta filtración que, según todos los indicios, no cometió. 


No hay delito probado, ni filtración demostrada, ni intención maliciosa, ni beneficio personal. Hay, en cambio, una voluntad evidente de desgastar al cabeza visible de una de las instituciones más importantes del Estado y de disparar por elevación para que el Gobierno de coalición quede tocado. En la trastienda se encuentra el responsable de esta canallada, Miguel Ángel Rodríguez, el maestro del fango, el guionista en la sombra de esa musa del caos que mancha todo lo que toca, un amoral que justifica sus mentiras con el mayor de los desahogos argumentando que, como es periodista y no notario, puede mentir impunemente. 


Me niego a admitir que este señor, a quien por cierto ninguna asociación profesional de periodistas ha reconvenido por estas palabras, pertenezca al mismo oficio que yo. Periodistas son quienes han declarado en el juicio exhibiendo su buen hacer profesional y dejando testimonio de un trabajo impecable. Con absoluta rotundidad, han declarando que el correo electrónico cuya difusión se atribuye a García Ortiz, motivo por el que este se encuentra sentado en el banquillo, lo recibieron ellos mucho antes a través de una fuente que nada tiene que ver con el fiscal general. Se trataba de una información en la que se salía al paso de un bulo infame: la fiscalía nunca ofreció pacto alguno a González Amador para saldar sus cuentas con Hacienda, sino que fue el abogado de este quien lo solicitó, admitiendo en consecuencia que su cliente era un defraudador. Confeso.


Desde el momento en que declararon los periodistas José Precedo y Alfonso Pérez Medina, este juicio no da más de sí, si es que alguna vez antes tuvo sentido toda esta pornográfica performance. “Como no hay prueba directa de la filtración, ha escrito P. Medina en su cuenta de X, el proceso contra el fiscal general consiste en buscar las vueltas a los periodistas para ver si cometemos un desliz que deje al descubierto la fuente. De eso va este juicio”, precisa. 


Nunca se debió haber celebrado, el juez instructor tenía que haberlo archivado, pero unas derechas ansiosas por hincar el diente y morder con saña allá donde intuyen una mínima posibilidad de hacer sangre no lo podían tolerar. Unas derechas cada vez más ultras que no soportan pinchar tantas veces en hueso. Ni siquiera dentro de la propia Fiscalía hay consenso sobre la pertinencia de este juicio. Muchos lo consideran una vergüenza, una instrumentalización, una grieta peligrosa en la credibilidad del sistema. Y, sin embargo, el proceso continúa todavía esta semana, convenientemente alimentado por titulares y tertulias que celebran alborozados las tribulaciones del adversario. 


Todavía hemos de escuchar más testimonios de fiscales, peritos, periodistas, agentes de la UCO y, como broche final antes de dejarlo visto para sentencia, la declaración de Álvaro García Ortiz. El miércoles 12 la caverna tendrá la foto que tanto ha buscado: todo un fiscal general del Estado declarando como imputado ante el Tribunal Supremo. 


Me pregunto cómo demonios acabará esta película. Si resulta absuelto como ha de ser, ¿le pedirán perdón quienes le han hecho la vida imposible durante año y medio, quienes han puesto a prueba a diario su serenidad e intentado hundir su prestigio, quienes lo han equiparado con delincuentes, quienes han vociferado en radios, teles y periódicos reclamando que dimitiera, acorralándolo e insultándolo porque no lo ha hecho? Me viene a la memoria el momento en que el defraudador confeso origen de todo este embrollo se dirigió a él en el juicio asegurando que "le había arruinado la vida, matado públicamente, destrozado por completo” y continúo indignándome como la primera vez que lo escuché.  


¿Serán capaces de condenar a García Ortiz a pesar de que no existe ningún elemento que lo conecte con la filtración? Para no mancillar la credibilidad de nuestro sistema constitucional es indispensable, en palabras del magistrado Joaquim Bosch, que “la sentencia esté muy motivada, muy vinculada a las pruebas que se han practicado y que no genere ninguna duda sobre el papel de las instituciones del Estado”. Si lo condenan a pesar de que ha habido periodistas que, durante su declaración como testigos, han asegurado que su fuente era otra, habrán condenado sin pruebas. 


Pero no creo que esto suceda, ¿verdad? O sí.


J.T.

No hay comentarios:

Publicar un comentario