"El rechazo al genocidio nos une a casi todos los españoles. Cualquiera que tenga un mínimo de corazón está en contra de la matanza indiscriminada de niños, sanitarios o periodistas. Israel no está dejando títere con cabeza y no podemos quedarnos callados ante una masacre como la que están sufriendo en Gaza".
Esta reflexión abre este martes en el diario “Público” un informe de mi compañero Víctor López en el que se explica por qué las protestas en La Vuelta Ciclista a España han logrado un apoyo transversal a la causa palestina. Son palabras que corresponden a uno de los manifestantes que salieron el domingo pasado a las calles de Madrid para visibilizar su indignación por la presencia de un equipo de Israel en la Vuelta. Uno de los cientos de miles que están contribuyendo a que respiremos de nuevo un aire que en parte recuerda nos al 15M del 2011.
Los expertos a los que ha consultado Víctor resaltan sobre todo lo que llaman el “carácter transversal” de las movilizaciones: cita al politólogo Jaime Bordel, quien nos recuerda que "España siempre ha sido bastante menos proisraelí que otros países europeos” o a Arantxa Tirado, quien cree que los españoles pueden “sentirse orgullosos de haber demostrado la existencia de un sentimiento propalestino que trasciende fuera de nuestras fronteras", incluso por encima de las divisiones políticas: Ahí creo que está la clave de la repercusión, tanto nacional como internacional, de las manifestaciones de estos días. Ahí está también uno de los principales errores de los políticos del PP a la hora de afrontar la situación. A ver cuánto tardan en darse cuenta.
Patético el director de la Vuelta, un tal Javier Guillén, con su erre que erre disparando contra el gobierno, vergonzoso el líder del PP en su línea zombie habitual, demasiado gordo todo. Algunos tertulianos de adhesión incondicional a los desafueros ultras ya están plegando velas, aunque los periódicos de papel aún se empeñen en continuar con su infame raca-raca: que si la Vuelta la reventaron cuatro fanáticos jaleados por Sánchez, como titulaban el Mundo o La Razón, “alentador” llamaba el periódico de Marhuenda al presidente, que si kale borroka por aquí, que si Sarajevo por allá, que si gran tumulto, que si pobre policía. Se les ha ido de las manos la fascistada, no saben cómo desdecirse y han decidido huir hacia delante.
Ellos sabrán, porque lo del domingo en Madrid fue una siembra contra sus amoralidades y su desvergüenza. Como el mundo entero vio lo que pasó, el mundo entero sacó sus conclusiones. Y esas conclusiones poco tienen que ver con lo que el aparato de propaganda de las derechas se empeña en difundir. Cada día que pase quedarán más evidencia, sobre todo porque Israel, y sus crímenes que no cesan, les dejan cada día con menos argumentos, si es que aún podían tener alguno.
La crueldad de las imágenes que llegan desde Gaza han sido la "tormenta perfecta" para reactivar un movimiento que llevaba meses estancado.
En palabras de algunos de los manifestantes del domingo pasado recogidas por López, “cualquiera que tenga un mínimo de corazón está en contra de la matanza indiscriminada de niños, sanitarios o periodistas". Es tan de sentido común que cuesta entender que haya canallas que lo cuestionen.
J.T.

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