Teniendo en cuenta que haga lo que haga van a ir a por él, no tiene ya ningún sentido que Pedro Sánchez continúe dilatando aquellos asuntos urgentes en los que prometió meter mano cuando decidió resucitar al quinto día. Por parte de la derecha ultra y la ultraderecha, en cualquier caso le va a caer siempre la del pulpo porque esa es la consigna: leña al mono sin misericordia alguna hasta conseguir acabar con él. Entonces… ¿qué sentido tiene, por ejemplo, continuar aplazando la renovación del CGPJ, mantener la ley mordaza o no apostar sin más dilación por unos informativos decentes en Televisión Española?
Pasan las semanas y la regeneración no llega. Lo único que hemos sacado en claro tras la comparecencia en el Congreso el pasado miércoles 22 es que no lo van a quebrar, vale, pues muy bien. Vamos a esperar a que pasen las elecciones europeas, nos dice ahora. Cada vez que posterga lo impostergable no puedo evitar que me suene a excusa de mal pagador. Mañana martes se producirá, esperemos, el reconocimiento de Palestina; el jueves está prevista la luz verde a la amnistía. Sabe que con estas iniciativas le esperan ataques inmisericordes, ¿qué más le da entonces haber empezado ya a abordar asuntos que desde hace mucho tiempo tenían que estar solucionados?
¿Cuál será la próxima excusa del presidente del Gobierno para aplazar lo inaplazable? ¿El verano, Catalunya, la guerra, que no es el momento, que no se dan las condiciones? Ha tenido suficiente tiempo para poner pie en pared a las fechorías judiciales, a la impunidad de los bulos, a las afrentas del mundo económico. No lo ha hecho. Ergo.. no quiere hacerlo. Más caña de la que le han metido ya no le pueden meter, ¿a qué espera entonces? ¿Por qué se empeña en continuar buscando al PP para que le ayude a aprobar leyes (prostitución, vivienda…) que sus socios rechazan?
Como ha escrito en redes un amigo, cuando resucitó al quinto día, Pedro Sánchez denunció la corrupción de jueces y medios y prometió actuar; a la semana ya no eran los jueces, solo eran los medios. Días más tarde, tras su comparecencia en el Congreso, todo quedó en “algunos tabloides de ultraderecha”. Así es: saca el micrófono pero no canta, amaga pero no remata la faena. Procrastina. Dilata y desespera a su electorado progresista al tiempo que enerva a sus adversarios, que siguen sin asumir ni entender cómo demonios continúa en el sillón.
Adversarios, por cierto, que no solo son las derechas de nuestro país o estridentes mandatarios como el argentino, sino dinosaurios –y no dinosaurios- de su propio partido. Como todo el mundo sabe, el fuego amigo (o ex amigo) suele ser siempre el más peligroso. El otro día en la tele, intentando quizás blanquearse mutuamente, Motos y Felipe se despacharon a gusto poniendo a parir a Sánchez y a Zapatero. Durante el hediondo espectáculo, González estuvo presumiendo de haber sacado mayorías absolutas que ahora no se producen. Dejando de lado la perversión que significa ignorar la diferencia de contexto histórico, me hubiera gustado ver qué resultados habría obtenido él si, en sus propias filas, hubiera existido un viejo gruñón intentando a diario segarle la hierba bajo los pies. Como ha escrito un viejo militante socialista: “nuestros ídolos de entonces arrojando paladas de tierra sobre su propia historia”.
Tanto ataque desde flancos tan distintos es parte del combustible que permite a Sánchez, a pesar de tantas promesas incumplidas, continuar cabalgando mientras ladran quienes lo tratan de okupa, quienes están convencidos que el orden natural de las cosas es que las izquierdas, incluso las descafeinadas, vivan siempre en la oposición y sean las derechas las que disfruten del poder. Como está mandado.
La verdad es que resulta casi milagrosa la supervivencia de un gobierno de coalición con el que se ha evitado, al menos de momento, la llegada de la ultraderecha al poder. Aún así, los bárbaros continúan a las puertas de la ciudad amenazando con entrar a saco. No tener escrúpulos es un valor añadido y hay que reconocer que unos tienen menos miramientos que otros. Como recordaba Gabriel Rufián hace unos días, la verdadera izquierda necesita de reflexión y de pensamiento mientras que la derecha solo necesita las teles… y las tienen. Unos escuchan a su conciencia; los otros solo a sus asesores fiscales.
Que las derechas estén convencidas de que el poder debe ser suyo se entiende. Lo que ya se entiende peor es que la izquierda, cuando está en el poder, lo ejerza acomplejada y parezca que anda pidiendo perdón o permiso cada vez que da un mínimo paso adelante en materia de derechos para la mayoría, o cuando apuesta por esa justicia social a la que los fascistas califican sin complejos de “aberrante”.
No es de recibo que, por mucho éxito económico y reconocimiento internacional del que se pueda presumir, por muy bien que esta vez pueda llegar a resolverse el puzzle catalán, continúen pendientes a día de hoy tantos asuntos urgentes. Cuando pasen las elecciones europeas, sean cuales sean los resultados, te van a continuar machacando igual, presidente, así que lo mismo toca remangarse de una vez sin continuar buscando excusas de mal pagador y hacer sin demora lo que dijiste que ibas a hacer, lo que tenías que haber hecho hace ya mucho tiempo. Vamos tarde.
J.T.
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